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12.06.22

Un libro extraordinario sobre la adoración eucarística (de Mons. Dominique Rey)

Mons. Dominique Rey, La adoración en el corazón del mundo

Se habla mucho de estar atentos a los signos de los tiempos, aunque demasiado a menudo nuestra mirada está como cegada por el brillo del mundo y no somos capaces de verlos. Sin embargo, si hay un signo de estos nuestros tiempos es la difusión, quizás como nunca, de la adoración al Santísimo Sacramento. Considerada no hace tanto como algo ya superado, propio de viejas beatas, la adoración no deja de crecer y atrae a todo tipo de gentes, especialmente a los jóvenes, que han descubierto que Jesús ha querido quedarse entre nosotros y que podemos hablarle cara a cara. Son miles las capillas de adoración que se han abierto a lo largo de los últimos años, como miles son las horas santas que llenan tantos templos. En medio de tantas noticias desalentadoras, esta primavera eucarística es fuente de una gran esperanza.

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6.06.22

Leer la poesía de Enrique García-Máiquez: «Inclinación de mi estrella»

Enrique García-Maíquez

Empezaré con una confesión: no soy lector habitual de poesía. Será la falta de sensibilidad, de costumbre… o lo que sea, pero a lo más que llego es a lector esporádico. Así he vivido muchos años bastante feliz, sin sentir en ningún momento que me faltaba algo. Pero si no soy lector habitual de poesía, sí soy lector habitual de Enrique García-Máiquez (lector adicto sería más preciso). Espero su columna cada día y no me pierdo artículo con su firma. Y claro, entrar en el mundo de Enrique es abrirle la puerta a la poesía. Así, siguiendo sus consejos, he ido adentrándome en este universo poblado de marios quintanas, julios martínez mesanzas, migueles d’ors… y sobre todo por el propio García-Máiquez. Nunca se lo agradeceré lo suficiente.

En estas cayó en mis manos el último (ahora ya penúltimo, tras la aparición de Verbigracia, que reúne sus seis libros de poesía publicados anteriormente) poemario de Enrique, Inclinación de mi estrella, y debo confesar que lo he disfrutado mucho (y que, ¡ay!, se me ha hecho muy corto). Empezando por el libro en su dimensión física, como objeto, que es un verdadero lujo. El papel, la tipografía, los juegos en su diseño… todo un placer que no se podrá nunca conseguir en una pantalla.

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25.05.22

Aborto, esclavitud y revolución sexual

Vuelve el aborto a la primera plana del debate público. La filtración de la posible sentencia del Supremo estadounidense revirtiendo Roe vs. Wade y, en nuestro país, la reforma de la ley 2/2010 sobre salud sexual y reproductiva, la conocida como «ley del aborto», son responsables de este «revival». Y digo «revival», ese término para designar la recuperación de melodías antiguas, porque la mayoría de los argumentos que se oyen entre quienes defienden el aborto parecen sacados de una tele en blanco y negro. Son básicamente los mismos eslóganes de hace medio siglo: «nosotras parimos, nosotras decidimos», «mi cuerpo, mi decisión».

Son eslóganes simplones pero efectistas, lo reconozco, ¿pero de verdad no se han parado a pensar en ellos? ¿Cómo se puede seguir insistiendo en que con tu cuerpo haces lo que quieres cuando es evidente que lo que está en juego con el aborto no se trata de tu cuerpo, sino del cuerpo de otro ser humano? No es tu cuerpo, es el cuerpo de tu hija (o hijo), ese que hoy en día podemos ver con un detalle asombroso a través de sofisticadas ecografías, ese sobre el que podemos hacer diagnósticos (y si, por ejemplo, es síndrome de down, eso no significa que tú lo seas… por la sencilla razón de que es un cuerpo diferente del tuyo), ese que incluso podemos operar cuando aún está en el útero (y ene se caso tampoco te estamos operando a ti). Por no hablar de las investigaciones sobre el momento a partir del que el feto puede experimentar dolor, que tú no sientes y que cada vez se fija en estadios más tempranos. No, no tienes dos corazones, porque aquel latido corresponde a otro cuerpo, el de tu hija (o hijo). No, cuando expulsas a tu hija (o a tu hijo), tu cuerpo no queda incompleto, porque lo que has expulsado es otro cuerpo. Que tengamos que seguir señalando, después de tantos años, lo obvio y evidente arroja, permítanme confesárselo, una espesa sombra sobre la capacidad de raciocinio de nuestra especie.

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19.05.22

Pistoletazo de salida a la quijotesca aventura de publicar todo De Lubac

Henry de Lubac

Ediciones Encuentro parece tener una tendencia, rayana en lo suicida, para emprender proyectos editoriales que, desde fuera, se nos antojan titánicos y de complicada rentabilidad. Dios les bendiga por ello.

Cuando en su día anunciaron el lanzamiento, en colaboración con el Club Chesterton de la Universidad CEU San Pablo, de una colección que recogerá todos los artículos de Chesterton publicados en The Illustrated London News (entre 1905 y 1936, que se dice pronto), aquello me pareció un notición, una tarea titánica pero de aquellas que hacen sentirse orgulloso a un editor (y de paso que enriquecen, de verdad, la cultura de un pueblo). Ya llevan 4 excelentes volúmenes y hemos llegado a 1909, por lo que si aún no lo han hecho, están a tiempo de subirse al barco.

No contentos con este proyecto, ahora nos sorprenden con el anuncio de la publicación de las obras completas de Henri de Lubac, otra tarea propia de otros tiempos y que, sin lugar a dudas, será un hito en el ámbito de la teología.

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10.05.22

Niños apocalípticos, o la confirmación de que Chesterton tenía razón

Niños apocalípticos, el último libro de José Mª Contreras Espuny, es brillante. Un hilarante fresco costumbrista salpicado de profundas, pero nunca pedantes, reflexiones. Es precisamente aquí donde se encuentra la única crítica que creo poder lanzar contra esta obra y que habrá causado importantes dolores de cabeza a muchos libreros: ¿dónde ubicarla? ¿a qué género pertenece? Porque uno encuentra en ella ecos de Larra, de Waugh, de Dickens (el autor, Matilde, su familia, se van convirtiendo en una especie de nuevos Samuel Pickwick o Sam Weller) y sabe, a ciencia cierta, que ha disfrutado mucho con la lectura de cada una de las estampas que recoge el libro, pero sabe, también, que es difícil encajarlo en uno de los apartados estancos en los que acostumbramos a clasificar la literatura.

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