España va hacia un futuro de ancianos sin hijos ni nietos

La tasa de natalidad en España ha vuelto a caer. Tras una serie de años subiendo debido a que las mujeres inmigrantes tienen más hijos que las españolas, la situación vuelve a la “normalidad” propia de una sociedad encamada con la cultura de la muerte y el neopaganismo.

Es cierto que Zapatero está haciendo todo lo que está en su mano para profundizar en esa tendencia social, pero nos engañaríamos si acusáramos a este gobierno de algo cuya culpa está en el modelo de sociedad que entre todos hemos ido forjando en los últimos 30 años. Al fin y al cabo, la ingeniería social del zapaterismo todavía no ha llegado al extremo de meterse en el lecho conyugal para ordenar cuándo y cuántos hijos han de tenerse.

La cuestión es bien sencilla. Son multitud los matrimonios que ni siquiera quieren tener la parejita. Muchos dirán que es por la crisis económica, pero lo cierto es que hemos pasado por una época de bonanza y la natalidad sólo ha subido por la llegada de familias procedentes de sociedades donde lo raro es tener sólo uno o dos hijos. Y en cuanto esas familias se van integrando en España, cogen los hábitos natalistas de los “nativos".

Lo cierto es que con el actual ritmo de nacimientos, este país va de cabeza hacia el colapso social y económico. Los que hoy no quieren tener hijos, mañana serán ancianos abandonados en las manos de un Estado que ni siquiera podrá darles una pensión mínima. Es bastante probable que para entonces le eutanasia “voluntaria” se use para solucionar en parte dicho problema, pero no me negarán ustedes que el panorama es de lo más desolador.

Puede que la llegada de más mano de obra extranjera sirva para que no se acelere el desplome del sistema de pensiones y de la sanidad pública. Pero no hay nada que sustituya a la familia, a los hijos y a los nietos. Cuando un matrimonio tiene muchos retoños, es casi imposible que se vea desamparado en caso de necesidad. Cuando apenas se tiene uno o dos, las circunstancias de la vida pueden llevar irremediablemente hacia ese desamparo.

En España hemos pasamos del baby-boom al baby-crack y vamos camino del no-baby-at-all. La tasa de natalidad empezó a caer tras la llegada de la democracia, aunque coincidió con la bajada en otros países del entorno que no tuvieron una transición de un régimen militar a otro democrático. Es decir, la muerte de Franco no fue causa del descenso de nacimientos en este país. Más influyó el consumo masivo de los métodos anticonceptivos que, dicen, liberalizó a la mujer de su hasta entonces inevitable destino maternal. Se pasó del “tendremos los hijos que Dios nos dé” al “tendremos los hijos que nos dé la real gana“. Lo que hoy recogemos es el resultado de ese cambio. Y mañana la sociedad recogerá la cosecha de la semilla de muerte que hoy está plantando.

Luis Fernando Pérez

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