La importancia de la contrición en la vida cristiana
Providencialmente llegó a mis manos hace poco el libro La contrición perfecta, llave de oro del paraíso de J. Von den Driech. Un librito muy sencillo, un opúsculo breve, pero que me hizo caer en la cuenta de las almas que se pierden o se pueden perder por hacer malas confesiones.
Es un tema, que aunque pueda parece muy sencillo y sabido, especialmente para las personas bien formadas, es siempre muy necesario y saludable recordar. La calidad de nuestra vida cristiana depende en gran medida de las disposiciones con las que recibimos los dos sacramentos más habituales que son la confesión y la comunión.
Una sola comunión bien hecha, recibiendo al mismo Cristo, debería servir para santificarnos y sin embargo cuantas comuniones solemos hacer por rutina y de manera mecánica. Para recibir a Cristo hay que tener la casa de nuestra alma limpia, esto es sin conciencia de pecado mortal. Aunque no tengamos pecados graves, la Iglesia siempre ha recomendado la confesión frecuente, que ayuda a tomar conciencia de nuestra imperfección y a crecer en santidad.
¿Qué es la contrición?
La contrición es el dolor del alma y el odio por los pecados cometidos. Debe estar acompañada del buen propósito, es decir de una firme resolución de corregirse y no pecar más.
Todos somos pecadores y pecamos a menudo. Por eso es importante confesarse con frecuencia y con una verdadera contrición y dolor de los pecados. Es además una de las condiciones necesarias para recibir la absolución.
Recordemos que la Iglesia nos propone cuatro pasos para hacer una buena confesión: Examen de conciencia; contrición (o arrepentimiento), que incluye el propósito de no volver a pecar; confesión y satisfacción (o cumplir la penitencia).


Álvaro Ginebreda, licenciado en Derecho y Filología clásica, analiza en profundidad las funestas consecuencias que ha tenido el marxismo en la historia.
Álvaro Ginebreda, licenciado en Derecho y Filología clásica, analiza en profundidad la deleterea ideología del marxismo y su maldad intrínseca. Principalmente explica en esta primera parte de la entrevista la perversidad del materialismo dialéctico y de la lucha de clases.
Luis Hernando de Larramendi y Martínez es Vicepresidente Segundo del Patronato de Fundación MAPFRE Externo y Vocal del Comité de Dirección. Desde un punto de vista personal, su actividad empresarial se centra en la actualidad en la presidencia de la fundación Ignacio Larramendi, en la administración de la empresa de DIGIBIS S.L., la pertenencia al Consejo de administración de Mapfre S.A. y algunas entidades filiales, y presencia en numerosos patronatos de fundaciones de diverso orden, entre ellas la fundación Alberto Elzaburu, ligada a la entidad Elzaburu S.L.P., de la que durante muchos años ha sido socio hasta su jubilación en ella en 2017.




