Cuando nos quieren colar el cambio climático como si fuera Doctrina de la Iglesia
El cambio climático (primero fue el calentamiento global, ¿recuerdan?, pero tras varios años de heladas se pasó al más general cambio climático) es uno de los dogmas más intocables en el discurso dominante de lo políticamente correcto. Que el clima cambia no es ninguna novedad: siempre lo ha hecho. Lo nuevo es atribuir en exclusiva este cambio a las acciones del ser humano y proclamar el deber de corregir nuestro comportamiento para evitarlo. El único problema es que el supuesto “consenso científico” no es tal y cada vez hay más datos y científicos que advierten de que las cosas no son tan sencillas.
No obstante, tras esto del cambio climático hay algo más, algo que supera el mero debate científico. Si no fuera así, no se entienden las pasiones que levanta, las excomuniones fulminantes que provoca en todo aquel que se atreve a dudar de las consignas catastrofistas y demasiado a menudo antihumanas de personajes como Al Gore y su coro de fans malthusianos. En un mundo relativista, el cambio climático se presenta como un dogma intocable.