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16.11.09

Conclusiones del Congreso de la Unión Internacional de Juristas Católicos

Le ruego, Sr. Director, que publique en InfoCatólica, las conclusiones del Congreso de la Unión Internacional de Juristas Católicos. Creo que son muy loables todos los esfuerzos que se hagan por divulgar la doctrina social del la Iglesia en lo referente a los asuntos de la legitimidad del Estado y sus gobernantes, la participación de los católicos en la vida política de España, la relación entre los ciudadanos y las leyes, la libertad y la conciencia. Dada la muy defectuosa formación que sobre estos temas, y la deformación que incluso en los centros de formación y medios de comunicación católicos siguen recibiendo los jóvenes y mayores católicos españoles en las últimas décadas, creo un deber difundir las conclusiones clarificadoras de este Congreso.

Un cordial saludo,
Una asistente al Congreso.


Conclusiones UIJC
El comité organizador del Congreso Internacional «Estado y Conciencia», de la Unión Internacional de Juristas Católicos ha facilitado estas importantes conclusiones
14 de noviembre de 2009

1. Hemos elegido el tema «Estado y conciencia» como tema central del congreso internacional de la Unión Internacional de Juristas Católicos, en primer lugar, porque se trata de un tema central de la filosofía práctica, esto es, moral, jurídica y política. Nunca está de más, por lo tanto, contribuir a esclarecer conceptos tan importantes, tanto en sí mismos como en su interrelación, para los profesionales católicos del derecho. Pero no puede ocultarse que, en segundo lugar, la experiencia contemporánea hace más urgente esa reflexión, en cuanto exige el enjuiciamiento de múltiples cuestiones delicadas en las que está implicada la relación del Estado y de su ordenamiento jurídico con la conciencia.

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11.11.09

Carta a monseñor Sánchez sobre la homilía de uno de sus sacerdotes

Muy estimado Monseñor Sanchez,

Le dirijo esta nota con todo el respeto que me merece en virtud del encargo que ha recibido como sucesor de los Apóstoles dentro de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara.

Es precisamente en el ámbito de su gobierno pastoral en el que se circunscriben los hechos que le comento en esta nota y que requieren de su acción para evitar que el mal se propague dentro de la Iglesia diocesana de Guadalajara. Puede parecer que este comentario carece de importancia, pero a mi no me lo parece y en conciencia debo dirigirme a usted tras haber intentado la solución directa, sin fruto.

El domingo pasado, como acostumbramos, asistí con mi mujer y mis hijos a la misa de 13:00 en la Parroquia de San Nicolás. Desconozco el nombre del sacerdote que presidía la celebración.

En la homilía, dicho sacerdote comentó el evangelio del día correspondiente al pasaje del óbolo de la viuda en el Templo de Jerusalén. En un momento dado, hiló esta lectura del Evangelio con el pasaje de la multiplicación de los panes y los peces. Y lo hizo diciendo que Cristo no obró dicho milagro, que fue el niño que portaba los peces quien lo obró. Según su interpretación, toda la gente que estaba allí escuchando a Jesús llevaba su bolsa con alimentos pero nadie los sacaba para no tener que compartirlos. Cuando vieron al niño compartiendo todo lo que tenía, se avergonzaron y todos sacaron lo suyo compartiéndolo con los demás, produciéndose entonces el milagro. Y Jesús, allí mirando lo que sucedía sin intervención alguna por su parte. La verdad es que esta interpretación ciertamente es original, por decir algo.

A nosotros nos chocó éste modo de darle la vuelta al pasaje evangélico que evidentemente no es lo que se narra en los distintos evangelios. Es más, nos pareció que esta manera de interpretación creativa deja traslucir un intento más en el empeño de quitar al Señor su poder para obrar milagros. Estos milagros son los hechos que atestiguan que Jesús es el Cristo, el Ungido por Dios para redimir al mundo y posibilitar nuestro acceso al Cielo.

Así pues mi mujer se dirigió a la sacristía para poner de manifiesto nuestro desacuerdo con tal interpretación alejada de la Tradición y la Exégesis detenida. Allí, el sacerdote al escuchar los argumentos tuvo una reacción airada y muy subida de volumen, comentando en presencia de algunas personas que estaban allí, que quiénes eramos nosotros para darle lecciones a él, que deberíamos estudiar y leer más y que Jesús no era un mago para hacer estas cosillas de multiplicar panes, entre otras cosas. Sorprendente, cuando menos.

Por desgracia, una vez más, se esparce el error y el comentario doctrinal que niega a Jesucristo la posibilidad de hacer un milagro como éste. No es la primera vez que se escuchan estos argumentos: los endemoniados no lo son sino que son enfermos a los que Jesús cura, a aquellos que cura en realidad no estaban tan mal, los muertos no estaban tan muertos, y un largo etcetera.

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31.10.09

A favor de la unidad en la lucha contra el aborto

Sr director,

Le escribo en nombre de un grupo de amigos que compartimos una gran preocupación por el avance del aborto en nuestro país. Fuimos parte de aquella gran manifestación a favor de la vida que se celebró en Madrid el pasado 17 de octubre. Aunque sabemos que el gobierno no piensa hacer caso al clamor de la calle, al menos toda España pudo ver que somos muchos los que no nos quedamos de brazos cruzados ante el mal, cuya peor cara es sin duda alguna el aborto.

Creemos que la unidad en la defensa de la vida es un valor fundamental y por ello estamos realmente tristes y preocupados ante la noticia de que los organizadores de la manifestación se han peleado y dividido. Los motivos que alegan para esa división parecen más bien propios de peleas de patio de colegio o de luchas por conseguir salir primero en la foto. Nos negamos a dar la razón a ninguna de las partes en conflicto, porque el hecho de que hayan llegado al extremo de separarse demuestra que todos son culpables.

Apelamos a su responsabilidad ciudadana y cívica para que busquen la forma de volver a colaborar unidos en la defensa de la vida. Seguro que es más lo que les une que lo que les separa. Su división sólo sirve para que los que están a favor del aborto se froten las manos de satisfacción. Así que en nombre de los que son eliminados antes de nacer, reclamamos ¡Unidad, unidad y unidad!

Mariano Martínez Vizcaíno

26.10.09

Sobre un artículo de Juan A. Monroy

En el último artículo del Sr. Juan A. Monroy, publicado el 23 de octubre del corriente en Protestante Digital, fiel a su estilo de radical y hasta parecería … de enfermizo anti catolicismo, nombra el hecho del crecimiento de los evangélicos en América Latina. Lo nombra como si fuese algo saludable y muy beneficioso para este sufrido continente. Este señor, no deja de darme sorpresas y asombro en sus escritos, siempre subjetivos y parciales.

Pero me veo en la obligación de confirmar lo dicho por Monroy. Si es verdad, el peor rostro del protestantismo y de las sectas está aquí presente en Latinoamérica y va ganando cada vez más terreno, representado principalmente por la Iglesia Universal del Reino de Dios (Pare de Sufrir), los Testigos de Jehová, los Mormones y una infinidad de diminutos ministerios personales de tinte pentecostal evangélico, diseminados por todo el continente, sin afiliación a organización alguna y sin más autoridad que la misma Biblia. Esto forma parte de la alienante realidad del protestantismo latinoamericano, alienante realidad que hace escapar a sus fieles las reales exigencias del cristianismo, y ubicarlos en una burbuja donde la esperanza en el progreso material y en muchos casos sanaciones, factores que se constituyen más bien en las razones del porqué creer.

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17.10.09

Contrarrevolución: ¿Se puede hacer algo?

Sr Director,

Socialmente, las cosas están mal, bastante mal, para ser sinceros. Lo podemos ver en los periódicos, en la actualidad más palpable. ¿Están en España las cosas peor? Quizá. O quizá no mucho peor que allende. Pero la pregunta clave es: ¿se puede hacer algo? ¿Estamos condenados a sufrir las penurias de un sistema cada vez más totalitario sin poder mover un dedo?.

Hablemos de España. En España, entre siete y nueve millones de españoles acuden con asiduidad a la misa dominical. Entre el 75% y el 90% se considera católico, y los no-creyentes y ateos apenas alcanzan una cuarta parte de la población (los datos varían entre estas cifras según fuentes). Es decir, esto son datos objetivos, no se los inventa nadie. Con esto no quiero decir otra cosa sino que nos encontramos en España, y no en Yemen, Rusia, Suecia o Ruanda.

Hagamos un sencillo ejercicio de aritmética. De los 35 millones de españoles con derecho a voto, tomando una participación promedio del 75%, resultan 26 millones de votantes. De ellos, aproximadamente 21 millones votan a los dos partidos mayoritarios, aproximadamente 1 millón a partidos de los considerados de “extrema izquierda”, unos 2,5 millones a partidos nacionalistas, y el resto, 1,5 millones, a otros partidos menores. De nuevo, datos públicos y notorios, irrefutables.

Ahora extrapolemos estos datos a la población definida como católica y que, por lo visto, practica. Seamos conservadores: digamos que hay “sólo” 7 millones, es decir, una previsión pesimista. Y supongamos también que la participación en este colectivo “baje” al 60%, debido a múltiples causas, como el descontento o la existencia de un colectivo de personas mayores que pueda no votar, niños, etc. En cualquier caso, tendríamos ¡4,2 millones de católicos practicantes! con derecho a voto en cada convocatoria electoral. Y eso sin contar los no-praticantes o no-creyentes que defienden los postulados de los principios no-negociables (derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural, verdadera libertad religiosa, etc).

La pregunta tonta es: ¿qué papel han jugado / juegan esos cuatro millones mientras que, en más de treinta años, se han aprobado divorcios, abortos, matrimonios gays, EpC, LOGSE, etc?. La respuesta, tonta también, es: residual, insignificante, marginal, tangencial. Lo justo para llenar dos minutos de telediario tres veces al año y poner en bandeja los comentarios habituales de los medios afines a la revolución. Y esto por no hablar de la división interna que existe dentro de la propia masa social que, se supone, nos representa. Y sobre esto último, la revolución lo sabe perfectamente, lo que le permite apuntarse con toda comodidad al napoleónico “Divide y vencerás” (encarnado en el “yo soy católico” del Sr. Blanco).

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