(104) Carta abierta a un adúltero (Fray M. Petit de Murat)
Agradecemos a uno de los comentaristas que hace unos días nos recordó esta obrita de nuestro compatriota Fray Mario J. Petit de Murat, o.p. (*), y que bien podría tener una ligera variación como “Carta a un esclavo de la carne", ya que recoge algunos lugares comunes de muchos hermanos que, aún sin llegar al adulterio, pueden aprovecharse muy bien de estas reflexiones del p. Petit.
En otra obra suya ("El buen amor"), él advertía a los hijos de esta época:
“Todo está subvertido, absolutamente todo. Si confías en tu mente, la mente que has recibido de este mundo, estás perdido. Todo ha sido prolijamente cambiado, sustraída la verdad con toda paciencia y obstinación. En cuanto pienses una cosa por ti mismo, estás perdido, allí está la grieta que aprovechará Satanás para llevarte al infierno. Cualquier principio de este mundo que aceptes, estás perdido, porque el sistema de confusión es total, el sistema de errores es total, el sistema de mentiras es total. No hay nada que se haya salvado, en otras épocas quedaba algo ileso. Ahora nada…”
A mucha distancia de las sinfonías pseudomisericordes que solemos oír a menudo -recientemente en Uruguay, por ejemplo-, es digno de notar la claridad que encierran los párrafos que siguen, movidos por la fe y el auténtico celo pastoral, buscando a toda costa la salvación del destinatario, que bien podría ser cualquiera de nosotros. La compartimos con la esperanza de -además de edificar con ésta-, promover en los lectores el interés por el resto de sus obras.


No se sorprenda el lector. Si ha habido tantos “honorables invitados” a este Sínodo que nos han dejado con la boca abierta, y tantos personajes que uno creería que no podrían haber estado jamás como consejeros papales, y sin embargo, siguen soltando ocurrencias a cuál más mundana sin que se los haya hecho callar, porque lo importante era el diálogo sincero... Si ni siquiera tuvieron empacho en recibir al Papa en la sala Pablo VI hace unos días, al son de “Heal the Word”, (himno de Michael Jackson cuya elocuente letra por un mundo unido pueden ver
Este 25 de octubre será para muchos católicos argentinos, un día sagrado. Pero no por ser domingo, ni por la clausura del Sínodo, sino porque nuevamente habrá aquí elecciones presidenciales…!
Ya en los últimos días del Sínodo de la Familia, vemos que ha proliferado una serie de artículos en diversos medios, profetizando, ponderando, lamentando y celebrando las diferentes posiciones que desde hace más de un año suscitan en el pueblo fiel desde la euforia más auspiciosa hasta la decepción más amarga. Si en algo deberíamos coincidir, es en el reconocimiento de que lo más ausente allí ha sido el espíritu de unidad.
Si por algo se viene caracterizando hace unas décadas la Iglesia en Argentina es por la sensación de formar una suerte de “iglesia nacional”, en la que no sólo se hace lo que a cada uno le place en materia de liturgia, sino que también el calendario se va acomodando “a piacere”, eso sí: siempre anteponiendo excusas relativas a un presunto carácter misionero, como si éste se pudiera contraponer al sentir católico-universal.




