El P. Matthew Nobrega pertenece a los Siervos del Hogar de la Madre. Nació en los Estados Unidos de América, como el P. Henry. Lo conoció en la universidad católica “Ave María” en el estado de Florida en el año 2007. Su primer año de estudios allí coincidió con su primer año de sacerdocio, y luego llegó a convivir con él en la misma comunidad durante varias etapas de su formación religiosa y vida sacerdotal.
¿Qué supuso en su vida conocer al Padre Henry Kowalczyk SHM?
Tengo el privilegio de tener una doble perspectiva hacia el P. Henry, que son el antes y el después de mi propia ordenación sacerdotal.
En mi proceso de vocación, fue un apoyo con sus consejos y sus homilías. No fue nunca mi superior ni director espiritual, pero sus palabras, su ejemplo y su presencia me sirvió siempre de referencia de qué es y qué tiene que ser un Siervo del Hogar de la Madre.
En mi vida sacerdotal, fue y es constantemente una referencia de qué es y qué tiene que ser un sacerdote y un apóstol. Cantidad de veces he pensado, “¿qué haría el P. Henry en esta situación?” para saber cómo llevar adelante la misión de evangelizar y de santificar a las almas en los momentos o acciones más concretas.
Fue Superior de la casa donde estaba el P. Henry cuando falleció. ¿Cómo era él como súbdito?
El Padre Henry tenía una transparencia total. No ocultaba las dificultades que tenía, ni ponía pegas en lo que le pudiera pedir, aunque a veces le costaba. Podía percibir en ocasiones la lucha interior que la obediencia provocaba en él, pero me impresionó que siempre se ponía a la obra, aún con esas resistencias “naturales”, y a las pocas horas (o incluso minutos) volvía con una sonrisa y naturalidad, como si, por su esfuerzo en obedecer, el Señor iba conquistando la victoria en él.
Suelo decir que yo fui la última cruz del P. Henry. Además de obediencias costosas que le pedía (a veces, ¡no siempre!), tenía que obedecer a alguien, como yo, mucho más joven que él. El P. Henry nació en el mismo año que mis padres, así que para él la frase “podría ser tu padre” era literal. Sin embargo, la vida religiosa no se rige por criterios de edad ni experiencia, y la obediencia le pidió tenerme a mí como superior. Y a pesar de la diferencia de edad, cosa que algunos entendían como una humillación para él, siempre lo vivió con sencillez, con humildad y una sonrisa.
Llama la atención su vida desordenada de joven y su conversión radical, rompiendo todos sus CDs de rock.
Llama la atención todavía más la alegría y libertad que esa rotura provocó. Al final es lo que el corazón humano anhela: la totalidad. Robando el lema de otra hermana de nuestra comunidad, también fallecida, es o TODO o NADA. Es puro Evangelio. “Quien ama a su padre o a su madre más que a mí no es digno de mí”. Quien ama a los CDs más que a mí…
Pero no puedo negar que es una anécdota de su conversión de una ejemplaridad exquisita para los jóvenes de hoy. Una vez di a una joven la penitencia sacramental de abstenerse de usar el móvil 24 horas y casi se me muere de un infarto. Todo lo que implica el seguimiento de la música, los medios, los “superstar”…¡es una esclavitud! Pero de ahora en adelante, tenemos a un campeón en el estadio de ese combate: el P. Henry.
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