Como bien ha señalado Luis Fernando, Mons. Nunzio Galantino no es un meteorito caído del cielo, haciendo alusión a la lamentable “multitud de textos, declaraciones, acciones, estrategias que explican cómo hemos llegado a la situación actual”. Vale decir: las derivas de expansión de la cizaña eclesial son colosales, y no tenemos derecho a la sorpresa.
Pero también, esta situación que nos toca vivir creo que va sirviendo a quien tenga ojos para ver y oídos para oír, para aprender a reconocer quién es quién en la Barca, y eso no está tan mal, aunque sea tristísimo y difícil de admitir. Tal vez no estaríamos como estamos si se hubiese prestado más atención hace unos años…
Es innegable que estos tiempos y acontecimientos van “dividiendo aguas” cada vez más, y los fieles deben ir habituándose a asociar ideas, acontecimientos, palabras, para no ser arrastrados con la corriente de aguas turbias y confusión. ¡Hoy el mito de la Caverna de Platón es tan actual…! Tal vez nos lapiden por ello, pero hay que hacer el intento, si Dios nos lo concede, de “desencadenar” a tantos hermanos nuestros adormecidos y entumecidos entre las sombras de la Mentira.
Porque hay que admitir que mientras algunos se despabilan, hay por otra parte muchos fieles que se van dejando llevar, van perdiendo el sentido común católico más elemental, y con una ingenuidad que se parece demasiado a la necedad, ya están buscando las porras y silbatos para celebrar el “soplo del Espíritu Santo” (sic) de la revolución protestante, como los feligreses del Obispado de San Isidro (una de las diócesis más radicalmente modernistas de Buenos Aires), o de Lomas de Zamora, bombardeados por la propaganda que reproducimos aquí. En la propagande de la última se lee (con tono de cuento de hadas y violines de fondo…):
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