Yo estuve allí. Yo lo vi. Yo lo presencié...
…Por tanto, que no nos engañen, no lo olvidemos nunca jamás, que el Papa estuvo en Barcelona, y que Barcelona supo acogerlo, con miles de personas en la plaza de la Catedral. Miles, aunque parecían millones, porque hacían el ruido de un ejército en marcha. “VIVA EL PAPA”, “ESTA ES LA JUVENTUD DEL PAPA”, “OLÉ, PAPA, OLÉ”, “JO SI TE ESPERO” y muchos más fueron los gritos que adornaron aquella noche que desde ahora está en la memoria de todos y nunca olvidaremos, porque olvidar eso significaría olvidar parte de nosotros, olvidar que si queremos sabemos darlo todo por algo, que si queremos sabemos entregarnos a una cosa, a una causa diferente a nosotros mismos, que si queremos sabemos comportarnos como, más que buenos, santos cristianos, que se olviden los que ya están esperando a que de nuestra memoria desaparezca el ímpetu, la alegría, el entusiasmo de estos dos días para poder empezar a criticar al Santo Padre, porque si es verdad que todas esas cosas pasan, lo que no pasa nunca, lo que permanece como la piedra, es el amor que tenemos al Santo Padre, es el amor que tenemos a Benedicto XVI, amor cimentado en piedra, y desde ese amor, todos juntos, con el ENTUSIASMO de aquella gloriosa noche volvemos a gritar: ¡VIVA EL PAPA!