G-9 anuncia el resultado de un lustro de reforma de la curia

(ECOS de la CAVERNA) En medio de una grandísima expectación, el llamado grupo G-9 de cardenales, encargado de realizar una profunda reforma de la curia, anunció ayer el resultado de cinco intensos años de reuniones y planificación. La rueda de prensa tuvo lugar en la sala Sabatina del Vaticano, llamada así porque se dice que la misma Reina de Saba se alojó en una ocasión en ella, en tiempos del Rey Salomón.

“Estaba claro que había que reformar la curia”, declaró el Card. Grassone Della Poltrona, portavoz informal del G-9. “Hacerla más inclusiva, modernizarla al fin”.

El Cardenal explicó a los periodistas y monsignorini reunidos que hacía falta “un cambio de mentalidad, una metanoia. Por eso hemos decidido anunciar los resultados de nuestro trabajo en Cuaresma. Aun a riesgo de sonar demasiado católico, lo diré con claridad: debe haber una conversión de la curia. Pero debe ser una reforma desde abajo, verdaderamente popular. O, como se dice en Argentina, populista”.

En un ambiente optimista y casi eufórico, extrañamente evocador de los años sesenta del pasado siglo, el Cardenal continuó explicando que “se respira un aire nuevo en el Vaticano. Como anunció el ya casi santo Pablo VI, el fragante humo de la modernidad por fin ha entrado en la Iglesia”. “Y no nos referimos a la contaminación de los vehículos de Roma, que eso iría contra Laudato Si”, añadió con grandes carcajadas otro de los Cardenales.

“Así pues, en ejercicio de nuestra misión apostólica, considerando los considerandos considerados anteriormente mencionados, hechas las consultas de rigor a los órganos consultivos, electivos y preceptivos, decidimos que, en vez de solamente monaguillos, las celebraciones papales siempre contarán también con monaguillas”, sentenció solemnemente el Cardenal, con expresión satisfecha.

“¿Y eso es todo?”, preguntó un periodista del Poughkeepsie Monitor, después de un gran silencio entre la audiencia de la sala.

“Claro que no”, respondió el cardenal Grassone, “por supuesto que hay más”. “Lo importante es que, de ahora en adelante, habrá paridad total entre monaguillos y monaguillas en todas las celebraciones vaticanas. Si un monaguillo porta un cirio, el otro cirio será portado por una monaguilla; si una monaguilla lleva trenzas, el monaguillo paritario será obligado a dejarse el pelo largo; si un monaguillo tropieza, una monaguilla será empujada por el maestro de ceremonias para que haga lo mismo”.

“Por supuesto, al igual que sucedió en el Concilio, estos cambios sustanciales tienen que tener un impacto en los libros litúrgicos. Por ejemplo, de ahora en adelante, donde el misal mencione al monaguillo, se cambiará esa mención por monaguill@. Es lo que hemos llamado la Nueva Reforma Litúrgica^TM. Exigirá una costosísima renovación de todas las normas y textos litúrgicos de la Iglesia, pero creemos que merece la pena y, movidos por nuestra voluntad de servicio, los cardenales del G-9 nos ofrecemos voluntarios para emprender esa tarea durante las dos próximas décadas. Por muchos viajes trasatlánticos que haya que hacer en primera clase, por muchas noches que tengamos que pasar en hoteles de cinco estrellas, ¡no nos rendiremos!”.

“¡No pasarán!”, gritó emocionado, por alguna razón, otro Cardenal.

“Ahora podemos decir, orgullosamente, que la Iglesia ha entrado en el siglo XXI”, concluyó el Cardenal Della Poltrona, antes de cerrar la rueda de prensa con una bendición aconfesional y el ya tradicional deseo de buena onda urbi et orbi, es decir, a todos y todas.

Según parece, mientras los periodistas se levantaban para marcharse, hubo un momento embarazoso cuando dos ancianos monseñores curiales se pusieron a comentar la noticia, entre risas apenas disimuladas. “Parturient montes, nascetur ridiculus mus”, señaló uno de ellos. “Antiquus vere es. Non mus, sed femina sua”, respondió el otro. Pero como nadie más en toda la curia entendió lo que dijeron, el incidente no pasó a mayores.