El caso Notre Dame aún no termina
Fort Wayne, Ind., 25 de agosto de 2009
El Obispo John M. D’Arcy, en cuya diócesis funciona la Universidad de Notre Dame, no quiere dejar en el olvido las cuestiones suscitadas por el hecho de que la universidad haya concedido honores al presidente Obama. En lugar de esto, el Obispo de Fort Wayne-South Bend ha escrito un conmovedor artículo para la próxima edición de la revista “América”, llamando a la renombrada universidad a evaluar las consecuencias de su fallo en el respeto a la autoridad de los obispos.
En un artículo que aparecerá en la portada del día 31 de agosto en la revista “América” dirigida por los jesuitas, el Obispo D’Arcy escribe que “mientras el verano sigue su curso en el hermoso campus junto al lago donde el joven sacerdote de la Santa Cruz, Edward Sorin, C.S.C. comenzó su gran aventura hace 177 años, debemos clarificar la situación que dividió de tal forma a la Iglesia la pasada primavera: clarificar de qué se trata, y de qué no se trata”.
Según el Obispo, que había pedido al presidente de Notre Dame, el P. John Jenkins, que no se concediera honores a Obama, “no se trata del presidente Obama… no se trata de los demócratas contra los republicanos… ni se trata de si es o no apropiado que el presidente de los Estados Unidos hable en Notre Dame o en otra gran universidad católica sobre los asuntos apremiantes de nuestro tiempo”.
La respuesta que dieron los fieles ante este asunto, escribe el Obispo D’Arcy, “no es lo que este periódico [la revista “América”] llamó ‘un catolicismo sectario’. En lugar de esto, la respuesta de los fieles deriva directamente del Evangelio”.
La verdadera cuestión planteada ante esta situación es la de clarificar si una universidad tiene o no la responsabilidad de dar un testimonio público de la fe, sostiene D’Arcy. “Si no es así, ¿cuál es el significado de una vida de fe? ¿Y cómo puede esperar una institución católica que sus estudiantes vivan en la fe en las difíciles decisiones que los confrontarán con una cultura a menudo opuesta al Evangelio?, se pregunta.
“En su decisión de conceder el honor más alto a un presidente que se ha opuesto repetidas veces incluso a la más pequeña protección legal de los niños por nacer, ¿mostró Notre Dame la responsabilidad que el Papa Benedicto sostiene que las universidades tienen de dar testimonio público de las verdades reveladas por Dios y enseñadas por la Iglesia?”, se pregunta el Obispo.
El Obispo D’Arcy también reprende a Notre Dame por su patrocinio, de años, a la obra “Monólogos de la vagina”.
“Aunque habló elocuentemente sobre la importancia del diálogo con el presidente de los Estados Unidos, el presidente de Notre Dame eligió no dialogar con su obispo sobre estos dos asuntos, ambos de naturaleza pastoral, y ambos con serias ramificaciones para el cuidado de las almas, que es la responsabilidad central del obispo local”, dice.
“Ambas decisiones”, revela el Obispo D’Arcy, “me fueron comunicadas después de realizadas, y e el caso del grado honorífico, después de que el presidente Obama lo había aceptado”.
Notando que nunca ha interferido “en el gobierno interno de Notre Dame o de ninguna otra institución de estudios superiores dentro de la diócesis”, D’Arcy explica que “el obispo diocesano debe averiguar si una institución católica compromete su obligación de dar testimonio público al poner el prestigio por encima de la verdad”.
“El no dialogar con el obispo trae consigo una segunda serie de cuestiones”, dice.
“¿Cuál es la relación de la universidad católica con el obispo local? ¿Ninguna relación? ¿El obispo es alguien que, ocasionalmente, celebra la Misa en el campus? ¿Alguien que se sienta en el estrado en una graduación?”.
“¿O el obispo es el docente en la diócesis, el responsable por las almas, incluyendo las almas de los estudiantes – en este caso, los estudiantes de Notre Dame? ¿Acaso la responsabilidad del obispo de enseñar, gobernar y santificar termina en la puerta de la universidad?”.
“En el espíritu de Ex Corde Ecclesiae, dice, “estoy proponiendo estas preguntas a la universidad”.
El Obispo D’Arcy señala luego la sólida vida espiritual de muchos de los profesores y estudiantes de la universidad, y reconoce que “el departamento de teología ha crecido en excelencia académica con los años, fortalecido por la fructuosa selección de profesores destacados por su erudición, por su conocimiento de la tradición, y por su propia vivencia de la fe católica”.
“Aún así”, agrega, “las cuestiones acerca de la relación de la universidad como un todo con la Iglesia, aún están en pie, y lo que sucedió en el campus hasta la graduación y durante la misma es significativo para el presente debate acerca de la educación católica superior”.
En cuanto al gran número de estudiantes y profesores que se opusieron a que Obama diera el discurso e la ceremonia de graduación y recibiera honores, el obispo dice que la revista “América” y “otros medios, católicos y seculares, informaron a la distancia y no hicieron una distinción entre los extremistas por un lado y los estudiantes y aquellos que se unieron en las últimas 48 horas previas a la graduación. Este último grupo respondió con la oración y con un desacuerdo sustancial. Ellos cooperaron con autoridades de la universidad”.
“En este tiempo de crisis en la universidad”, señala, “los estudiantes y profesores, con el instinto de la fe, se volvieron hacia el obispo buscando guía, aliento y oración”.
Aunque originalmente planeó mantenerse alejado de la ceremonia de graduación, el Obispo D’Arcy escribe que “a medida que la graduación se acercaba, supe que debía estar con los estudiantes. Lo correcto era que el obispo estuviera con ellos, porque ellos estaban del lado de la verdad, y su manifestación era disciplinada, enraizada en la oración y sustancial”.
El Obispo D’Arcy también cuestiona al consejo de administración de la universidad por no decir “nada” cuando se encontraron en abril, para la reunión de primavera, programada desde hacía tiempo.
“Cuando terminó la reunión, no hicieron ninguna declaración, y no dieron ningún asesoramiento. En un tiempo en el que se exige la transparencia como estilo de vida tanto dentro como fuera del campus, eligieron no entrar en la conversación que se estaba dando a su alrededor y que estaba conmoviendo a la universidad en sus raíces”, dice.
Lo que el consejo debe hacer es “volver a asumir su responsabilidad, con un estudio apropiado y con oración… con mayor seriedad y en un espíritu verdaderamente católico”.
D’Arcy concluye su artículo planteando algunas preguntas claves a Notre Dame “y a otras universidades católica”.
El Obispo D’Arcy pregunta:
“¿Consideran una responsabilidad el dar testimonio de la fe católica en su plenitud, tanto en las declaraciones públicas, en la vida como universidad y en las acciones, incluyendo en los honores públicos que otorgan?
“¿Cuál es la relación con la Iglesia y específicamente con el obispo local y su autoridad pastoral, tal como fue definida por el Concilio Vaticano II?
“Finalmente, una pregunta más fundamental: ¿Dónde irán las grades universidades católicas a buscar una guía para los próximos años? ¿Será en la declaración Land O’Lakes o en la Ex Corde Ecclesiae?
La declaración “Land O’Lakes” fue firmada en julio de 1967 por un grupo de educadores católicos liderados por el entonces presidente de la Universidad de Notre Dame, el P. Theodore Hesburgh. El famoso historiador católico Philip Gleason la caracterizó como “una declaración de independencia de la jerarquía”, agregando que produjo un divorcio entre la universidad católica y la vida de fe, y puso en marcha el deterioro de la identidad católica en muchas importantes instituciones de educación superior.
El Obispo D’Arcy describe la declaración como proveniente de un “tiempo frenético, con las finanzas como una fuerza rectora. Su comprensión de la libertad es defensiva, absolutista y estrecha. Nunca menciona a Cristo y apenas menciona la verdad”.
“El segundo texto, Ex Corde Ecclesiae, habla constantemente de la verdad y de la búsqueda de la verdad. Habla de la libertad en la más amplia tradición filosófica y teológica católica, como vinculada con el bien común, con los derechos de los demás, y siempre sujeta a la verdad”.
“Sobre estos tres puntos, que presento respetuosamente, descansa el futuro de la educación católica superior en este país”, concluye el Obispo D’Arcy.
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Fuente: Catholic News Agency
Traducción: La Buhardilla de Jerónimo
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6 comentarios
Nos sumamos con el Obispo D'Arcy y en la oración.
(se están separando los "machos cabríos" de los "mansos y humildes de corazón...")
Espero que por lo menos las autoridades de la Universidad se dignen dialogar.
Estoy con el Obispo D’Arcy.
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