Caperucito feroz
Si alguien pensaba que el ex-franciscano Arregi se iba a largar sin intentar hacer sangre, estaba absolutamente equivocado. El mismo que recibió a su obispo a patadas, se va soltando coces y berridos contra Munilla y, de paso, contra el cardenal Rouco. Se puede ver en la entrevista concedida hoy a un medio de comunicación vasco.
Este tipo vuelve a las primeras difamaciones que provocaron que Monseñor Uriarte le mandara callar. Nunca insistiré demasiado en ese punto. No fue Monseñor Munilla el primero que pidió que se callara, no. Fue su antecesor el frente de la Iglesia en Guipúzcoa. Lo reveló su hermana en el diario Deia. Pero en todo lo relacionado con este hijo bastardo de San Francisco -si fuera verdadero no se comportaría así-, parece que la verdad es la primera en ser sacrificada en aras a mantener viva la llama del disenso, del sabotaje a un obispo que acaba de aterrizar en la diócesis donde nació a la fe y al sacerdocio.
Arregi vuelve a insistir en la famosa carpeta “Mafia", hipotéticamente presente en el ordenador de don José Ignacio cuando era párroco de Zumárraga. Dice el ex-franciscano ahora que el obispo le reconció “que él tenía una carpeta llamada Mafia, pero confesó que no tenía ninguna relevancia, que era simplemente una libreta de direcciones de gente con la que iba a cena“. Yo no sé si eso se lo inventa o si es cierto. Lo que sí sé es que desde hace un año tengo una carpeta en mi programa de email que se llama “chusma infocatólica", con todos los emails relacionados con las personas que forman el consejo de redacción de este portal. Incluidos los míos. ¿Aparecerá algún imbécil a decir que yo creo que los “infocatólicos” son gente indeseable? ¿o que guardo información secreta suya para denunciarles al CNI? Pues eso es lo que ha hecho Arregi con Munilla y la supuesta carpeta de marras.
No contento con eso, vuelve a mentir y a calumniar en un asunto que, esta vez sí, conozco muy bien. Dice de Monseñor Munilla que “es innegable la trama en la que él intervino, por ejemplo, en el caso Pagola“. Cuando el entrevistador le pregunta cómo ocurrió tal cosa, este mentiroso contumaz asegura que intervino “en la medida que denunció la publicación y se encargó de dar difusión a esa denuncia“. Falso de toda falsedad. En el “Jesús” de Pagola, el actual obispo de San Sebastián no ha hecho nada, ni en un sentido ni en otro. Cuando se produjo la carta pastoral de Monseñor Demetrio Fernández y la posterior nota aclaratoria de la CEE sobre dicho libro, Monseñor Munilla era obispo de Palencia y no formaba parte de la comisión episcopal que analizó la publicación. Él no tuvo absolutamente nada que ver con ese tema. Y sin embargo, este sujeto llamado Arregi le quiere meter en ese lodazal.
El resto de la entrevista está plagada de los típicos tópicos de los progres con tendencias políticas nacionalistas. ¿Pero qué podemos esperar de un señor que mancha la condición sacerdotal predicando cosas como la que se ha publicado en La Caverna?
Detrás de la voz de niño santurrón de Arregi, detrás de esa imagen de Caperucita Roja con coletas camino de llevar la merienda a su abuelita, hay una arpía rabiosa, un lobo feroz con ansias de cobrarse su presa. Conviene que lo tengan en cuenta quienes le defienden. No es trigo limpio. Si yo fuera progre, le querría lejos. Ir de la mano con chismosos renegados no es inteligente.
Luis Fernando Pérez