¿Qué dice el “preámbulo doctrinal” presentado a la FSSPX?
Presentamos este artículo, publicado en el blog Messainlatino, en el cual, junto a la postura personal del autor (en muchos puntos bastante discutible), se ofrecen algunos detalles adicionales, obtenidos por sus propias fuentes, sobre el preámbulo doctrinal que la Santa Sede presentó a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X como base para un acuerdo.
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El pasado 14 de septiembre fue presentado a Mons. Fellay, convocado a Roma para buscar una plena reconciliación, un “preámbulo doctrinal” como base para el acuerdo. El texto no ha sido publicado, al menos por tres razones: para permitir a los responsables de la FSSPX un examen más sereno, sin la presión de quienes verían, sin embargo, trampas y caballos de Troya incluso en el número de las comas; para preparar sobre él una meditada ilustración al Capítulo general de la Fraternidad; y finalmente… para permitir tal vez alguna limitad enmienda, sin que se sepa, donde un pasaje o un adjetivo pareciese realmente poco deseable para la FSSPX.
Adquiridas las debidas informaciones y aún queriendo respetar, por las mismas razones recién mencionadas, el vínculo de la reserva que protege el contenido del “preámbulo doctrinal”, no queremos privar a nuestros aficionados lectores de algún elemento de juicio adicional.
Puedo decir que, personalmente, no tendría problemas en firmar ese preámbulo. Pero yo no soy Superior de la FSSPX; por suerte, dirán muchos… Sin embargo, encuentro varias razones por las cuales el texto es una sorpresa positiva (digo sorpresa ya que Mons. Fellay, al dirigirse al encuentro, se esperaba una propuesta canónica-jurídica más que un texto doctrinal). Me atrevería a decir que la relativización del Concilio, que este preámbulo permite, representa una verdadera victoria para la Fraternidad, un punto extremadamente significativo, como (si no más) la solemne afirmación del motu proprio según el cual la liturgia antigua nunca fue abrogada. Pero victoria para Mons. Fellay no significa derrota para Roma: como ya había escrito, un acuerdo – y así también la demolición del “superdogma” conciliar –representa una solución win-win, donde ambas partes obtienen mucha ganancia.
El contenido del preámbulo, que a fin de cuentas es un documento muy sintético, se puede compendiar esencialmente en dos puntos. Comenzamos por el segundo porque es algo sencillo: para decirlo en pocas palabras, la FSSPX debe modificar los tonos y expresar lo que tenga para decir de un modo respetuoso y filial, así como colaborar lealmente con todas los otros miembros del Cuerpo místico. En lenguaje eclesial-teológico, esto se define “sentire cum Ecclesia”.
El primer punto del preámbulo, en cambio, el más importante, es la reproposición del contenido del canon 750, es decir, de la necesidad para un católico de aceptar la enseñanza magisterial según los grados de adhesión sancionados por aquel artículo y por la carta apostólica Ad tuendan fidem de Juan Pablo II. En síntesis, hay tres diversos niveles de vinculación de la enseñanza magisterial: como aclaraba una Nota explicativa del entonces Cardenal Ratzinger, en la función de Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, hay verdades que la Iglesia proclama divinamente reveladas y son, por lo tanto, irreformables y deben ser acogidas con “fe teologal”. Quien no cree en ellas, no es católico. Tales son los dogmas de fe, sobre los cuales, por otro lado, la FSSPX no tiene problema alguno (Mons. Fellay daba el ejemplo del dogma trinitario). Igual asentimiento de fe firme (e igual ausencia de problemas para la FSSPX) concierne a aquellas doctrinas sobre la fe o la moral no fundadas directamente sobre la Escritura, pero enseñadas por la Iglesia infaliblemente, porque así son proclamadas o reafirmadas siempre por el Magisterio. Ejemplos de este último tipo (que se leen precisamente en la Nota explicativa) son la imposibilidad de la ordenación femenina, la prohibición de la eutanasia, la canonización de los santos.
Requieren, en cambio, un “religioso obsequio de voluntad y entendimiento” aquellas enseñanzas del Magisterio del Pontífice o del Colegio de los Obispos que no se presentan como definitivas (tal vez porque contradicen precedentes enseñanzas: piénsese – el ejemplo es nuestro – en la prohibición de préstamo con intereses). La Nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe se abstiene prudentemente de dar ejemplos de este tipo, tal vez porque sería como disminuir las enseñanzas que fuesen señaladas en esta categoría. El hecho es que las enseñanzas más controvertidas del Concilio, como también el Magisterio sucesivo que ha repetido aquellas enseñanzas, no podrían asumir un nivel de vinculación superior a éste, visto que el Concilio ha declarado no querer definir ninguna nueva “verdad” y que el hecho mismo de ser proposiciones, si no en “ruptura”, al menos en “reforma” respecto al Magisterio anterior, las priva necesariamente de todo carácter definitivo.
En la práctica, se pide a la Fraternidad suscribir la profesión de fe a la que está sujeto todo católico; parece algo muy factible. Pero alguno podría temer que aquella obligación de “religioso obsequio de voluntad y entendimiento”, si es aplicado a ciertas enseñanzas conciliares, pueda dificultar, o bien anular (con ciertas condiciones, es posible disentir – pero no en forma excesiva- de las enseñanzas no definitivas), el derecho de crítica al Concilio. Y aquí está la magnífica novedad.
Como informa el comunicado oficial de la Santa Sede, el Preámbulo deja “a una discusión legítima, el estudio y la explicación teológica de expresiones o formulaciones particulares presentes en los documentos del Concilio Vaticano II y del Magisterio sucesivo”. Nótese que el objeto de esta discusión, que es expresamente reconocida como “legítima”, no son sólo las interpretaciones de los documentos, sino el texto mismo de estos últimos: las “expresiones o formulaciones” usadas en los documentos conciliares.
Por lo tanto, estamos mucho más allá de la mera hermenéutica: se vuelve lícito criticar las palabras mismas (y no sólo el significado o la interpretación de aquellas palabras) que los Padres conciliares eligieron para componer los documentos. Si las palabras usadas en el preámbulo y luego en el comunicado oficial tienen un sentido, hay aquí una revolución copernicana en el acercamiento al Concilio: es decir, el cambio desde un mero plano exegético a uno sustancial (este es un punto que me parece ausente en el por otro lado bello análisis de don Morselli publicado en esta blog). En el discurso del 15 de agosto, Mons. Fellay decía que, para Roma, el Concilio es un tabú y que por eso se limita a criticar la envoltura externa, es decir, la interpretación. Ahora, en cambio, será lícito afrontar también el núcleo. Lo que implica además que aquellos pasajes textuales controvertidos, en cuanto libremente discutibles, no requieren ni siquiera aquel grado mínimo de adhesión que consiste en el “religioso obsequio”.
En sentido análogo se expresa también el padre Barthe, experto conocedor de asuntos eclesiales, en este iluminador artículo que os exhorto a leer, como también el vaticanista de Le Figaro.
Recordareis cómo, en los pasados meses, los ponderosos ensayos de un Gherardini o de un De Mattei han recibido apresuradas condenas (en lugar de profundizadas y meditadas críticas), basándose en la apriorística acusación de ponerse contra el Papa, que del Concilio ha criticado sólo la hermenéutica de la ruptura y no los textos en sí mismos, que alguno (pienso en el P. Cavalcoli o en Introvigne) quisieran “dogmatizar” al punto de considerarlos definitivos. Y bien, como a menudo sucede cuando se es más papistas que el Papa: Gherardini – De Mattei 1 / Equipo de los neocon 0.
Es un gran éxito para Mons. Fellay, para la Iglesia y para el Papa Benedicto, que se preocupa muchísimo por dos cosas: la curación de una dolorosa ruptura eclesial y el redimensionamiento del “tótem Concilio”, del cual ya en otros tiempos llegó a decir (Alocución a los obispos de Chile del 13 de julio de 1988):
“La verdad es que el mismo Concilio no ha definido ningún dogma y ha querido de modo consciente expresarse en un rango más modesto, meramente como Concilio pastoral; sin embargo, muchos lo interpretan como si fuera casi el superdogma que quita importancia a todo lo demás. […] No se tolera la crítica a las medidas del tiempo postconciliar; pero donde están en juego las antiguas reglas, o las grandes verdades de la fe –por ejemplo, la virginidad corporal de María, la resurrección corporal de Jesús, la inmortalidad del alma, etc.–, o bien no se reacciona en absoluto, o bien se hace sólo de forma extremadamente atenuada”.
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Fuente: Messainlatino
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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26 comentarios
Sólo es mi opinión.
"el Concilio Vaticano II, es intocable y ha de ser
aceptado PLENAMENTE, como condición para normalizar la situación en la Iglesia de la FSSPX" ya no se sostiene.
Se empieza a considerar ya seriamente la necesidad
de REVISAR EL CVII, a la luz de la Tradición y Magisterio anterior.
Porque el tema es mucho mas amplio y de mas calado,
ya no es trata SOLAMENENTE de la regularización canónica de la la FSSPX, se trata ni más ni menos de la REVISIÓN DEL CONCILIO VATICANO II, que ya no fue solo nefasto en su hermeneútica y/o aplicación sino además en la LITERALIDAD DE ALGUNAS DE SUS PARTES EN LO QUE ES MAGISTERIO NO INFALIBLE.
Esto es ni más ni menos que lo que venimos proclamando los católicos tradicionalistas, y la
FSSPX.
- "Nótese que el objeto de esta discusión, que es expresamente reconocida como “legítima”, no son sólo las interpretaciones de los documentos, sino el texto mismo de estos últimos: las “expresiones o formulaciones” usadas en los documentos conciliares.
Por lo tanto, estamos mucho más allá de la mera hermenéutica: se vuelve lícito criticar las palabras mismas (y no sólo el significado o la interpretación de aquellas palabras) que los Padres conciliares eligieron para componer los documentos. Si las palabras usadas en el preámbulo y luego en el comunicado oficial tienen un sentido, hay aquí una revolución copernicana en el acercamiento al Concilio: es decir, el cambio desde un mero plano exegético a uno sustancial"
Si esto es así, estamos ante un gran avance.
Enhorabuena al Papa Benedicto XVI.
Cierto, pero también oportuno conocer esta información.
Magisterio extraordinario fue el Concilio Vaticano II y, sin embargo, no quiso imponer infaliblemente ninguna doctrina, sino marcar la orientación pastoral de la Iglesia entera.
En cambio, el Magisterio ordinario puede ser infalible. Así Juan Pablo II en la carta Ordinatio sacerdotalis afirma que “la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”. Esta enseñanza reúne plenamente las condiciones de infalibilidad.
Sin embargo veo exagerada la afirmación del artículo de Messainlatino que determinados textos del Concilio no gocen siquiera del asentimiento religioso del entendimiento y la voluntad que obliga el Magisterio no infalible, dado que se trató de un concilio ecuménico y por tanto un acto del Magisterio solemne de la Iglesia.
“La verdad es que el mismo Concilio no ha definido ningún dogma y ha querido de modo consciente expresarse en un rango más modesto, meramente como Concilio pastoral; sin embargo, muchos lo interpretan como si fuera casi el superdogma que quita importancia a todo lo demás. […] No se tolera la crítica a las medidas del tiempo postconciliar; pero donde están en juego las antiguas reglas, o las grandes verdades de la fe –por ejemplo, la virginidad corporal de María, la resurrección corporal de Jesús, la inmortalidad del alma, etc.–, o bien no se reacciona en absoluto, o bien se hace sólo de forma extremadamente atenuada”.
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No tengo palabras. No las tengo ante la inmensa bondad de este Papa, su clarividencia, su honradez intelectual... Viví el postconcilio y por eso entiendo hasta el fondo lo que dice ese párrafo.
Dios bendiga a Benedicto XVI, y conceda espíritu de plena obediencia a la Fraternidad. De plena obediencia a este Papa, verdadero regalo de Dios.
OREMOS muchísimo. Vivimos momentos cruciales para la Iglesia.
También yo veo exagerada la afirmación del autor cuando hace referencia a que algunos textos del Concilio no se les debe ni el tercer grado de asentimiento.
Por otro lado, pienso que la cuestión crucial en la FSSPX (no creo que tengan problemas con asumir lo que exige la Professio Fidei) es la segunda cuestión: la de cambiar los tonos y expresarse de un modo más respetuoso, más eclesial, que manifieste realmente el "sentire cum Ecclesia". En este sentido, como dijo Benedicto XVI, "desde hace mucho tiempo y después una y otra vez, en esta ocasión concreta hemos escuchado de representantes de esa comunidad muchas cosas fuera de tono: soberbia y presunción, obcecaciones sobre unilateralismos". Esto tiene que terminar. Y creo que la Santa Sede también espera ese gesto concreto por parte de la FSSPX.
Francesco
Francesco, esto que dice el documento es fundamental, tanto que tal parece es el segundo de únicamente dos puntos del preámbulo. A buen entendedor, pocas palabras.
Entiendo esto que dice Vd.:
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En este sentido, como dijo Benedicto XVI, "desde hace mucho tiempo y después una y otra vez, en esta ocasión concreta hemos escuchado de representantes de esa comunidad muchas cosas fuera de tono: soberbia y presunción, obcecaciones sobre unilateralismos". Esto tiene que terminar. Y creo que la Santa Sede también espera ese gesto concreto por parte de la FSSPX.
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Pero hay que matizar, si se tratara de pecados contra Cristo: (lujuria, robos, fraudes,avaricia borracheras..etc) pues sí, se impone la humildad y
corrección fraterna pues todos somos pecadores,..
en este sentido estaría fuera de lugar la soberbia
y la presunción, y lo que procedería seria el tono
humilde y la corrección fraterna.
También comprendo al Santo Padre, es lógico y normal
que se preocupe en su ministerio de pastor universal
de la Iglesia por el apaciguamiento de los ánimos.
Pero estamos ante HEREJIAS Y PECADOS CONTRA LA FE
QUE ESPARCEN TRANQUILAMENTE EN LA IGLESIA MASONES,
MODERNISTAS Y NEOPROTESTANTES.
Es decir BLASFEMIAS CONTRA EL ESPIRITU SANTO.
Y aquí no camben BUENAS PALABRAS...A VER COMO LO
DECIMOS ...PARA QUE NADIE SE OFENDA...
Se nos pide que seamos diplomáticos, suaves...
de buenas y blandas palabras....
en definitiva esto:
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la de cambiar los tonos y expresarse de un modo más respetuoso, más eclesial, que manifieste realmente el "sentire cum Ecclesia".
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Pues nó NUESTRA FE CATOLICA, FUE ARRUINADA POR SATANAS INFILTRADO DENTRO DE LA IGLESIA.
(masonería y modernismo)
Y decimos como PABLO VI, "POR ALGUNA GRIETA EL HUMO DE SATANAS HA ENTRADO EN LA CASA DE DIOS".
EDITADO (hay afirmaciones que, sencillamente, no pueden tolerarse. Todo lo demás, manifestado con respeto como lo está haciendo, puede decirse. Pero hay límites)
y si no gusta nuestro "tono" y decir que somos soberbios allá Vds.
COMO DIJO CRISTO " SEA VUESTRO SÍ, SÍ Y VUESTRO NÓ, NÓ, TODO LO QUE PASE DE AHÍ DEL MALIGNO VIENE."
Pero la Iglesia nos enseña que un Concilio, si es verdaderamente tal, es infalible de por sí, sin que pueda renunciar a ese don divino sin renegar de sí.
El hecho es que el Concilio sí habló de doctrina propiamente, y quiso imponerla por su autoridad a los fieles, como así lo declaró Pablo VI. Lutero era quién afirmaba que se podían discutir impunemente las declaraciones de los concilios.
Muchos católicos, aparte de los de la FSSPX, deberían recordar que el Magisterio ordinario de la Iglesia también es infalible.No es cuestión de si puede errar o no, sino de si el Magisterio quiere obligar de modo más o menos intenso y urgente a los fieles.P.Ej.Siempre se creyó que el sucesor de Pedro no podía errar en la Fe, pero sólo se exigió el maximo grado de asentimiento en 1870.
Mi impresión es que cuando se conozca el contenido completo del preámbulo doctrinal seguirá habiendo lugar para dos interpretaciones, por lo menos, una como la de Messainlatino, y otra como la del equipo de los neocon.
Saludos.
-O bien, que el Concilio es legítimo, enseña la verdad católica, no es lícito contradecirlo, y los Papas y obispos que lo sostienen son legítimos y deben ser obedecidos.
-O bien, que estando comprobado que existen errores tipificados y condenados como tales anteriormente en los mismos textos del Concilio(y no sólo en sus interpretaciones), no puede ser un verdadero Concilio, ni pueden ser verdaderos los papas que lo han aprobado.
La fsspx ha oscilado siempre entre esas dos posiciones, sin definirse claramente por ninguna, ya va siendo hora de clarificarlo.
Pues creo que te equivocas, la FSSPX, es muy clara es sus posiciones:
Fíjate que sencillo
CVII, es ecuménico y válido, ESO NO LO DISCUTEN,
Grado de asentimiento y obligatoriedad en:
MAGISTERIO INFALIBLE, tampoco en eso hay problema.
MAGISTERIO NO INFALIBLE:
La Iglesia nos pide "obsequio religioso"...pero...
- No es Magisterio claro...NECESITA UNA HERMENEUTICA.
- AL NO SER CLARO, hace posible hermeneuticas rupturistas y aplicaciones erróneas, toda vez que en algunas de sus partes es OSCURO, EQUIVOCO Y AMBIGUO.
- necesita una revisión para hacerlo netamente continuista con la Tradición y ya sin necesidad de
ninguna hermeneutica.
- El bien y la salvación de las almas PRIMA SOBRE LA NORMA:"OSEQUIO RELIGIOSO".
Como ves Eusebio, creo que están MUY BIEN DEFINIDAS Y CLARAS LAS POSICIONES DE LA FSSPX
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Mucho ayudaría que los medios católicos tengan un poco menos hostil hacia la FSSPX. A modo de ejemplo traigo el título del actual artículo de José Miguel Arráiz: "Histeria colectiva de filo-lefebvristas a raíz del Comunicado de la Oficina de Prensa de la Santa Sede sobre la situación de la Fraternidad San Pío X". Esta falta de caridad hiere a la unidad de la Iglesia y es también culpable de los exabruptos en cuestión.
Me parece que la distinción de cuatro niveles magisteriales que hace Gherardini, y las precisiones de D. Florian Kolfhaus sobre la pastoralidad del último Concilio, son necesarias para salir por arriba de un laberinto que, de otro modo no, tiene salida visible, salvo una definición magisterial infalible.
Saludos.
“Por otro lado, pienso que la cuestión crucial en la FSSPX (no creo que tengan problemas con asumir lo que exige la Professio Fidei) es la segunda cuestión: la de cambiar los tonos y expresarse de un modo más respetuoso, más eclesial, que manifieste realmente el "sentire cum Ecclesia".
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Yo quiero ser más optimista y pensar que la Fraternidad está dispuesta a cambiar las formas. En ese contexto se mueven las palabras de la homilía de Mons. de Galarreta sobre la caridad pronunciada en Econe el 29 de junio de 2011:
“No sé por qué la firmeza doctrinal sería contraria a la delicadeza, a la ingeniosidad y aún a la intrepidez de la caridad. No lo sé. No sé por qué la intransigencia doctrinal se opondría a las entrañas de misericordia, al celo misionero y a la caridad apostólica. No se trata de elegir entre la fe y la caridad; hay que englobar las dos. Sin la caridad no soy nada, incluso si tuviera una fe que mueve montañas. Si no tengo caridad no soy nada. Si diese mi vida por los pobres y no tengo caridad, no soy nada (cfr. I Cor. 13, 3).”
Puede que el artículo de messainlatino revele aspectos fidedignos, pero lo dicho por Monseñor me hace ponerlo en duda.
"...el Preámbulo deja “a una discusión legítima, el estudio y la explicación teológica de expresiones o formulaciones particulares presentes en los documentos del Concilio Vaticano II y del Magisterio sucesivo”."
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Nótese bien que lo que está aquí dejado a discusión legítima no son propiamente las expresiones del Concilio y el Magisterio posterior, sino "el estudio y la explicación teológica" de esas expresiones.
La formulación ha sido elegida muy cuidadosamente, como se ve, y es lógico que así fuese, dado lo delicado del tema.
Según eso, la Iglesia no propone discutir las expresiones del Concilio o del Magisterio posterior, ni da vía libre para criticarlas, sino solamente discutir la interpretación de esas expresiones.
Saludos cordiales
¿Por qué cuesta tanto admitir el cambio de doctrina en materia de derecho a la profesión de falsos cultos? En su momento, nadie puso en tela de juicio que la doctrina de la Iglesia había cambiado. Congar lo dijo sin problemas: es un gran cambio, usar el termino "tolerancia" era poner en duda nuestra sinceridad, por eso establecimos el derecho a profesar otras religiones. Lean lo que decían los padres conciliares Suenens, Alfrink, Bea: eran liberales. Eso lo sabe perfectamente Ratzinger, porque lo vio.
Ni que decir que esto, para un tomista no infectado por Maritain, esta clarísimo.
Opinar es gratis, de eso no cabe duda.
El Vaticano II es un Concilio aprobado por el Papa. Por lo tanto la actitud religiosa católica es incompatible con el rechazo de algunas de las enseñanzas del Vaticano II.
Apoyo lo dicho por Néstor. Pero aun cuando quedara librado a la discusión teológica el tenor de la formulación o la expresión de las enseñanzas del Concilio, esto no anularía lo dicho antes. Si uno tiene (como todo católico debe tener) a la doctrina del Concilio como verdadera, no puede rechazarla. Lo más que puede llegar a decir en son de crítica es algo así: "El Concilio ha dicho y querido decir tal o cual cosa que, en mi humilde opinión, quedaría más clara expresada de tal o cual otra forma". Es decir, el teólogo católico puede interpretar y explicar las doctrinas del Concilio, no negarlas ni cambiarlas.
Y hay mucha doctrina en el Vaticano II: son doctrinales toda la Dei Verbum, toda la Lumen Gentium, gran parte de la Gaudium et Spes, parte de la Sacrosanctum Concilium, etc.
Y tampoco es lícito rechazar las disposiciones prácticas o pastorales del Concilio. Se debe aceptar su validez y licitud; y cualquier posible crítica o propuesta de mejora ha de hacerse con respeto, reverencia y prudencia.
Esa asamblea tiene toda una serie de pronunciamientos dogmáticos, algunos perfectamente claros en su separación de la verdad católica, perfectamente inasimilables por ella, por mucha interpretación que le echemos. En cuanto a la nota teológica de sus textos, la Fraternidad sostiene la existencia de un Magisterio ordinario universal auténtico pero falible, que nunca ha existido.
Martin Hellingham, siento haber simplificado en exceso la argumentación, sería conveniente plantear en otro post las distintas comprensiones que los teólogos de los últimos siglos han tenido respecto de los grados de Magisterio y la infalibilidad de la Iglesia y sus Pontífices.
Dice el articulo de Messainlatino:
“El primer punto del preámbulo, en cambio, el más importante, es la reproposición del contenido del canon 750, es decir, de la necesidad para un católico de aceptar la enseñanza magisterial según los grados de adhesión sancionados por aquel artículo y por la carta apostólica Ad tuendan fidem de Juan Pablo II.”
Si se confirma que sólo se le exige el canon 750 del vigente Código de Derecho Canónico y no el 752 sería un bombazo.
De hecho el canon 750 sólo contiene los dos primeros grados de la Professio fidei, siendo el 752 el que refleja el tercero, el asentimiento religioso que se le ha prestar al Magisterio no definitivo, no infalible.
El Concilio Vaticano II no quiso imponer infaliblemente ninguna doctrina, sino marcar la orientación pastoral de la Iglesia entera. Por tanto sus enseñanzas obligan al tercer grado de asentimiento, se enmarcan en el canon 752 y no en el canon 750.
Por tanto sería la primera vez que la Santa Sede no le estaría exigiendo a la Fraternidad una aceptación del Concilio Vaticano II. Todas estas conclusiones son provisionales a la espera de conocer el contenido del Preámbulo Doctrinal.
Canon 750 (según carta apostólica Ad tuendan fidem)
§ 1. Se ha de creer con fe divina y católica todo aquello que se contiene en la palabra de Dios escrita o transmitida por tradición, es decir en el único depósito de la fe encomendado a la Iglesia, y que además es propuesto como revelado por Dios, ya sea por el magisterio solemne de la Iglesia, ya por su magisterio ordinario y universal, que se manifiesta en la común adhesión de los fieles bajo la guía del sagrado magisterio, por tanto, todos están obligados a evitar cualquier doctrina contraria.
§ 2. Asimismo se han de aceptar y retener firmemente todas y cada una de las cosas sobre la doctrina de la fe y las costumbres propuestas de modo definitivo por el magisterio de la Iglesia, a saber, aquellas que son necesarias para custodiar santamente y exponer fielmente el mismo depósito de la fe, se opone por tanto a la doctrina de la Iglesia católica quien rechaza dichas proposiciones que deben retenerse de modo definitivo
Canon 752
Se ha de prestar un asentimiento religioso del entendimiento y de la voluntad, sin que llegue a ser de fe, a la doctrina que el Sumo Pontífice o el Colegio de los Obispos, en el ejercicio de su magisterio auténtico, enseñan acerca de la fe y de las costumbres, aunque no sea su intención proclamarla con un acto decisorio; por tanto, los fieles cuiden de evitar todo lo que no sea congruente con la misma.
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