Otro matrimonio camino a los altares
Se ha abierto en Roma el proceso de beatificación de los esposos Settimio Manelli y Licia Gualandris, padres de 21 hijos, entre los cuales se encuentra el fundador de los Franciscanos de la Inmaculada. San Pío de Pietrelcina, según informa la Positio, les había profetizado: “Superaréis los 20 hijos”.
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Aunque en la casa sólo entrara el sueldo de él, tuvieron en total 21 hijos: un ejemplo de “confianza” y de “aceptación” cristiana que la Iglesia, con la causa de beatificación del matrimonio, indica también a las familias de hoy. Las vidas de “esposos y padres ejemplares” de Settimio Manelli (1886-1978) y Licia Gualandris (1907-2004) llegan al proceso para la elevación al honor de los altares. En efecto, mañana a las 12 hs, en el Aula della Conciliazione del Vicariato de Roma, se abrirá oficialmente la causa con la constitución del Tribunal diocesano y con el juramento de los miembros y del postulador, padre Massimiliano Pio M. Maffei, y de la vicepostuladora, madre M. Grazia Palma.
La particularidad y la “fecundidad” de la descendencia de los Manelli está también el en hecho de que uno de los 21 hijos, Stefano Maria, fundó en 1990 la Orden de los Franciscanos de la Inmaculada, que en pocos años ha llegado a comprender al menos mil miembros, entre frailes y hermanas, mientras que otro, Pio, ha tenido a su vez nueve hijos, de los cuales siete entraron también en la orden religiosa. “Hoy, entre hijos todavía vivos, nietos y bisnietos, la familia cuenta en total con doscientas personas: una descendencia grandiosa”, dice el padre Stefano Maria en vísperas de la ceremonia en el Vicariato.
Settimio Manelli, originario de Teramo, maestro y director en escuelas secundarias, y Licia Gualandris, nacida en Nembro (Bérgamo), se casaron en 1926 y vivieron en Roma. Ambos, desde 1924, conocieron de cerca al Padre Pío, del que se convirtieron en hijos espirituales (y que definió a Settimio “un cristiano de una pieza”) e hicieron profesión como terciarios franciscanos. Incluso en tiempos marcados por la guerra y por condiciones económicas adversas, no dudaron en aceptar los 21 hijos como verdaderos “dones de Dios”. “Recuerdo un episodio de cuando tenía 10 años – cuenta el padre Stefano Maria. Papá entró a casa y mamá le dijo tímidamente, casi en un susurro: «¿Sabes que estoy embarazada de nuevo?». Y él: «¿Ves? Hay otra llama que Dios ha encendido». “Su ejemplo – prosigue – era de aceptar la vida, nunca rechazarla. Y también esto venía de la gran escuela del Padre Pío, con una conducta fidelísima al Evangelio”. El religioso recuerda que, un día, el santo de Pietrelcina, frente a una audiencia de docentes, indicó a Settimio Manelli como un hombre “que observa y vive el Evangelio a la letra”, es decir, su “norma verdadera y concreta”.
Las cosas no fueron fáciles, durante la guerra no llegaba ni siquiera el sueldo como profesor y se iba hacia delante “con la ayuda de los comerciantes, que daban créditos”. Pero lo que ayudaba a hacer avanzar “la empresa” – así la llama el padre Stefano – de una familia tan numerosa “era la asistencia de Dios, la ayuda de la Providencia”. “Papá y mamá – añade – nos invitaban siempre a tener confianza en la Providencia, esperaban su llegada a casa como si fuese una persona”.
El hecho es que, de los 13 hijos que han quedado, “ocho han obtenido una licenciatura y, de todos modos, todos se han instalado”. Un mensaje “para la vida y para la familia” el de los Manelli, frente a los núcleos “destrozados” de hoy. También la confianza, sin embargo, según el padre Stefano, “se cultiva, en particular, con la oración”. “Papá – cuenta – comulgaba todas las mañanas yendo a Misa antes de dirigirse rápidamente a la escuela”.
La llegada a la causa de beatificación, tiempo atrás considerada difícil, “ha estado guiada desde lo alto”. “Hoy son nuestros padrinos – dice el padre Stefano sobre sus padres, pensando en su orden de los Franciscanos de la Inmaculada-. Una vez beatos, serán nuestros protectores”.
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Fuente: La Repubblica
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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2 comentarios
Hay mucha santidad en innumerables matrimonios cristianos que debe reconocerse. Por deformación profesional, primaba en la Iglesia la santificación de eclesiásticos. Y eso no hace justicia con otras santas realidades no reconocidas.
Bienvenido este nuevo proceso de beatificación de un matrimonio, vivido según la ley de Dios.
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