“En las Escrituras se dice: “Mi casa será declarada casa de oración”, pero ustedes están haciendo de ella una cueva de ladrones. (Mt.21, 13)
"El celo por tu casa me consume; sobre mí han recaído las burlas de los que te insultan.” (Sal.69,9)
Con un cansancio que el enemigo querría convertir en resignación, hace unos días nos enteramos de la novedosa “celebración” de las bodas de plata del “BARS” (iniciales del “Buenos Aires Rojo Sangre”), uno de esos festivales internacionales pretendidamente culturales a los que nos tiene acostumbrados el gramscismo imperante hace décadas. El fin de este festival es difundir y promover el cine de “terror, fantástico y bizarro”, y la interesante “novedad” de este año es que la inauguración se había dado nada menos que DENTRO del templo parroquial de San Ignacio de Loyola, la iglesia más antigua y parte integral del casco histórico de Bs.As. Por supuesto, aunque se hubiese tratado de una capillita escondida, lo escandaloso del caso es el suceso en sí: un templo católico utilizado como mero “escenario” para la presentación de un evento, cuanto menos profano, de puro entretenimiento mundano y especialmente malsano si se tiene un mínimo criterio católico y razón ordenada.
Sin mucha reflexión, lógicamente, los fieles reaccionaron con bastante desagrado, y como respuesta, el p. Francisco Baigorria, párroco del lugar, envió ayer un mensaje de whatsapp que circuló rápidamente y que figura asimismo en la página de la parroquia.
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