María Santísima, tipo, Madre y modelo de la Iglesia, es sin duda Maestra de la fe y de la oración. No podemos entonces dejar de consultarla en nuestros criterios espirituales y materiales de perfección cristiana.
Ahora bien, Ella en Fátima asocia el término “pobres” al de pecadores, es decir, propiamente hablando, a los des-graciados, los sin-gracia, ya sea con o sin bienes materiales.
Hace varios años, un amigo nuestro perdió a un hijo en un trágico accidente, y en una hermosa carta que circuló haciendo un enorme bien, hizo referencia precisa a este tema, poniendo en su justo lugar el término “desgracia”, que nada tenía que ver con lo ocurrido a su hijo, pues él, gracias a Dios, no era de ningún modo un desgraciado.
Últimamente el Papa nos exhorta a ir a las “periferias existenciales”, y nos surge una pregunta: ¿podemos ir realmente allí, cuando primero no hemos llevado, delante, el corazón? ¿Es fecundo ir físicamente adonde no se va con Cristo, es decir, donde no somos conducidos por Su corazón de Rey de cielos y tierra?
Acudir con el Cuerpo -pues somos miembros vivos de Su Cuerpo místico- sin portar el Corazón, sin querer Su voluntad, ¿no será amontonar allí, nuevos cadáveres?…
Porque hay una sola cosa necesaria, y es que Cristo reine, y todo lo demás nos será dado por añadidura…
¿Pero podrá reinar El si nosotros -los que nos creemos fieles, porque hemos sido llamados a ser sus testigos- no somos vehículos de Su Divina Misericordia, vale decir, si le negamos “abonar” con nuestra oración de petición, el camino de nuestros pasos? ¿Cómo hacer que reine su Justicia, por ejemplo, si antes de hablar de ella, no “visitamos” con su Misericordia, a través de nuestra oración sincera, el alma de los injustos?
Y buscando entre los pobres más pobres, he encontrado en las periferias de mi corazón, a los que tal vez debamos confesar que hemos abandonado ya, porque hasta se ha secado nuestra oración por ellos. Entonces participamos, de alguna manera, de sus culpas, siendo luz que no alumbra, y sal que no sala.
Leer más... »