¿Prefieren los pobres la teología de la prosperidad a la de la liberación?
Hace unos días RIES se hizo eco en su blog de un estudio que revela que dos de cada tres congregaciones protestantes evangélicas del mundo están en mayor o menor medida afectadas por la teología de la prosperidad. Para que nadie me acuse de inventarme las cosas, pongo el enlace a una noticia del año 2008, en la que aparece un obispo guatemalteco advirtiendo del peligro que supone dicha “teología” para el catolicismo en Iberoamérica.
Como he dicho en anteriores ocasiones, no es casualidad que allá donde la teología de la liberación instaló sus reales, hoy prospere sin freno el protestantismo evangélico, que empieza a estar ya en manos de la teología de la prosperidad. Los pobres, que por el mero hecho de ser pobres no están menos necesitados de la conversión y de recibir la predicación del evangelio auténtico, parece que no están muy convencidos de que una teología infectada de marxismo les vaya a sacar de su condición y optan por otra teología infectada de lo peorcito de la mentalidad capitalista. Solo así se explica el éxito de sectas como la IURD (Pare de sufrir).
En otras palabras, a muchos pobres del continente americano les “mola” más el Tío Sam que el Comandante Fidel. Y eso, trasladado a la “teología", tiene las consecuencias que vemos.
¿Significa ello que la Iglesia ha de renunciar a la denuncia profética de las condiciones económicas que provocan, o mantienen, situaciones injustas que impiden el progreso social de los pueblos? No. Pero, quede claro, o nos libramos del todo de la plaga de los errores presentes en la teología de la liberación, o nuestros pobres se irán con los que profesan la ideología del “destino manifiesto”, que está en la génesis de la teología de la prosperidad.
Una Iglesia que caiga en la tentación de echarse en manos del populismo izquierdoso es víctima segura del populismo capitalista y de una versión perversa del “sueño americano". Esas sectas tienen más dinero, tienen medios de comunicación más poderosos y tienen un discurso que atrae más al que no solo quiere dejar de ser pobre sino que busca convertirse en rico.
Solo desde la fidelidad al evangelio, desde la difusión de la verdadera doctrina social de la Iglesia, se puede parar en parte este sinsentido. Pero aun así, es posible que millones sigan cayendo en la trampa de una “teología” que convierte a Dios en una máquina tragaperras en la que echas una moneda y siempre te tocan cien.
Luis Fernando Pérez Bustamante
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