La Milicia de la Inmaculada reparte 10.000 medallas milagrosas en la JMJ, todas acogidas con devoción
Entrevistamos sobre ello a Miquel Bordas Prószyński, Presidente Internacional de la Asociación Pública de Fieles “Milicia de la Inmaculada”, fundada por San Maximiliano María Kolbe. Miquel está casado y es doctor en Derecho y abogado.
Háblenos muy brevemente de la asociación “Milicia de la Inmaculada”, para el que todavía no la conozca…
Como ya expliqué en una entrevista anterior, la Milicia es una asociación pública de fieles, fundada por San Maximiliano María Kolbe y otros seis compañeros franciscanos conventuales en 1917. Esta asociación promueve la consagración a la Inmaculada para la conversión de las almas y la extensión del Reino del Corazón de Jesús. Es decir, desde una entrega y una comunión vital cada vez mayor con María, nos dejamos conducir por Ella, “como su cosa y propiedad”, para convertirnos, de alguna manera, en Ella misma, como colaboradores y manos extendidas de Ella para la humanidad.
La suya no solo es la mejor escuela de santidad, sino que también nos constituye en apóstoles de su Hijo, es decir, nos lanza a la misión. En especial, en la Milicia de la Inmaculada, desde su fundación, hay una preocupación especial por llevar a Cristo a las almas más alejadas de Él, los “enemigos de la Iglesia”… Y es que María es la que aplasta la cabeza de la Serpiente. Se trata, por tanto, de un combate espiritual, animado por un amor sacrificado, combate que empieza en la propia alma, pero que se extiende a toda la sociedad.
¿Por qué la Milicia de la Inmaculada decidió repartir un gran número de medallas milagrosas en la JMJ?
Bueno, los miembros de la Milicia de la Inmaculada, los mílites, no solo llevamos la medalla milagrosa, según lo indicó San Maximiliano en los estatutos originales, sino que la difundimos habitualmente, como el signo más concreto de nuestro apostolado mariano.
En este sentido, sin una gran programación previa, sencillamente, unas semanas antes de la JMJ se nos planteó esta posibilidad de repartir las medallas milagrosas entre los jóvenes participantes en la JMJ de Lisboa, especialmente los vinculados a la pastoral franciscana, haciéndoles partícipes de esta iniciativa.
¿Cuántas medallas repartieron y cómo fue la aceptación de los jóvenes?
Aunque quedaba poco tiempo para el inicio de la JMJ, en aquel momento, gracias a la generosidad de algunos bienhechores, devotos fervientes de la Inmaculada, pudimos adquirir 10.000 medallas milagrosas. Posteriormente, todavía una persona nos regaló mil medallas más. Además, unas carmelitas descalzas de España nos entregaron mil pequeñas bolsitas de tela, para colocar en cada una de dichas bolsitas diez medallas. Finalmente, imprimimos mil ejemplares de un pequeño tríptico con el texto de la consagración a la Inmaculada, según la fórmula compuesta por San Maximiliano María Kolbe, para repartirlos también en Lisboa.
Así, el pequeño grupo de jóvenes mílites que pudimos viajar a Lisboa nos juntamos una tarde en la parroquia que nos acogía para preparar el “kit” que íbamos a repartir entre los jóvenes de la JMJ, compuesto por una bolsita con 10 medallas y el pequeño tríptico.
¿De qué países eran los jóvenes que las repartían?
El equipo estaba formado por jóvenes de Burkina Faso, Polonia, Nicaragua, Bolivia y España. Un sacerdote franciscano bendijo dichas medallas. Posteriormente, el sábado 5 de agosto por la mañana, antes de dirigirnos al encuentro con el Papa Francisco en Campo de Graça, al concluir la misa presidida por el Ministro General de la Orden Franciscana Conventual, el Padre Carlos Trovarelli, y a la que asistió todo el grupo de la pastoral franciscana -de unos mil jóvenes- repartimos a cada uno ese kit. Para muchos de estos jóvenes, de procedencias muy diversas, se trataba en realidad del primer contacto con la medalla milagrosa.
¿Cómo fueron acogidas las medallas por los jóvenes?
Estas medallas eran acogidas con gran interés y devoción por todos ellos. Les decíamos a los jóvenes: “una medalla es para ti, otra para repartirla entre vuestros amigos u otras personas, aquí en Lisboa o cuando volváis a casa”. De este modo, les invitábamos a comprometerse en la difusión de las medallas recibidas. En especial, recuerdo la grata acogida de la medalla por parte de los jóvenes venidos de China continental, que apenas la conocían.
¿Qué importancia ha tenido esta medalla en la historia y cuál es su vigencia actual?
Como es sabido, fue la mismísima Virgen María la que mandó a Santa Catalina Labouré, Hija de la Caridad, acuñar esta medalla según el modelo que Ella le mostró en su aparición en Rue du Bac en París el 27 de noviembre de 1830. María prometió que, cuantos llevaren puesta esta medalla, alcanzarían su especial protección, recibiendo grandes gracias, tanto en la vida, como en la muerte. El curso de la historia así lo ha puesto de manifiesto, siendo innumerables los favores, milagros y, sobre todo, gracias de conversión, obtenidos por la medalla; por cuyo motivo, aunque la imagen reflejada en ésta representa a la Inmaculada, la medalla recibió el nombre de “milagrosa”, como es conocida actualmente.
¿Cuál fue el punto de inflexión clave en su difusión?
Un hecho, sin embargo, resultó fundamental para su difusión, cual fue la conversión del judío Alfonso de Ratisbonne en 1842, en la Basílica de Sant’Andrea delle Fratte, de Roma. Su conversión fue propiciada por haber aceptado llevar dicha medalla, que le ofreció un amigo, un noble francés residente en Roma y apóstol de la misma. Por tanto, no se trata de un “amuleto”, sino de un don que nos regala la Madre de Dios. Por eso, la compartimos con alegría, obedeciendo el deseo de nuestra Madre y confiando el fruto espiritual de la intercesión de María en favor de los que la reciben y la llevan con fe.
¿Qué relación tiene la medalla con el lema de la JMJ?
En este sentido, como rezaba el lema de la JMJ - «María se levantó y partió sin demora» (Lc 1,39) - y como recordó el Papa Francisco en la alocución a los jóvenes enfermos en la Capilla de las Apariciones del Santuario de Nuestra Señora de Fátima el sábado 5 de agosto de 2023, María tiene “prisa” en llegar a todos, para llevarnos a su Hijo Jesús. Pues bien, la medalla milagrosa es un medio muy sencillo para que María llegue rápido a muchas personas. Lo cierto es que casi nadie rechaza la medalla. La gran mayoría de la gente que la recibe, lo hace con gratitud y muchos hasta con emoción. María hace el resto, actuando en el fondo de los corazones, respetando la libertad de cada uno.
Por Javier Navascués
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