Los cuatro factores que matan la fe de los jóvenes
La verdad es que cuando leí el titular “Las cuatro cosas que mantienen alejados de Dios a los millennials” me picó la curiosidad. Para los que no estén familiarizados con eso de millennials, estamos hablando de gente nacida durante los años 80 y 90, que en estos momentos se consideran “jóvenes” en sentido amplio: entre los casi veinte y los treinta y pocos años.
Se trataba de una entrevista con un jesuita estadounidense, el Padre Robert Spitzer, S.J., y al acabar de leerla he de confesar que estuve muy tentado de titular este post con algo así como “Un jesuita con el que estoy de acuerdo”, o “Un jesuita que dice lo que enseña la Iglesia católica”. La verdad es que hubiera sido una malicia injusta, aunque también es verdad que en la actualidad no abundan jesuitas como el Padre Spitzer (basta echar un vistazo a las hemerotecas para constatarlo). A mí, por su ortodoxia, claridad, clarividencia y empuje me ha recordado a otro jesuita sui generis y estadounidense a quien tuve la suerte de conocer, el Padre Fessio, fundador de Ignatius Press.


A menudo, el sucederse interminable de las noticias hace que nos pase por alto algo importante. Es la sensación que tuve cuando leí sobre un mártir llamado Benedict Daswa.
Ha pasado ya un año del terrible atentado contra la redacción del semanario satírico francés Charlie Hebdo. En aquel momento todo el mundo era Charlie, según la consigna que se lanzó poco después de perpetrarse los asesinatos. Algunos, pocos y arriesgándose a que les cayera encima un chaparrón de insultos, se atrevieron a decir que no, que ellos no eran Charlie. Recuerdo el debate del momento entre amigos: somos Charlie porque nada justifica estos asesinatos, porque además, para los asesinos, todos somos Charlie por el hecho de ser occidentales… pero no somos Charlie porque no podemos aceptar el insulto, la blasfemia, como quintaesencia de nuestra civilización.





