Peregrinación en acción de gracias para conmemorar aniversario del funeral de Isabel la Católica en Roma
La peregrinación está organizada por la Comisión Isabel la Católica, el arzobispado de Valladolid y el Capítulo Isabel la Católica. Tendrá lugar en Roma del 25 al 28 de febrero. Entrevistamos al P. José Luis Rubio Willen, director de la Comisión Isabel la Católica para la Causa de Beatificación de la Reina, que nos explica todo lo concerniente a la peregrinación.
¿Qué importancia tuvo el funeral en Roma de Isabel la Católica y en qué circunstancias se produjo?
La noticia del fallecimiento de Isabel la Católica llegó a Roma con un mes de retraso aproximadamente, que era lo que entonces tardaban en llegar las noticias de unos países a otros. La reina muere el 26 de noviembre de 1504 en Medina del Campo. Sorprendió e impactó la noticia porque la reina era muy querida en los ambientes vaticanos y en la curia romana. Alejandro VI, el gran pontífice amigo de los Reyes Católicos ya había fallecido. Fue el papa que les había otorgado el título de Reyes Católicos. El nuevo papa Julio II preparó en la curia el funeral en la iglesia española de Santiago y Montserrat.
Los Trastámara tenían fama de cuidar mucho todas las cosas oficiales. Fueron invitados toda la curia romana y toda la aristocracia. También fueron invitados todos los políticos que habían entonces. La gente sencilla también acudió a esos funerales. La tradición de esa época prescribía que el papa no asistiese a estos eventos, pero sí lo hizo toda su familia cercana.
¿Por qué fue tan importante la homilía en donde el predicador habló de sus virtudes y de su santidad de vida?
El predicador fue Ludovico Bruno, una persona docta y de plena confianza para los Reyes Católicos. Era obispo de Acqui (Países Bajos). Tenía un profundo equilibrio espiritual. Fue una riqueza y una gran gracia de Dios poder recuperar el sermón porque ya en esos funerales, poco más de un mes de su fallecimiento, se le consideró santa. Es importantísimo para un proceso de beatificación que la persona haya muerto en olor de santidad, emanando un perfume de imitación a Cristo y a sus grandes devociones.
En la homilía habló de su vida desarrollando un collar de virtudes de la reina y la comparó incluso con Santa Catalina de Siena, de la que era muy devota. Aludió a que quiso ser enterrada a ras de suelo con el sayal franciscano con el despojo de toda realeza, algo que sólo podía ser comparable a San Luis, rey de Francia. Dijo que era mujer de tantísimo ejemplo y cuyo cadáver llegó incorrupto a la sepultura. En definitiva, el predicador la consideró santa ante toda la curia romana.