Obispos alemanes dicen que ellos también pueden jugar al Musk

(ECOS de la CAVERNA) El sorprendente anuncio del multimillonario Elon Musk, que ha indicado que está dando los pasos necesarios para comprar Twitter a pesar de la resistencia de la actual dirección y de los empleados, ha suscitado multitud de reacciones. Quizá la más inesperada haya sido la de la Conferencia Episcopal Alemana Über Alles, que en la adquisición hostil de la conocida red social ha encontrado inspiración para sus propios planes eclesiásticos.

Mons. Rotunden, obispo de Biergarten am Bratwurst, portavoz y peso pesado de la Conferencia, ha declarado en plena asamblea del sínodo alemán que “si el Musk ese tiene dinero, ¡nosotros tenemos más!”. Ante esa afirmación, el deutschepiscopado en pleno se levantó enfervorizado y se puso a corear el himno de la conferencia, “Kirchensteuer, Kirchensteuer über alles in der Welt…”, con el nuevo ritmo de hip-hop adecuado a los signos de los tiempos.

“Como muy bien dijo San Juan (Calvino)”, prosiguió el prelado, “tener dinero es un signo de predestinación, de santidad ¡y de ser los más mejores!”. Resonaron nuevamente las aclamaciones eufóricas y los gritos histéricos de las episcopesas in pectore, que no podían soportar tanta emoción.

Una vez que consiguió apaciguar a los asistentes, Mons. Rotunden explicó que, puesto que eran la raza superior los mejores de la Iglesia, no tenía sentido seguir fingiendo que les importaban las opiniones de esos otros obispos schwarzen retrasaden pobretonen menos en consonancia con los signos de los tiempos que “aún se aferraban a dogmas caducos y supersticiosos del pasado, como el Sara y el Burke”.

A continuación, Mons. Subenempujenestrujenbajen, Prefecto de Transporte y Contabilidad de la Conferencia, explicó que lo habían calculado cuidadosamente y, juntando lo de la caja común, los colchones episcopales, el IVA, una ayudita de Soros y las cuentas de Suiza y las Islas Caimán, tenían dinero suficiente “para comprar la Iglesia Católica entera y quizá, de paso, alguna de las protestantes, que están de saldo”. “¡Nosotros también podemos jugar al Musk!”, añadió.

“¡Es hora de echar un órdago a la grande, a la chica, a pares, a juego y a todo el alfabeto LGTBX!”, le interrumpió Mons. Rotunden sin poder contenerse. “Tanto tiempo dedicándonos a una invasión bárbara por aquí, una reforma protestante por acá y una guerrita mundial por acullá para poder mandar algo… y todo era mucho más fácil. El que paga manda y, en la Iglesia, los que pagamos somos nosotros. ¡Es hora de que empecemos a mandar! ¡Ahora mismo escribo un cheque y se funda, por fin, la Iglesia Católica Inclusiva e Incluyente Aria Alemana, que durará mil años!”.

Ante este anuncio, la emoción de los otros obispos, los sacerdotes y los laicos comprometidos o arrejuntados alcanzó ya proporciones apocalípticas. A pesar de las advertencias del Moderador del Sínodo, que gritaba con voz aflautada “sinodalidad es paz” y “sinodalidad es tolerancia” sin que nadie le escuchara, los asistentes se pusieron a quemar catecismos, sillas y todo lo que encontraban a su alrededor. Este derroche de sinodalidad destructiva creativa se prolongó hasta que se acabó la cerveza, a altas horas de la madrugada.

Mientras tanto, Mons. Rotunden tuvo que salir escoltado por la policía para protegerle de las episcopesas in pectore enfervorizadas, que querían a toda costa cortarle un cachito de la camisa de cuadros como reliquia.