Juan G. Bedoya, responsable de la información religiosa de El País, tiene razón
Con el título de “Voto de desobediencia a los obispos”, Juan G. Bedoya nos regalaba uno de sus “interesantísimos” artículos el día 24 de diciembre en el diario El País. El veterano responsable de la información religiosa del diario del grupo Prisa empezaba con fuerza su columna:
¿Quién hace caso hoy a la doctrina de los obispos en materia de familia, sexo, anticonceptivos, investigación con embriones, incluso ante dogmas antes llamados fuertes, como la resurrección y divinidad de Jesús, la inmaculada concepción y la ascensión de María, la infalibilidad del Papa o la real existencia del cielo, el infierno o el purgatorio? ¿Significan estas discrepancias -ese no hacer caso a lo que predica la jerarquía del cristianismo-, que existe un cisma en la Iglesia católica actual?
A la primera pregunta me dan ganas de contestar ¡¡¡YO!!!, pero como sé que buena parte de los lectores de InfoCatólica, y de este blog en concreto, responderían lo mismo, pues vamos a dejarlo en un ¡¡¡NOSOTROS!!! Pero igual que digo eso, reconozco que la mayoría de los bautizados, al menos en España, responderían un ¡¡¡YO NO!!!
A la segunda pregunta, mi respuesta es rotunda: ¡Sí! Y añado: ¡Es uno de los cismas más graves en la Historia de la Iglesia!
De hecho, el propio Bedoya describe la situación de forma muy acertada:
Los cismas de ahora son soterrados, porque Roma, escarmentada o insegura, no quiere romper con nadie, y los protestantes contemporáneos también prefieren una convivencia en discordia a una salida del santuario.
Salvo en lo de que Roma está “escarmentada o insegura” -me guardo para mis adentros mi calificación sobre la actuación de la Sede Apostólica-, no podría estar más de acuerdo con ese análisis de la realidad eclesial cuando ya ha transcurrido la primera década del siglo XXI. Y es una realidad que hemos heredado del post-concilio, aunque ya antes del Vaticano II asomaban las primeras nubes del cisma de facto que la Iglesia ha sufrido, y sufre, en este paso del segundo al tercer milenio de la era cristiana. Hoy mismo hemos sabido que ha fallecido una de las cabezas visibles de ese cisma, el teólogo dominico Edward Schillebeecks. No me gusta hablar mal de nadie justo después de morir, así que baste con constatar que a pesar de que Roma detectó al menos nueve errores teológicos graves -en mi pueblo, herejías- y de que él se negó a retractarse, no parece que se le aplicara el Código de Derecho Canónico, que es un texto muy mono que sin duda debe servir para muchas cosas pero más bien para poco a la hora de atajar el cisma que nos acecha.
La gran diferencia entre el cisma actual y otros pasados, es precisamente que, probablemente con la intención de evitar un cisma a gran escala, se ha optado por admitir que los herejes se queden dentro de la comunión eclesial. Es decir, a pesar de que la pena canónica por la herejía contumaz es la excomunión, personajes como Hans Küng -que entre otros dogmas niega el de la infalibilidad papal- no sólo no han sido excomulgados sino que ni siquiera se les ha suspendido a divinis. Como mucho se les he prohibido ejercer la docencia en universidades y seminarios católicos. Lo cual, por supuesto, no ha servido para nada. ¡Miento!: sí ha servido. Esa actitud condescendiente con la herejía ha servido para que la secularización interna de la Iglesia haya alcanzado niveles impensables, dramáticos, cuasi apocalípticos.
Bedoya hace una cita de una carta de monseñor García Aracil, arzobispo de Mérida-Badajoz. En relación con la actitud de los políticos católicos que se pasan la doctrina de la Iglesia por salva sea la parte, el arzobispo observa…
“Tres errores en un mismo comportamiento:
1- El más importante es la actitud interior de desobediencia a la Iglesia, presentándose, simultáneamente, como cristianos practicantes.
2- El segundo error es el hecho de proclamar públicamente y, en tono desafiante, su propósito de incumplir las normas morales que debieron aprender desde niños en el catecismo. Suponiendo que sea cierto que viven el catolicismo del que alardean, deberían haber cultivado, profundizado y asumido firmemente a lo largo de la vida el sentido y la fuerza de la moral cristiana. Han tenido tiempo. Por este motivo, o su autosuficiencia es mayor, o su incoherencia es total.
3- El tercer error es adoptar en público la postura manifestada en los medios de comunicación, sabiendo que las gentes les reconocen como políticos cuya misión, entre otras, es procurar las leyes de obligado cumplimiento para lograr el bien común. Sorprende que estas mismas personas, exhibiendo su desobediencia interior y exterior a la Iglesia, de la que se manifiestan hijos salvo que hayan inventado una secta y se hayan apropiado sin derecho alguno del nombre que no les pertenece, sean defensores y protagonistas de una inflexible fidelidad de voto, y cerrados enemigos de la objeción de conciencia en casos verdaderamente graves".
Tiene razón el arzobispo extremeño, pero ¿y eso en qué se traduce? Es decir, pongámonos en el caso de un señor que se dice católico y que sale en los medios sacando pecho por no seguir la doctrina de la Iglesia. Y lo hace con recochineo, alevosía y hasta nocturnidad. ¿Consecuencias para el sujeto? Todos sabemos que al final, ninguna. Pero lo peor no es eso. No, lo peor es cuando el recochineo viene de parte un cura y/o un teólogo heterodoxo. Todavía estoy esperando a que algún obispo tenga el valor y el coraje de decirle algo al padre Ángel, que cada vez que abre la boca sobre una materia doctrinal, es para manifestar su alejamiento del magisterio. De entre todos los obispos españoles, sólo conozco uno que tuvo ese valor y ese coraje para decir que la obra sobre Jesús de un teólogo famosísimo, y muy leído entre los religiosos de este país, era, como mínimo, sospechosa.
Y ojo, que Bedoya ya avisa de que la cosa va a más:
Las críticas alcanzan al nombramiento de obispos por el Papa romano, que las iglesias de base reclaman para sí -el último incidente se acaba de producir en la diócesis de San Sebastián-, pero también hay discordias sobre la infalibilidad del Pontífice y otros dogmas de los llamados fuertes, entre otros la deidad de Jesús, decidida o impuesta por el emperador Constantino en el concilio de Nicea, en el año 325. Son ya legión los teólogos condenados por volver a aquel apasionado debate.
Lo que voy a decir puede sonar muy fuerte, pero si nuestros obispos, arzobispos y cardenales tuvieran más temor santo al Señor de los cielos que les ha puesto sobre el rebaño, que miedo escénico a los titiriteros de Entrevías de turno, otro gallo nos cantaría. Dejar que la herejía campe a sus anchas entre el rebaño de Cristo no impide el cisma. Más bien hace que el mismo sea más grave, pues se instala en el ADN espiritual de muchos fieles, de forma que pasan a ser una especie de católico-zombies. O sea, andan a trompicones por nuestros templos, por nuestros grupos de oración, por nuestras catequesis, por nuestros foros y blogs. Parece que están vivos, pero en realidad están muertos y separados de una fe que no aceptan en su integridad. Y no sin culpa por su parte. No hace falta que un obispo te amenace con la excomunión para que tengas obligación de formar tu conciencia conforme a la fe católica y no al espíritu de este mundo.
El cisma es algo espantoso, gravísimo, que debe de evitarse en la medida de lo posible. Pero al menos tiene una ventaja. Una vez producida la separación, se sabe dónde están unos y dónde están otros. Y cuando unos están en la verdad, o sea, en la fidelidad al magisterio, y otros transitan por el camino de la mentira sin intención de dar marcha atrás, el cisma no deja de ser una desgracia pero se convierte en una necesidad apremiante.
Está claro que no nos ha llevado a nada bueno la tolerancia contra los que se oponen a la sana doctrina. No olvidemos que los apóstoles no se anduvieron con tibiezas, miedos y cobardías ante los que propagaban el error. Poca cosa hay tan patética como un pastor cobarde, que no libra a sus ovejas del mal. El libro del Apocalipsis pone en primer lugar a los cobardes entre los tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la segunda muerte (Ap 21,8). Es necesario, pues, un tiempo de reforma en la Iglesia. Hace falta incluso un nuevo concilio que, siguiendo el modelo de Trento, ponga fin a la pesadilla doctrinal a la que hemos asistido en el último medio siglo. Es absurdo que perdamos el tiempo en buscar el ecumenismo con los no católicos mientras tenemos la casa empantanada con los herejes haciendo de su capa un sayo. Lo que está en juego no es caer el cisma sino en la apostasía. Por tanto, como bien dice el padre Iraburu en su blog en InfoCatólica: ¡REFORMA O APOSTASÍA! ¡No hay otra opción!
Luis Fernando Pérez
45 comentarios
Felices fiestas.
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LF:
No me tientes, no me tientes, je je.
El problema es que en "Roma", Pablo VI dixit, entró el humo del infierno.
He releido hace poco ("El Secreto de los Borbones", de Fuente de la Ojeda) que en 1962 había en el Vaticano 50 hermanos masones concidos por sus nombres de secta, que durante el papado de Pablo VI aumentaron en otros 52, y que en 1978 ya eran 124 los altos dignatarios de la Iglesia pertenecientes a la secta.
Pues por ahí van los tiros que no se quieren oir.
LF:
Nos equivocamos si decimos que el problema está en Roma. Si todos los obispos cumplieran con su obligación de velar por la sana doctrina, Roma tendría un papel mucho menos relevante en estas cuestiones.
Era Savonarola tan auténtico, puro, genuino, denunciador de abusos y corrupciones, condenador de vicios y errores, vehemente y acusador, que el hereje al final resultó ser él y acabó en la hoguera en la que quemaba libros y vanidades y que reclamaba para todo bicho viviente.
Cuando la CDF señala "errores teológicos graves", en tu pueblo,se lamarán "herejías", pero en la Iglesia a cuya autoridad te acoges -¿no?- para calificar a un hermano de hereje no se acude a los sabios de tu pueblo. Hay más amor al prójimo, prudencia, garantismo (qué terrorífica palabra para quien se cree tan puro que nunca habrá de necestar de ese garantismo que quiere negara otros)ue en tu pueblo. Menos mal.
Ten confianza en la Iglesia y sus pastores a los que en dos palabras niegas tener "valor y coraje"; humildad mirándose uno a sí mismo("no me gusta hablar mal de nadie justo después de morir...", ejem, ejem); y caridad con los prójimos: sí esos que "transitan" por el camino de la mentira, de los que dices
"católico-zombies(...) andan a trompicones por nuestros templos, por nuestros grupos de oración, por nuestras catequesis, por nuestros foros y blogs. Parece que están vivos, pero en realidad están muertos y separados de una fe que no aceptan en su integridad. Y no sin culpa por su parte"
Algunos andan a trompicones con toda la honestidad que quizá falte en algún ortodoxísimo cuyos escándalos (nada hay oculto que no acabe sabiéndose)son los que realmente han traído la masiva defección de la Iglesia en los últimos doscientos (que no cuarenta o cincuenta) años.
Yo también amanezco combativa.
LF:
Bueno, el caso es que los propios dominicos andan detrás de la beatificación de Savonarola. De todas formas, antes muero que quemar a alguien en la hoguera. Existen otros medios eclesiales mucho más efectivos para acabar con el mal interno.
Y mira, cuando tú me leas herejía, entiende error grave. Que cuando yo leo "error" grave en la CDF, entiendo herejía. Es una cuestión de lenguaje, créeme.
El precio que se ha pagado por mantener la ficción de la "unidad" por encima de todo (cuando la realidad era otra) ha sido altísimo, empezando por la confusión doctrinal que señala el autor del artículo.
Pero como, durante un tiempo, no se ha querido parecer "radical" ni "autoritario", ni "tener mala prensa" ni "ser negativo", y se ha preferido "hablar en positivo", pues...
La Iglesia ha acabado convertida (en cuanto a su forma de actuar) en algo muy parecido a un partido político o una asociación secular: confusión doctrinal y de ideas (cada miembro del "partido" tiene su propia versión de la doctrina, ya que la forma ambigua en la que se expresa dicha doctrina da para muchas interpretaciones) que se intenta compensar con actos multitudinarios realizados de forma periódica.
Y esta táctica (que no digo que se busque a propósito) no es más que intentar sustituir la fuerza de la verdad y la coherencia por la fuerza ficticia de los números y las "mayorías sociales".
Que la misión encomendada por Cristo a la Iglesia fue predicar la Verdad, no endulzarla ni diluirla para construir "mayorías sociales" (además, el efecto de lo primero ha sido lo contrario de lo segundo: la confusión doctrinal y el "no incomodar a nadie" ha ido acompañado de iglesias y seminarios vacíos).
Y muy agudo el comentario de Rojobilbao.
Feliz 2010 a todos.
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LF:
Pues sinceramente, no sé qué tiene de silenciosa. Yo la veo muy mediática, muy pública, muy evidente.
Cuando uno se hace una herida y va al medico éste observa la gravedad y a copntinuación, sin demora y con tacto, procede a la curación, pero si la herida se tornase en gangrena ¿dejaría el médico el miembro infectado sin amputar, con la esperanza de que en algún momento la infección recapacite y permita la sanación? claramente la respuesta es NO. Hay que "cortar por lo sano" para que el resto del cuerpo viva.
Pues la Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, tiene heridas (heterodoxia), remedios para sanarla (Doctrina y procedimientos canónicos) y médicos (Papa y obispos), pero también gangrenas e infecciones de gravedad (cismas y herejías, aunque sean soterradas). Así pues el procedimiento de actuación debería ser como el de un médico, procediendo con rectitud, firmeza y caridad, por el bien de la Fe y de la salvación de las almas.
LF:
Pues sí... pero verás como no.
Muy Feliz Navidad, LF, y a todos los de Infocatólica. Que este Niño que nace nos traiga la paz y la alegría de ser hijos de su Padre.
Y feliz 2010.
Por cierto, LF, apunte sin importancia, pero error muy común: la primera década del siglo XXI habrá transcurrido cuando haya terminado el año 2010 ;)
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LF:
Sí, bueno, eso es como cuando se dijo que el siglo XXI empezó el uno de enero del 2001, pero el personal sigue opinando mayoritariamente que empezó en el 2000. Idem como el 2010. En todo caso, la década se está acabando.
Tampoco creo que se pueda hablar de cisma porque quienes niegan los dogmas de Fe y demás enseñanzas doctrinales están ya fuera de la Iglesia. No son católicos ni cabe considerarlos como tales. Los únicos católicos somos los que, con nuestros defectos e imperfecciones, asumimos plenamente las enseñanzas de la Iglesia.
LF:
Por lo general los cismas parten de una herejía previa. De hecho, la mayor parte de las herejías importantes acaban provocando cismas.
De los puros, de lis estrictos cumplidores de la ley y de lis Savonarilas de turno, como decía una comentarista, líbranos Señor.
LF:
¿A qué comentarios se refiere? ¿a los de este post o a los de la noticia sobre el fallecimiento del teólogo de apellido impronunciable?
Yolanda:
Yo también estoy de acuerdo en que hay que tener "amor al prójimo, prudencia, garantismo" con los fieles, con las ovejas, con los pequeños en la fe. Por eso hay que hacer callar a los que enseñan el error.
Si la Iglesia no ha "descanonizado" y "desdoctorado" a Santo Tomás de Aquino, creo que la definición del "mal" sigue siendo la de la "ausencia de un bien debido". Si esos pastores que enseñan esas doctrinas que carecen de esos bienes que son debidos son conminados a retractarse y callarse, y no se retractan ni se callan ¿qué palabras habremos de utilizar para referirnos a ellos?
Tener confianza en la Iglesia no quiere decir creer ciegamente en la infalibilidad de la acción pastoral de todos y de cada uno de sus miembros, incluso cuando deciden no ejerecer su potestad ante aquellos que han rehusado cumplir con su deber de obediencia debida retractándose y callándose. Nadie les obligó a ser sacerdotes ni teólogos. Y, mientras lo sigan siendo, han de comportarse como tales, ateniéndose a las órdenes de sus respectivos superiores.
Hay que tener fe en la Iglesia, pero no en la parte humana, a veces demasiado humana, de la Iglesia.
La masiva defección entre los fieles de la Iglesia tiene que ver con la pastoral de los pastores de la Iglesia, y no con los pecados de cuatro o cuarenta desgraciados.
Siempre ha habido grandes pecadores dentro del pueblo de Dios. Pero la doctrina permanecía a salvo. Ahora ya no. La doctrina que enseñan los amonestados se ha "contaminado" de la actitud que se esconde detrás de esos pecados que denuncias. Se trata del naturalismo, el modernismo, el relativismo, o como tú prefieras llamarle, infectando a todo el pueblo de Dios.
Y hasta tal punto es así, hasta tal punto llega la pandemia doctrinal que, cuando alquien denuncia su mera existencia, se le critica por denunciarla.
Un saludo.
Feliz Navidad.
ADVENIAT REGNVM TVVM
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LF:
Lea lo que le digo a Nova.
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LF:
El caso es que la inmensa mayoría de los católicos heterodoxos no serían recibidos en el protestantismo evangélico. Tendrían que ir a congregaciones religiosas protestante-liberales. De hecho, tengo clarísimo que cuando durante los casi 9 años en que fui protestante evangélico, yo era infinitamente más ortodoxo desde el punto de vista del magisterio católico que los Küng, Boff, Tamayo y cía.
Y habrá algún grupo que esté en minoría, y otros en mayoría.
Pero como la historia no es estática, sino dinámica, los que en un momento dado pueden ser minoría, tal vez en el futuro sean mayoría. Así es como cambian muchas sociedades, muchas instituciones,...
Los que opinaban que la democracia era el mejor de los sistemas posibles, aún siendo malo, no eran mayoría dentro de los católicos hace 500 años. Ni los que opinaban que debía haber una separación entre Iglesia y estado. Sin embargo, poco a poco se fueron imponiendo sus tesis y ahora es moneda común, excepto algún ultra que queda por ahí.
Cual es el límite de discrepancia que se debe/puede permitir es la cuestión. Supongo que el listón dentro de la Iglesia, como en otros sitios, se podrá poner más alto o más bajo.
Pero por muy alto que se ponga, las seguirá habiendo, y de nuevo vendrá alguien que no le basta con ganar una batalla, que quiere ganar toda la guerra y que es más papista que el Papa, a pedir que se reduzcan las diferencias. Siempre habrá alguno que quiera homogeneidad.
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LF:
El límite es sencillo: El Catecismo.
Pues aprendamos la lección y menos quemar herejes para luego querer beatificarlos, que son los mismos los que pretenden ambas cosas.
Si hay cisma y excomunión, ya tenemos el caso lefebvrista que nos hace pensar que no hay mal que cien años dure.
En fin, que veo contradicciones en ese extremo que se las da de ser paladines de la ortodoxia, tantas como en el otro que se las da de ser católico sin serlo.
En fin, supongo que si a algunos les da por negar estos últimos cuarenta años, a otros les pueda dar por negar los últimos doscientos años, o del siglo tal al tal.
Lo peor no es que no se excomulgue a quienes debería excomulgarse, lo peor es que se quiere excomulgar a los que no debería excomulgarse.
Está claro que quien niega la divinidad de Cristo no es católico, ni siquiera cristiano. Pero ¿y el que afirma la divinidad de Cristo y otros se empeñan en que no es sincera esa afirmación, porque ellos lo dicen?
Hace falta mucho estudio y mucho discernimiento para no acabar savoranoleando todos.
LF:
Tú dices que está claro que quien niega la divinidad de Cristo no es católico. Pues lee de nuevo lo que dice Bedoya respecto al interés existente en retomar el debate cerrado por Nicea y los concilios posteriores. Cuando se abre la puerta al disenso con la doctrina de la Iglesia, no hay límites.
De qué extrañarse:
Mientras la Iglesia no entienda que el AGGIORNAMENTO de antaño debió ser el vivir y obrar acorde a los tiempos presente DE FIN DE TIEMPO. El Demonio seguirá haciendo estragos en la fe los creyentes.
Tan sencillo que los católicos de hace 500 años no se enteraban de ese límite.
Y estoy seguro que si usted viviese en esa época, estaría completamente de acuerdo con temas como la tortura, dictaduras teocráticas y demás.
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LF:
No sé lo que yo habría pensado de vivir hace 500 años. Lo único seguro es que usted está de acuerdo con un sistema donde se matan legalmente al año a millones de inocentes.
Y la respuesta fue NO.
Reabrir Nicea no es reabir el homoousios, sino reabrir la disolución de la Iglesia, de la Fe, de la Esposa de Cristo en el mundo,sus corrientes, sus opiniones, vaivenes.
LF:
Tienes razón. Si, como sugieren muchos de estos teólogos de la disidencia, reabrimos debates que fueron cerrados dogmáticamente, entonces no hay nada en el Credo que sea seguro. Y eso acaba con la fe católica. Bedoya dice que Constantino impuso la divinidad de Cristo en Nicea. Curioso, siendo que el emperador fue bautizado poco antes de morir por un semiarriano. Por no hablar de que hubo un momento en que el arrianismo pareció imponerse sobre la fe verdadera.
Cada vez estoy más de acuerdo con Romano Amerio (imprescindible "Iota Unum"), para el que la relegación de la verdad en favor del amor había producido en el discurso católico contemporáneo una "metafísica dislocación de esencias" con el inevitable corolario de confusión, desobediencia al Magisterio, rebeldía más o menos solapada, autosuficiencia llena de soberbia.
Para muestra, repárase en las declaraciones(y van...) del Abad Soler, un compendio de lo que "el mundo" en cuanto "in maligno positus" (1 Jn. 5,19) quiere oír, situándose explícitamente en contra de lo que el Magisterio y la recta razón demandan. Y ahí sigue, tan campante, sin que absolutamente nadie dentro de la Iglesia le desautorice (si es nuestro n.s.b.a. Cardenal Martínez estamos aviados), diciendo exactamente lo mismo que lo que diría cualquier político ateo de ERC.
Está claro: urge un nuevo Trento que ponga coto a tanta locura y desfachatez.
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LF:
La fama tan mala que Trento tiene entre los heterodoxos de hoy viene precisamente del hecho de que aquel concilio fue fundamental para dar una respuesta al cisma y la herejía protestante. Un cisma, el protestante, que además llevaba en su ADN el gen de la división, de tal manera que de la mal llamada Reforma nacieron multitud de grupos incapaces de ponerse de acuerdo sobre doctrinas fundamentales (p.e, bautismo, eucaristía, predestinación). Cada vez tengo más claro que necesitamos un nuevo concilio que clarifique mucho las cosas. Lo que no sé es si mis ojos llegarán a verlo.
Yo sí
Lo único seguro es que usted está de acuerdo con un sistema donde se matan legalmente al año a millones de inocentes
Casi todos los católicos, al menos los españoles, están de acuerdo en que la democracia es el menos malo de todos los sistemas. Algún ultracatólico cree que no, que la democracia es mala y es mejor una dictadura, donde se matan inocentes, se torturan inocentes, no hay libertades para le gente, y la ley es totalmente impuesta por alguien con la gracia de Dios.
LF:
Yo estoy de acuerdo en que la democracia es el menos malo de todos los sistemas salvo cuando se convierte en el más sanginario al permitir y promover el mayor holocausto contra la humanidad de todos los tiempos. Y eso no me convierte en un hooligan de las dictaduras donde se tortura a la gente. Eso sí, hablar de libertad y de derechos, cuando se vive bajo un régimen en el que el más esencial de esos derechos, el de la vida, está anulado, pues no deja de ser un acto de hipocresía enorme. Dicho lo cual, ese no es el debate en este post. Tema zanjado.
LF, mientras tú piensas que habría que ser más estrictos con las desviaciones heréticas que han habido, hay y habrán hasta el fin de los tiempos, lo que el tal Bedoya quisiera es todo el contrario, que contara más es el chillido y la ocurrencia cristofóbica del momento, al sólido, coherente y permanente magisterio de la Iglesia universal.
LF:
Yo es que pienso que la verdad es la verdad la diga Agamenón o la diga su porquero. Y si alguien dice que estamos ante una situación de cisma interno, pues le doy la razón. No es sólo un problema de "algunos cristianos". El "ethos" católico se ha ido a hacer gárgaras entre un porcentaje altísimo de bautizados.
Y sí, ya sé que a Bedoya le gustaría todavía más laxitud con los herejes. Pero es normal. Él no profesa la fe católica. Es, en sí mismo, uno de los síntomas de que las cosas no se han hecho bien y de que ha valido de muy poco el no seguir las indicaciones de los apóstoles sobre los que se apartan de la fe y ayudan a otros a apartarse de la misma.
Es como si una persona comete un robo: ¿Hace falta que un Obispo le llame ladrón para que, efectivamente, lo sea y podamos llamárselo los demás?
Yo estoy contigo, LF: Las denuncias públicas de la Jerarquía en relación a los herejes, los incoherentes, los apóstatas, etc, están fenomenal, pero los Obispos tiene poder y autoridad para bastante más. Si yo tuviera gangrena en una pierna, preferiría que me cortasen la pierna antes de que la gangrena contaminase el cuerpo entero...
LF:
Pues mira, existe en España un arzobispo que permite que uno de sus curas más famosos se permita el lujo de decir en una entrevista que la noticia que más ilusión le haría sería que se encontraran los restos humanos de Jesucristo. No es solución adecuada el pasar de quemar a los herejes en la hoguera a dejarles dentro de la Iglesia como si tal cosa. Hay que volver a lo que hicieron los apóstoles: apartar de la comunión eclesial a los que se apartaban de la sana doctrina. Y mientras no se haga tal cosa, el enfermo no mejorará. Pienso además que no basta con dejar que el transcurso de los años nos solucionen el problema. Los teólogos heterodoxos se irán muriendo, pero de cara al futuro se habrá establecido un patrón de actuación con ellos muy peligroso. Y quien piense que en el futuro no habrá teólogos así, es que no conoce la historia de la Iglesia.
Eh, y no cargue las tintas con masacres y torturas que ya no somos niños para tragar chorradas forzadas y difamatorias y daría mucho para rebatir. Y este no es el asunto. Y de democracia no nos van a dar lecciones...sólo que no es el valor supremo tampoco.
Creo que no ha entendido esa frase. Yo sí se loq ue pensaría LF hace 500 años.
no cargue las tintas con masacres y torturas
No cargo tintas ningunas. Digo que el pensamiento ha cambiado y lo que antes era minoría ahora es mayoría
Este individuo entiende por cisma que la Iglesia ejerza en libertad su misión proponiendo su doctrina y magisterio en vez de hacer caso a las ocurrencias del momento. Estoy de acuerdo con que ha habido una relajación del ethos pero es no es lo mismo que un cisma.
LF:
¿No es lo mismo? Vale, es peor.
Sin embargo, lo que en él se expresa me parece, y lo digo con todo respeto, un tanto incoherente con algunas críticas tuyas a la Hermandad de San Pío X. Yo, que soy simpatizante aunque no seguidor de la misma, te digo que tu diagnóstico coincide, si no al 100, sí al 90 % con el suyo.
Y esto que te digo a ti, vale corregido y aumentado para el P. Iraburu al que mencionas. Hace unas semanas borró un comentario mío a un artículo suyo, en el que él recordaba cómo Pablo VI obligó a un obispo estadounidense a levantar las sanciones canónicas a unos teólogos locales que habían atacado la encíclica "Humanae Vitae".
Yo comentaba que era sangrante el contraste entre esa actitud de aquel papa hacia teólogos modernistas, y sus nombramientos de obispos progresistas en España, y sus draconianas medidas canónicas contra la Hermandad de San Pío X, que fue disuelta (no de forma efectiva, gracias a Dios), y contra Monseñor Lefebvre, que fue suspendido "a divinis".
Repito que ese comentario mío fue borrado.
No dudo de tu ortodoxia ni de la del P. Iraburu. Más aún, os agradezco a ambos vuestra impagable labor en este portal. Pero creo que deberíais ser más exigentes con la jerarquía eclesial, que es la verdadera responsable por omisión de todo el desaguisado, y mucho más comprensivos y amistosos con quienes, pese a algún que otro exceso, llevan cuarenta años defendiendo insobornablemente la Fe católica en su integridad. Y a quienes el paso del tiempo da más y más la razón.
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LF:
En repetidas ocasiones he dicho que chocaba mucho la severidad contra Monseñor Lefebvre si se la comparaba con la laxitud ejercida sobre los heterodoxos liberales. Pero también dije que el arzobispo francés puso al Papa contra la espada y la pared, de forma que Juan Pablo II no tuvo más remedio que hacer lo que hizo. Y respecto a la situación actual de la Fraternidad, yo veo dos líneas bastante bien definidas. La que representa monseñor Fellay, que me parece un hombre sensato con la cabeza muy bien amueblada y la que representan aquellos que cabalgan a lomos de una soberbia con ribetes sedevacantistas que apesta. Espero que se imponga el sentido común y que aprovechen la buena voluntad de Benedicto XVI.
Respecto a ser más exigentes con la jerarquía, sé que es una opción atrayente para algunos de los que formamos parte del portal, pero pienso que eso nos podría situar en un extremo que nos convertiría en irrelevantes. Creo sinceramente que estamos donde debemos estar. Y puestos a elegir, prefiero no llegar a pasarme.
Los liberales, los más intervencionistas, lo más socialistas, etc, son tachados todo el tiempo por otros de ser contrarios al cristianismo y que dichos pensamientos son profundamente anticatólicos.
Ni siquiera en algo que, al menos que yo sepa, está definido en el catecismo se puede discrepar. Siempre vendrá alguien vestido con el disfraz de la ortodoxia para decir que tal o cual postura económica es contraria al catolicismo.
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LF:
Opiniones sobre temas no dogmáticos hay muchas. Catecismo, uno solo. Y ante la duda, el magisterio aclara lo que sea menester. También en lo relacionado con la doctrina social de la Iglesia.
Ya tan fuertemente amenzada desde fuera y, para más dramas, socavada tambièn desde dentro. Los jurados adversarios de la misma se están frotando las manos y podrían tranquilamente dejar de lado sus invectivas, ya que los mismos católicos nos estamos autodescuartizando, sin que los vigías de la fe y vida cristianas, acerquen las necesarias medicinas, que, tantas veces, como ha sugerido algún otro lector, cosisten en saludables amputaciones.
Siempre habrà cizaña, pero esto no faculta a dejar caer los brazos, sin alertar sobre la misma. El "Discípulo del amor" no era menos "caritativo", cuando aconsejaba: "Si alguno va a visitaros y no lleva esta enseñanza, no lo recibáis en casa ni lo saludéis, porque quien lo salude se hará cómplice de sus malas acciones" (II Juan, 10 - 11).
LF:
O la caridad sirve a la verdad y al bien común de los fieles, o es falsa. Así de simple.
Por esas razones que de forma tan brillante expones, es necesaria una página como Infocatólica.
Sólo no estoy de acuerdo en un punto. Y es que no tengo claro que, estando la situación como está, un Concilio sea la mejor solución. En Trento había cabezas prodigiosas y portentosas. ¿Te has parado a pensar en la calidad de nuestros Obispos? Miedo me da......
LF:
Bueno, creo que en los últimos años ha mejorado el nivel de los obispos en el mundo. Además, confío en el Espíritu Santo. De hecho, no deja de ser significativo que en este momento de la historia estemos teniendo papados como el de Juan Pablo II y, sobre todo, el de Benedicto XVI.
Desgraciadamente tendremos que pasar por una etapa llena de sufrimiento, ahí están los mensajes de la Salette y Garabandal. Y que el Papa haya propuesto un año para la santidad sacerdotal, es también sintomático, ¡pero qué caso le han hecho, dónde están las iniciativas que desde la congregación para el clero se propusieron, grupos de adoración perpetua?
LF:
Pues creo que el remedio es claro: Reforma. O sea, más santidad -esto es fundamental-, más fidelidad al magisterio, más formación de los fieles, etc.
LF:
Pues se ha tenido, y se tiene, tanto temor precisamente porque se piensa que haciendo tal cosa se produciría un gran cisma. Pero una vez que se ha comprobado que ese modelo ha fracasado, hay que volver poco a poco a lo que los apóstoles mandan hacer con los que se oponen a la sana doctrina. No hay otro camino. Cuanto antes de tarde en recorrerlo, peor.
¿adoración perpetua?
Yo me conformaría con que hubiera adoración siquiera durante la consagración.
A LF le digo que me refiero exactamente a comentarios que he leído en algunos blogs de los que se dicen católicos auténticos y ortodoxos, entre los que incluyo al suyo, lo que supongo que a usted no le parecerá mal.
LF:
Es que yo aquí no he visto ningún sedevacantismo. Por eso le preguntaba.
Respecto al juicio que la CDF hizo sobre el dominico holandés, le remito a lo que dicen otros teólogos disidentes, que aseguran que la misma dictaminó que su teología era errónea. Vamos, si Pikaza dice que se le condenó, supongo que se le condenó.
Y es cierto que no podemos rehuir por más tiempo esta dramática situación.
Actitudes que, a mi juicio, prolongan la agonía eclesial:
1.- EL TIEMPO LO CURARÁ TODO PORQUE SE MUEREN. Es verdad que aquellos falsos teólogos mueren, pero los males que se siguen de ellos continuarán en el tiempo. Dicho sea de paso, en la praxis intraeclesial existe una tendencia acusada a obviar los problemas, por buenismo, falso optimismo, pereza, cobardía, etc.
2.- PAZ Y AMOR. ¡TENGAMOS LA FIESTA EN PAZ!: sabemos que nunca habrá paz verdadera en esta situación de cisma encubierto. Y no se puede vender la moto de una "espiritualidad de comunión" sino es en la Roca de Pedro y los Apóstoles.
3.- ¡¡ORGANICEMOS EVENTOS Y MOVIDAS!!. Un activismo eventero y movidón sería como obsequiar un tratamiento de belleza a un enfermo de cáncer; obviando el tumor maligno maquillamos al enfermo. Pero "aunque la mona se vista de seda ..."
Además, en estas movidas, siempre están los mismos cuatro gatos, que están en todos los saraos.
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LF:
Me he reído un rato con el punto 3, je je je.
En cuanto al sedevacantismo, cuando leo que el Vaticano está infestado de masones y que el Vaticano II es obra del demonio, dos afirmaciones que he leído alguna vez en este blog aunque sé que usted no las comparte, deduzco un sedevacantismo latente. En otros blog esto es sin duda mucho más escandaloso, sin ninguna duda.
LF:
Mire, Hans Küng ha negado de forma pertinaz el dogma de la infalibilidad papal. Y la CDF no le ha llamado hereje. Pero lo es, a menos que haya cambiado la doctrina de la Iglesia y a los que niegan pertinazmente un dogma no se les llame ya herejes. Pero el hecho es que desde la CDF hace mucho tiempo que no se llama hereje a nadie. Busque usted el término herejía en los documentos de dicho dicasterio desde el Vaticano II hasta ahora. A ver las veces que lo encuentra. Lo cual no deja de ser curioso cuando estamos viviendo una época en la que la variedad de herejías es tal que no se recuerda algo igual desde tiempos patrísticos. Del dominico fallecido dice usted que tiene afirmaciones discutibles. Ya sé que no todos los errores doctrinales pueden recibir el calificativo de herejía pero, por ejemplo, yo pregunto: ¿acaso no es herético decir que un laico puede consagrar la Eucaristía?
Sobre la debilidad episcopal, me pregunto, si S.Ambrosio hubiera aplicado a S. Agustín el peso de la ortodoxia, dónde hubiera acabado, ¿en Hipona de obispo?, ¿por qué fué enviado a Hipona, una diocesis de ínfima notoriedad?. Hablamos de S. Agustín una columna de la Iglesia.
¿Con qué Pedro nos quedamos, con el traidor a Jesús o con el Papa, mártir por la Iglesia?, si nos quedamos, como es natural, con ambos, tengamos la paciencia de esperar la conversión, como por otra parte esperamos que se tenga con cada uno de nostros.
Un último apunte, en forma de pregunta, ¿la Iglesia de Guipúzcoa son los párrocos bocazas o los no bocazas más los miles de fieles, algunos han escrito aquí como Blanca Guerrero y otros?. Hay una respuesta mediática y una respuesta real.
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LF:
Hombre, lo que dice usted de San Ambrosio respecto a San Agustín es peculiar. Es obvio que no se puede tratar igual a los catecúmenos no bautizados que a los ya bautizados. Y yo, perdone, me quedo con el Pedro que ya se convirtió, no con el que traicionó a Jesús.
Es el mantra más popular de este portal, p.e.,si el Papa sufre un empujón la culpa es del postconcilio...¡como el Papa no se desplaza en silla gestatoria y bajo palio!; si el abad de Montserrat habla con palabras de candidato electoral y no de catolico, no ya de abad,la culpa del posconcilio.Y así hasta el vómito por empacho.
Alguno, como yo mismo, nos sentimos cansados de ver cómo "la entrañable misericordia de nuestro Dios", cómo un Dios "tardo a la ira y rico en clemencia, que no nos trata como merecen nuestros pecados", es sustituído por el "Dios de los ejércitos", que una deficiente teología veterotestamentaria nos presenta.
Habrá que recordar a Jesús preguntando..."¿quién está libre de culpa?...el que lo esté que tire la primera piedra".
Porque no está en el bofetón, merecido o no, la invitación a la conversión, está en la misericordia, ésa es la pasarela a la conversión, y, ésa es la actitud de la Iglesia del posconcilio; quedaron atrás los tiempos de la Inquisición, los de las cárceles y penitenciarias de la Iglesia y Órdenes religiosas (donde estuvo el "hereje" S. Juan de la Cruz, p.e.).
Por supuesto que no elogio la pusilanimidad y la cobardía cuando se producen, y se producen, y muchas veces además,pero todos los "herejes,cismáticos" y demás calaña,tienen hasta la hora de su muerte para arrepentirse, y no condenemos al "buen ladrón" antes de tiempo porque le quitaríamos la oportunidad de que el Señor le perdone y santifique.
"Misericordia quiero y no sacrificios".
Feliz Navidad
LF:
Cierto. Todos, hasta los herejes más recalcitrantes, tienen tiempo hasta el final de sus vidas para arrepentirse. Pero mientras no lo hacen, la Iglesia tiene el deber de separarles de la comunión eclesial. De hecho, eso puede ayudarles a arrepentirse. No se trata de castigar así porque sí. Toda pena canónica tiene un componente "medicinal" que no debe desdeñarse.
Por cierto, ¿podrías aclarar más lo que dices sobre San Ambrosio y San Agustín?
LF:
Pues que el santo obispo de Milán fue, junto con las oraciones de Santa Mónica, madre de San Agustín, el instrumento de Dios para la conversión del gran padre de la Iglesia. Y Foucauld pretendía comparar el tratamiento debido a un catecúmeno (S. Ambrosio a S. Agustín) con el que la Iglesia debe dar a los herejes.
Respecto a si estamos ante la gran apostasía previa al final de los tiempos, no lo sé. Puede que sí, puede que no.
El obispo retirado de Richmond, Virginia, Walter Francis Sullivan(1974-2003) no se le permitió dar una charla en esa diócesis por su actual obispo Francis Xavier DiLorenzo por sus posiciones disidentes.
El arzobispo de Cincinati, Daniel Pilarczyk considerado uno de los mas liberales ahora en retiro le quitó el derecho a enseñar doctrina catolica a la monja Louise Akers de las hermamas de la caridad.
Aquí sus razones.
"Es la responsabilidad del obispo de proporcionar una enseñanza auténtica católica y ortodoxa en su diócesis. Las personas que no están de acuerdo con la enseñanza de la iglesia no deben esperar de ser permitidas enseñar a lideres de catequesis o a otros en el nombre de la iglesia.
Su posición pública, él dijo al periódico, está desafiando a la enseñanza de la iglesia.
"Nosotros no empleamos a personas para enseñar sólo doctrina infalible; nosotros empleamos a personas para enseñar lo que está en el Catecismo de la Iglesia Católica," él explicó. "Como resultado, la Hermana Louise no puede enseñar en el nombre de la Archidiócesis de Cincinnati ni en ningún lugar de la cual la archidiócesis es responsable."
Tomado de:
http://ncronline.org/news/women/archbis ... -catechist
Pero estas noticias que nos das a conocer no se difunden ni propagan, cumpliéndose el viejo aserto periodístico:
No es noticia que el perro muerda al niño, sino que el niño muerda al perro.
O sea, no es noticia que unos obispos cumplan con su obligación, cosa que una buena parte hacen.
LF:
Es muy interesante el ver que el apóstol tiene muy claro, y nos enseña, que el que yerra en la doctrina no tiene a Dios. Muchos piensan que se puede ser cristiano y a la vez hereje. Pues no.
LF:
Vamos a ver, JJ, ¿quien niega un dogma de manera pertinaz es hereje? ¿sí o no? Decir que alguien o puede ser considerado teólogo católico y luego dejar que siga siendo sacerdote católicos, pues... ¿qué quieres que te diga?
LF:
No, mire, yo me atengo expresamente a lo indicado por el Concilio Vaticano II en la Lumen Gentium 37:
Los laicos, como todos los fieles cristianos, tienen el derecho de recibir con abundancia, de los sagrados pastores, de entre los bienes espirituales de la Iglesia, ante todo, los auxilios de la Palabra de Dios y de los sacramentos; y han de hacerles saber, con aquella libertad y confianza digna de Dios y de los hermanos en Cristo, sus necesidades y sus deseos. En la medida de los conocimientos, de la competencia y del prestigio que poseen, tienen el derecho y, en algún caso, la obligación de manifestar su parecer sobre aquellas cosas que dicen relación al bien de la Iglesia. Hágase esto, si las circunstancias lo requieren, mediante instituciones establecidas al efecto por la Iglesia, y siempre con veracidad, fortaleza y prudencia, con reverencia y caridad hacia aquellos que, por razón de su oficio sagrado, personifican a Cristo.
Y también tengo muy en cuenta lo dicho por Pío XII en 1950 sobre la opinión pública dentro de la Iglesia:
Finalmente, Nos querríamos todavía añadir una palabra referente a la opinión pública en el seno mismo de la Iglesia (naturalmente, en las materias dejadas a la libre discusión). Se extrañarán de esto solamente quienes no conocen a la Iglesia o quienes la conocen mal. Porque la Iglesia, después de todo, es un cuerpo vivo y le faltaría algo a su vida si la opinión pública le faltase; falta cuya censura recaería sobre los pastores y sobre los fieles. Pero también aquí la prensa católica puede hacer un servicio muy útil. A este servicio, sin embargo, más que a cualquier otro, el periodista debe aportar aquel carácter del que Nos hemos hablado, y que está formado por un inalterable respeto y un amor profundo hacia el orden divino, es decir, en el caso presente, hacia la Iglesia tal como ella es, no solamente en los designios eternos, sino tal como vive concretamente aquí abajo en el espacio y en el tiempo, divina, sí, pero formada por miembros y por órganos humanos.
Si posee este carácter, el publicista católico sabrá evitar tanto un servilismo mudo como una crítica descontrolada. Ayudará con una firme claridad a la formación de una opinión católica en la Iglesia, precisamente cuando, como ahora, esta opinión oscila entre los dos polos, igualmente peligrosos, de un espiritualismo ilusorio e irreal y de un realismo derrotista y materializante. Alejada de estos dos extremos, la prensa católica deberá ejercer entre los fieles su influencia sobre la opinión pública en la Iglesia.
Yo no le digo a la Iglesia lo que tiene que hacer en el sentido de que "o haces esto o te vas a enterar porque me voy a cabrear y verás tú lo que es bueno". Simplemente doy mi opinión sobre la situación porque tengo el derecho y hasta la obligación de hacerlo, y para ello me atengo expresamente al magisterio de la Iglesia, lo cual es algo que los progresistas JAMÁS harán. Es más, son ya unos cuantos los prelados que me han animado a seguir haciéndolo. A diferencia de lo que usted dice, las opiniones de los católicos que somos fieles al magisterio, si las damos con el respeto debido, sí que se tienen en cuenta. Por supuesto, la de los que viven en clara y abierta contradicción con la fe de la Iglesia, no.
LF:
Le vuelvo a decir lo mismo. Busque usted el término herejía en los documentos de la CDF desde el Vaticano II hasta aquí. No se usa. Y sin embargo, la herejía existe. El dominico no fue declarado canónicamente hereje, pero su fe no era la de la Iglesia en asuntos bien importantes. Con eso, basta.
Y por cierto, no hace falta que le diga que la muerte de un teólogo no impide que la Iglesia califique su obra con posterioridad.
Como católico me duele en el alma las afirmaciones de ese jesuita.
LF:
Te equivocaste de post, je je. Tu comentario era para el de la carta abierta con motivo de un artículo del padre Masiá, SI.
Hoy mismo escribe usted una carta abierta al obispo de Murcia y al Prepósito de los jesuitas denunciando un lamentable artículo de Masiá. A mí, como a usted, el artículo no me gusta y además está muy mal escrito y peor fundamentado, algo que no ocurre con el holandés que nos ocupa, por cierto. Su actitud, la de usted, me parece muy adecuada, pero no necesito decirle que serán otros quienes decidan y los católicos deberemos estar y pasar por lo que la CDF diga. Ésto es básico entre católicos, el acatamiento sin fisuras a lo que ate o desate el sucesor de Pedro.
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LF:
Y yo acato sin fisuras lo que ate o desate el sucesor de Pedro. Lo cual no es óbice para que solicite mayor firmeza contra los que se separan de la sana doctrina.
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