San Juan Calvino....según Cesar Vidal Manzanares
Ya sé que el título de este post es injusto, y no solo eso, es una falacia de muñeco de paja en toda regla, pues eso no es lo que sostiene Cesar Vidal en su artículo Juan Calvino y la inquisición, pero ya que él mismo echa mano de esos recursos, pensé: ¿Por qué yo no?
Sarcasmos aparte, lo que también es una falacia y con todo rigor, es la argumentación que hace Cesar Vidal en dicho artículo, el cual es el primero de una serie de apologías donde pretende tratar “de algunos mitos difundidos sobre el protestantismo”.
¿Dónde está el mito?
Pero ¿Qué mito pretende revelar aquí el historiador? Según comenta él mismo respecto a sus conversaciones con católicos “lo único que suelen comentar es que la inquisición católica no fue tan grave porque… Servet fue quemado en Ginebra por Calvino”.
Debo decir que durante aproximadamente 12 años en los cuales he podido leer y participar en debates entre católicos y protestantes (unos más cultos otros menos) nunca he escuchado esa argumentación, tal cual la expone Don Cesar Vidal.
Y es que quien la presentase una objeción similar llanamente estaría diciendo que la gravedad de un error es relativa a la gravedad de otro. Así, si por ejemplo yo hoy matara una persona, podría alegar que no es tan grave porque alguien más mató tres, y ella podría alegar que tampoco es tan serio porque hay quien mató diez.
Las veces que he encontrado a católicos y protestantes debatiendo estos temas ha sido cuando algún protestante de turno llega rasgando sus vestiduras y despotricando porque en la Santa Inquisición se condenaron a muerte “millones y millones” de cristianos. Pasando por alto que el 99% de las veces dicha persona viene con unas cifras astronómicamente exageradas (por no decir francamente ridículas), la mayoría de las veces se muestra incapaz de hacer cualquier distinción basada en el contexto histórico del momento y pretende juzgar con la óptica del presente a quienes vivieron en siglos pasados.
Es allí donde los católicos suelen referirle a sus interlocutores protestantes como en esa época los protestantes no actuaban de manera muy distinta a los católicos, y de allí que suela mencionarse el caso de Servet, pero no para justificar los errores de exceso de nuestros antepasados en la fe, sino para que puedan comprender que existen circunstancias que deben ser tomadas en cuenta a la hora de hacer un juicio de valor sobre esos acontecimientos. No hay que olvidar el contexto histórico, sociológico y cultural de aquellos países durante el siglo XVI, donde estaba unida la Iglesia y el Estado, y había poca tolerancia religiosa. La herejía era temida por poner en peligro el orden civil, el cual estaba indisolublemente unido al orden religioso[1].
.
Justo Gonzales, también historiador protestante, no tiene empacho en reconocer que “en la misma época, y en diversas partes de Europa, tanto católicos como protestantes estaban procediendo de manera semejante contra quienes consideraban herejes” [2]
Pero algo que definitivamente no puede dejar de llamar la atención en el artículo es que:
1) Se insinúa que respecto al terreno de la libertad de conciencia que Calvino era mucho más tolerante que San Tomás Moro pues este último a diferencia del reformador “se expresó una y otra vez en contra de la libertad de conciencia”
2) Servet ardió en la Ginebra de Calvino… “aunque no por orden de Calvino sino del gobierno de la ciudad en el que el reformador no tenía cargo alguno”
Pero ¿tuvo Calvino responsabilidad en la condena de Servet? (Pareciera deducirse de las palabras de Don Cesar Vidal que no). También alega que Tomás Moro se expresó una y otra vez contra la libertad de consciencia ¿Calvino no?.
Calvino y la dictadura teocrática
Para comprender como Calvino logró instaurar una dictadura teocrática en donde no se permitiese sino aquello que fuese su voluntad, hay que comprender como estaban organizados los poderes civiles y religiosos en Ginebra.
El gran consejo o consejo de los doscientos: máxima autoridad civil con potestad de hacer la paz y la guerra, decidir alianzas, establecer y anular leyes, y juzgar definitivamente las causas civiles.
El consejo de los sesenta: de carácter meramente diplomático.
El pequeño consejo o consejo estrecho: comuna de cuya elección era responsable el gran consejo.
En cuanto a la organización de la iglesia están los pastores (como sucesores de los apóstoles), los doctores (profesores de exégesis que cuidaban de que la doctrina de los fieles sea ortodoxa según la doctrina de Calvino), los presbíteros (elegidos por el consejo, habían de vigilar las costumbres de la ciudad), los diáconos (inspirados en el capítulo 6 de Hechos de los apóstoles administraban los bienes de la iglesia)[3].
Es en este contexto donde Calvino formó un órgano ministerial denominado consistorio, el cual era un verdadero tribunal inquisitorial con jurisdicción inclusive más extensa que la inquisición. Estaba formado por predicadores y doce ancianos, cuya misión consistía en vigilar exactamente toda la vida religiosa de cada uno de los ciudadanos y castigar las faltas. Las penas consistían en amonestación, reprensión, excomunión, obligación de pedir perdón públicamente y entrega al consejo para que castigase la reo. Se empleaba la tortura, y a los que cometían pecados graves, como los blasfemos, adúlteros y adversarios obstinados de la nueva fe, eran entregados al consejo. En cada barrio de la ciudad estaba encomendado un vigilante, que recibía incluso las denuncias de parientes y vecinos. Los mismos diáconos pueden ser sometidos a proceso solo por hacer alguna afirmación irreverente, criticar a Calvino, bailar, jugar cartas, o faltar a algunas otras prohibiciones inclusive ridículas.
Es por medio de este organismo y del recurso de la excomunión que Calvino sin ostentar ningún poder civil logra someter a todos los poderes a su voluntad. Queda así rebajado el consejo a un órgano puramente ejecutivo y servil, pues aquel que se le oponía se exponía a no ser admitido a la cena del Señor, la cual negaba a aquellos cuya conducta moral le pareciera reprobable. Las consecuencias de la excomunión eran enormes, quien la sufría quedaba muerto civilmente, a nadie le era lícito hablarle, comerciar con él, y si aun así no capitulaba le seguía el destierro.
Por supuesto que Calvino no logró imponer este régimen teocrático sin lucha y de la noche a la mañana. En 1537 presenta la Instrucción y Confesión de fe usada en la Iglesia de Ginebra, constituida por 23 artículos los cuales debían jurar dos veces al año los ciudadanos bajo pena de destierro. La reacción de los ginebrinos fue de protesta, a lo cual Calvino y Farel llegaron al extremo de excomulgar al pueblo. Debido a la inflexibilidad del reformador que no cede un milímetro en sus exigencias las protestas continúan y luego por decisión del Gran Consejo se les prohíbe predicar por haber ido más allá de sus tareas de predicadores, terminando desterrados.
Sin embargo ya con el reformador fuera de Ginebra, los partidarios de la reforma, inclusive aquellos que le eran adversos, comienzan a temer avances por parte de los católicos y piden que Calvino regrese. Es en esta situación donde éste se hace de rogar y solo decide volver con la condición de que se estableciese una disciplina eclesiástica separada de la jurisdicción civil. De esta manera las Ordonnances eclésiastiques aceptadas por el consejo se convierten poco a poco, en manos de Calvino, en el medio de organizar la vida pública, erigiendo una teocracia según el antiguo reino judío y la república platónica[4].
Es ya aquí con un fortalecido y casi todo poderoso Calvino que el caso de Servet, aunque emblemático, no es ni por mucho la excepción. Los países reformados están comenzando a sufrir las consecuencias prácticas de los principios por ellos predicados. Las doctrinas de la Sola Escritura y Juicio Privado estaban comenzando a dinamitar la reforma dividiéndola en múltiples sectas y para evitar el desmembramiento de su reforma comenzaron a ser incluso más intolerantes con los disidentes de lo que jamás soñó ser la Santa Inquisición.
Como un pequeño resumen basta mencionar que hasta 1546 se cuentan sesenta y siete condenas a muerte (treinta y cuatro en 1545, en solo tres meses, entre brujas y presuntos propagadores de la peste), otras tantas condenadas al exilio y cerca de ochocientos encarcelados[5]. Entre otras víctimas de renombre del régimen Calvinista están Santiago Gruet, por negar la divinidad de Cristo y ser acusado de colocar un cartel que contenía burlas sobre Calvino fue apresado, torturado dos veces por día hasta confesar para finalmente ser decapitado en 1547[6]. Raoul Monnet, quien fue acusado de hereje y blasfemo por haber compuesto un Nuevo Testamento para uso de sus discípulos, y hecho grabar caricaturas de los personajes bíblicos. Fue condenado y decapitado en la colina de Champel[7]. Valentín Gentil, también condenado a muerte pero salvó la vida retractándose.
Entre los más emblemáticos desterrados están Jerónimo Bolsec, quien se opuso a Calvino y su concepción respecto a la predestinación, e inclusive un librero de nombre Belot, quien se identificaba como anabaptista, y fue encarcelado, torturado y finalmente desterrado so pena de ser ahorcado en caso de volver, todo por cometer la “insolencia” de distribuir libros y folletos sin el permiso del reformador[8].
No puede dejar de mencionarse a Sebastian Castellion, quien escribe De haereticis y Contra libellum Calvini. Aún desterrado por Calvino se le opone y sostiene que los herejes no deben ser condenados a la pena de muerte. Posteriormente es procesado y la muerte natural le salva de probablemente sufrir el destino de Servet.
Antecedentes con Servet
Mucho antes de la llegada de Servet a Ginebra, esté había tenido un intercambio epistolar con Calvino en el cual cada uno intentó infructuosamente convencer al otro de sus doctrinas. Para colmo Servet tuvo la “osadía” de enviar a Calvino un manuscrito donde denunciaba lo que él consideraba errores en su obra Institución de la Religión Cristiana, (no deja de ser paradójico pero si muy común en aquella época que un heresiarca intentara “corregir” a otro). Por su puesto esto no cayó bien a Calvino, que había logrado que el Consejo reconociese su obra como la doctrina santa de Dios[9]. De este modo escribió a Farel diciéndole “Servet acaba de enviarme con sus cartas un grueso volumen con sus delirios. Si se lo permitiera, vendría aquí, pero no le empeño mi palabra, pues caso de venir, si es que mi autoridad sirve para algo, no toleraré que salga vivo”[10]
No faltaban así motivos para que Calvino por medio de Guillermo Trie hiciese llegar a manos del arzobispo de Viena algunos pliegos del tratado de Servet, lo arrestan, y posteriormente remite más pruebas en su contra compuestas del intercambio de la correspondencia que habían mantenido en el pasado. Un ejemplo de lo lejos que puede llegar Calvino, colaborando con la inquisición que detestaba, con tal de conseguir sus objetivos. Sin embargo, Servet logra escapar inexplicablemente a Ginebra donde termina arrestado y a merced del reformador.
Es aquí donde, conociendo los hechos, suenan simplemente pobres los intentos de excusar a Calvino de parte de Cesar Vidal, al alegar que la condena de Servet fue “no por orden de Calvino sino del gobierno de la ciudad en el que el reformador no tenía cargo alguno”, un gobierno de la ciudad que le profesaba una sumisión casi perruna, en un régimen teocrático donde el Estado estaba sometido a la Iglesia la cual regía éste con guante de hierro.
Que Calvino tenía motivos para querer ver en la hoguera a Servet, es algo que no puede dudarse, ya que él mismo lo reconoce en su carta a Farel. Que el consejo era un títere de Calvino es también indiscutible. Que no solo no rectificó sino que reiteradamente se opuso a la libertad de conciencia, es algo que es obvio, y de allí su enfrentamiento con Sebastián Castellio el cual sostenía exactamente lo contrario. “Bellianismo” fue bautizada la “herejía” con la que el discípulo fiel y sucesor de Calvino (Teodoro de Beza) se refiere a sostener que los herejes no deben ser castigados con la pena de muerte.
Así, Calvino no solo no rectifica sobre la condena de Servet sino que la justifica cuando escribe Fidelis expositio errorum Michaelis Serveti & brevis eorundem refutatio, obra en la cual justifica la pena de muerte para los herejes[11].
Para justificar la muerte de Servet, Beza escribe: “Hay pocas ciudades suizas o alemanas donde no se haya dado muerte a anabaptistas de acuerdo a derecho: aquí nos hemos conformado con el destierro. Bolsec blasfemó contra la providencia de Dios; Sebastián Castellion blasonó los libros de las Sagradas Escrituras; Valentín blasfemó contra la esencia divina. Ninguno de ellos está muerto, dos fueron desterrados, el tercero fue absuelto con una multa honorable para Dios y para la señoría. ¿Dónde está la crueldad? Sólo Servet fue condenado al fuego. ¿Y quién fue jamás más merecedor que ese desdichado, que durante treinta años de tantas y tantas maneras blasfemó contra la eternidad del Hijo de Dios, atribuyó el nombre de Cancerbero a la Trinidad de las tres personas en una sola esencia divina, destruyó el bautismo de los niños, acumuló la mayor parte de todos los hedores que jamás Satanás vomitara contra la verdad de Dios, sedujo a infinidad de personas y, para colmo, sin haber querido nunca arrepentirse y así dar lugar a una verdad por la cual tantas veces había estado convencido o dar esperanzas de conversión” [12]
Curiosamente es Beza, quien para justificar la muerte de Servet, echa mano del recurso que Cesar Vidal nos atribuye, cuando alega que la muerte de Servet no fue tan grave porque los demás protestantes mataban muchos anabaptistas…
Conclusión
Don Cesar Vidal está en total libertad de elevar su muñeco de paja y lanzar golpes sin ton ni son como todo un Don Quijote, intentando así derribar sus supuestos mitos difundidos sobre el protestantismo, pero desde este humilde blog, alguien con una menor preparación académica le pide dos favores. Primero, que no deforme los argumentos de sus oponentes, y segundo, que no insulte la inteligencia de sus lectores.
NOTAS
[1] Respecto a esto Juan Pablo II escribe en la carta apostólica Tertio Millennio Adveniente: “Otro capítulo doloroso sobre el que los hijos de la Iglesia deben volver con ánimo abierto al arrepentimiento está constituido por la aquiescencia manifestada, especialmente en algunos siglos, con métodos de intolerancia e incluso de violencia en el servicio a la verdad.
Es cierto que un correcto juicio histórico no puede prescindir de un atento estudio de los condicionamientos culturales del momento, bajo cuyo influjo muchos pudieron creer de buena fe que un auténtico testimonio de la verdad comportaba la extinción de otras opiniones o al menos su marginación. Muchos motivos convergen con frecuencia en la creación de premisas de intolerancia, alimentando una atmósfera pasional a la que sólo los grandes espíritus verdaderamente libres y llenos de Dios lograban de algún modo substraerse. Pero la consideración de las circunstancias atenuantes no dispensa a la Iglesia del deber de lamentar profundamente las debilidades de tantos hijos suyos, que han desfigurado su rostro, impidiéndole reflejar plenamente la imagen de su Señor crucificado, testigo insuperable de amor paciente y de humilde mansedumbre. De estos trazos dolorosos del pasado emerge una lección para el futuro, que debe llevar a todo cristiano a tener buena cuenta del principio de oro dictado por el Concilio: « La verdad no se impone sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra, con suavidad y firmeza a la vez, en las almas »”
[2] Justo Gonzales, Historia del cristianismo Tomo II, pág. 62
[3] Guido Zagheni, La Edad Moderna, Curso de Historia de Iglesia III, Ediciones Palabra, Madrid 2005, pág. 138.
[4] Para más información consultar Hermann Tuchle, Nueva Historia de la Iglesia, Ediciones Cristiandad, Tomo III, 1987, pág. 121
[5] Guido Zagheni, La Edad Moderna, Curso de Historia de Iglesia III, Ediciones Palabra, Madrid 2005, pág. 139
[6] Hermann Tuchle, Nueva Historia de la Iglesia, Ediciones Cristiandad, Tomo III, 1987, pág. 122
[7] Una referencia al suplicio de Monnet puede ser encontrada en Paul Henry D.D. The Live and Times of John Calvin, the great reformer, Vol II, Whittaker and CO., Ave María Lane, 1849
[8] Este episodio lo narra un colega del mismo Vidal en protestantedigital.com en el artículo Un librero anabautista en la Ginebra de Calvino. En otras fuentes (Calvino la fuerza y la fragilidad, Bernard Cottret) se detalla como Belot fue torturado después de haberlo encadenado.
[9] Leónard E. G., Histoire genérale du protestantisme I, París 1961, pág. 301 s.
[10] Roland H. Bainton, Servet, el hereje perseguido, Taurus Ediciones, Madrid, 1973, pág. 152
[11] Cesar Cantú, Historia Universal Tomo IV, Imprenta de Gaspar y Roig Editores, Madrid, 1866, Pág. 67
[12] Bernard Cottret, Calvino: la fuerza y la fragilidad, pág. 197.
——————————————————————————————————————
29 comentarios
Tengo un buen concepto de César Vidal cuando habla de Cristo y de como lo divulga pero en cuanto habla de la Iglesia Católica lo pierde todo e incluso me he propuesto no comprar más libros suyos. Porque poco a poco me he ido desilusionando de él, por su agresividad hacia los católicos, como buen protestante.
Pero creo que debería ser más honesto como historiador y no manejar la historia para su conveniencia,
Miguel has explicado muy bien su error, con argumentos sólidos y sensatos.
Un saludo.
Comentario del blogger: Me parece muy bien Pablo que te propongas no comprar más libros suyos. Yo la verdad no me explico como algunas librerías católicas venden libros de Cesar Vidal. Es como distribuir caballos de Troya que pueden confundir a católicos poco preparados. No hay que engañarse, Cesar Vidal es todo un protestante que ahora demuestra ser el mismo que en otrora escribió "El Mito de María" para Chick Publication. Tenemos miles sino millones de autores católicos de calidad como para tener que buscar agua en "vasijas agrietadas", enhorabuena
Comentario del blogger: Casualmente mientras Cesar Vidal en protestante digital intenta justificar a Calvino, un colega suyo en el mismo portal tiene publicados varios artículos mejor documentados que reconocen lo que él disculpa:
El control confesional y político de Calvino en Ginebra
Un librero anabautista en la Ginebra de Calvino
Cuando, en una breve disputa le señalé esa manía suya de defenderse a base de pullas contra los católicos (referido a que acusaba de panfleto "la cabeza del traidor" de Bolt sobre Tomás Moro, mientras que no recordaba lo que los protestantes escriben sobre su infausta historia y reformadores), su respuesta fue, una vez más tratar de justificar su posición ridiculizando la del contrario.
Tiene narices que los inventores de la leyenda negra hablen de mitos sobre el protestantismo, sobre todo cuando lo que más les perjudicaría es que todos conocieran con igual precisión la historia de la Iglesia de Cristo y la de sus alocadas herejías para poder juzgar.
Por cierto, y por si vale hablar en positivo, yo, como católico, estoy orgulloso de la institución llamada Inquisición, y de su colaboración en la auténtica história al florecimiento de la cultura, a la paz, a la humanización de la justicia y a la libertad de conciencia. Comparto el juicio de Menéndez y Pelayo que se maravillaba de que en siglos de funcionamiento ningún gran intelectual se hubiera pronunciado sino a favor del Santo Oficio, incluso aquellos que se atrevían a hablar contra cualquiera.
En cualquier caso, gracias José Miguel por este post.
Comentario del blogger: Claro que es consciente Francisco, de lo contrario no se atrevería a justificar los errores de Lutero incluyendo su antisemitismo alegando que es que "era católico"
o de lo tolerante que era Lutero con los que no interpretaban la Biblia como él...
Comentario del blogger: Hombre, pues gracias por la anécdota, yo voy a aprovechar de compartir otra similar.
Ayer quise ir a la librería protestante a ver que veía y a comprar algunos de los libros más anticatólicos que tienen. Por su puesto no recomiendo que nadie los compre, pero yo los necesito como material de investigación debido a lo que hago. Terminé comprando los dos tomos de un conocido anticatólico, y otro llamado El lado oscuro del islam.
Me llamó la atención dos cosas:
1) Siguen vendiendo Babilonia Misterio religioso de Ralph Woodrow (Tienen muchas pero muchas copias disponibles a la venta) a pesar de que escribió un libro retractándose de lo escrito allí, y no venden este último ni una sola copia.
2) No vi ni UN SOLO libro católico. Nada de Juan Pablo II, Benedicto XVI, ni siquiera de los padres de la Iglesia, nada de nada. Una muy completas secciones de "Manejo de sus finanzas", "Batalla espiritual", "Teología", "Espiritualidad", "Predicaciones", etc. etc. etc. Todos eran libros protestantes sin excepción.
Vamos a ver si vamos aprendiendo un poquito de ellos, en vez de venir a venderles los libros en nuestras propias librerías.
Es por eso que comparto 100% contigo la opinión de que hay que tomar consciencia de los peligros del sincretismo y del falso ecumenismo. Porque hay un ecumenismo verdadero y no consiste en exponer a los católicos poco formados a ideologías no católicas y relativismos religiosos. Si los protestantes cuidan su gente, ¿por qué nosotros no?
El que no es resentido necesita igualmente buen alimento de ese tipo para no dudar de un entorno masivamente católico que le rodea. Y lo último que quiere es que encima le salpique a él -protestante- las constantes injurias y tergiversaciones que el laicismo dirige contra los católicos.
César les da lo que desean y necesitan. Aquí la Historia no tiene nada que ver.
Qué capacidad para ver lo malo de los teólogos y sacerdotes del otro bando y qué capacidad para ver las aportaciones buenas de los del bando propio.
Ya desde hace tiempo me fío muy poquito de lo que dice César Vidal, pues a pesar de su supuesta gran cultura, ya le he sorprendido en auténticos dislates(p.ej. en relación a la Eucaristía)sobre doctrina católica. Me da la impresión que se guía por muchos prejuicios. Mejor que sean prejuicios y no mentiras o deseos de engañar y manipular.
En cuanto a historia, Don César, permítame que le dedique una cita del beato Newman: "To be deep in history is to cease to be Protestant"
¿Por qué no invocaron el "libre examen" cuando quemaron a Servet? ¿Es que los disparate trinitarios del aragonés eran más graves que las barbaridades sobre la predestinación calvinista? Ambos -Calvino y Servet- eran herejes, pero el primero tenía el poder. ¿Alguien se atreve a afirmar que en la Ginebra calvinista regía un sistema de libertad de conciencia?
¿Por qué no respetaron la "libertad de conciencia" en los países donde triunfaron los herejes protestantes, y prohibieron el sacrificio católico de la Santa Misa, hasta llegar al martirio de muchísimos sacerdotes y fieles? ¿Qué "tolerancia" religiosa es esa?
Libre examen, sí, pero tenían toda la cara dura de llamar herejes a los anabaptistas, los arminiamos o los cuáqueros, cuando TODOS partían de la herejía del "libre examen" expresamente condenada por la Biblia (2 Ped. 1,21).
Y siguen dándonos lecciones... En fin.
Recomiendo la lectura de: John Calvin's Advocacy of Capital Punishment and Persecution of Those Whom He Considers "Blasphemers" or Heretics (Catholics, Anabaptists, Etc.); John Calvin's Sanction of Torture (of the Libertines) and Belief that the Extra Torment Caused by an Inept Executioner Was the "Special Will of God";Protestantism: Historic Persecution and Intolerance (Index Page); Martin Luther Advocates Breaking Wheel Torture and Execution for Prostitutes, Capital Punishment for Female Sorcerers, Burning of "All" Witches.
Vittorio Messori
http://www.conoze.com/doc.php?doc=3485
debo confesar que quedé sorprendido: es precisamente la propia Reforma la que sustituye al Papa con el príncipe y tiende a unificar la Iglesia y el Estado. La Alemania luterana, la Suiza calvinista, la Inglaterra anglicana ponen las finanzas de su Iglesia a cargo del Estado; sin ir más lejos, el sistema alemán todavía hoy tiene en el Estado a su recaudador de la «tasa eclesiástica». Por no hablar del Parlamento inglés, habilitado para legislar incluso sobre asuntos eclesiásticos, tanto teológicos como administrativos.
Por otro lado, como ya se le recordó al Sínodo, «los valdenses nunca han tenido problemas de conciencia por aceptar importantes contribuciones de las Iglesias hermanas en el extranjero, financiadas por sus propios Estados». Desde esta perspectiva resulta difícil el escandalizado rechazo, que se justificó en nombre del protestantismo y ahondando la polémica contra el «servil y venal catolicismo», de incluir también a la comunidad valdense entre las posibles destinatarias de la opción de los contribuyentes italianos. ¿Por qué hablar desde el púlpito de quien comparte la teología de la Iglesia de Estado de la «habitual búsqueda de privilegios de la Iglesia romana»?.Y es Messori es genial.
Calvino es un auténtico ayatolá, imparte doctrina como los ayatolás actuales poseído de la autentica verdad y auténtica revelación. El no ejecuta directamente pero lo hace su Ahmidineyad de turno.
Tomás Moro, no lo olvidemos, era lord Canciller, Tenía que impartir justicia pues ese era su cometido. No aceptó sobornos, ni falsas denuncias, ni se vendió a nadie, cosa que le costó la vida al no doblegarse ni siquiera al rey, solo a la justicia y al derecho. Impartió justicia según la ley inglesa de su tiempo, que él dulcificó. El odio que le tiene Vidal puede que sea porque Tomás prefirió morir mártir de Cristo y su Iglesia antes de hacerse protestante.
Hay otra cuestión que se tendría que desarrollar muchos estudiosos llaman al islam el primer protestantismo y al protestantismo el segundo islam.
El esquema que siguen es el mismo un iluminado, Mahoma, Lutero... dice haber recibido una revelación aliñan la palabra de Dios a su gusto, quitando, poniendo, añadiendo lo que le interesa y diciendo que ese aliño es el verdadero. Que todos antes de él, mentían o estaban equivocados y que Dios habla por ellos.Tienen tambien en común: El odio a la Iglesia, El odio a la Virgen, reducción de Cristo a un hombre. Rompimiento de la sacramentalidad y de los sacramentos. Destrucción del Cuerpo Místico. Destrucción y odio al papado.
Comentario del blogger: Es preferible no pisar el terreno de juzgar la intención del prójimo. Podemos analizar las argumentaciones que hace el doctor Vidal, y dilucidar si lo que dice es cierto o no, pero ya con que intención dice lo que dice, o si es plenamente consciente o no de lo que dice se ajusta a la realidad, eso solo lo puede ver Dios.
Quisiera sin embargo puntualizar:
-Cuando tratamos de la Inquisición, y señaladamente de la nuestra, solemos extendernos en explicar cosas como su moderación, efectos protectores de la sociedad, etc... y en disculpar su principio escudándonos en la mentalidad de los tiempos, la unión de Iglesia y Estado, etc...presuponiendo que los principios modernos, liberales derechohumanistas, son compartidos por todos, jerarquía incluída, y que son los que deben prevalecer como los justos.
Argumentación equivocada y sobre todo escandalosa, porque supone la desautorización de la misma Revelación divina, expresada tanto en el A.T. como en el Nuevo, y constantemente enseñada en la teoría y en la práctica por la Iglesia, siendo algunos Inquisidores santos canonizados.
Por mucho que les pese a los liberales, es Nuestro mismo Señor el que manda ajusticiar a los idólatras, blasfemos, sacrílegos, magos, sodomitas, etc... y cuando su pueblo se niega a cumplir ese mandato, es rigurosamente castigado.
Es Cristo mismo el que señala la pena de muerte por escandalizar a alguno de los pequeños, es san Pedro el que deja muertos a sus pies a Ananías y Safira, es la Iglesia por boca de santos Pontífices y Doctores los que señalan la herejía como uno de los peores pecados que puede uno cometer.
Lo que están haciendo es acusar a la Iglesia, tanto en su espada eclesiástica como secular, de haber violado los derechos del hombre, cuando estaba preservando los Derechos de Dios.
Comentario del blogger: Estimado Fray Eusebio
La posición que tomo en este post, no es liberal, sino es la posición del Magisterio respecto a la Inquisición. Le invito a leer la carta apostólica Tertio Millennio Adveniente, donde el Papa Juan Pablo II escribe:
"Otro capítulo doloroso sobre el que los hijos de la Iglesia deben volver con ánimo abierto al arrepentimiento está constituido por la aquiescencia manifestada, especialmente en algunos siglos, con métodos de intolerancia e incluso de violencia en el servicio a la verdad.
Es cierto que un correcto juicio histórico no puede prescindir de un atento estudio de los condicionamientos culturales del momento, bajo cuyo influjo muchos pudieron creer de buena fe que un auténtico testimonio de la verdad comportaba la extinción de otras opiniones o al menos su marginación. Muchos motivos convergen con frecuencia en la creación de premisas de intolerancia, alimentando una atmósfera pasional a la que sólo los grandes espíritus verdaderamente libres y llenos de Dios lograban de algún modo substraerse. Pero la consideración de las circunstancias atenuantes no dispensa a la Iglesia del deber de lamentar profundamente las debilidades de tantos hijos suyos, que han desfigurado su rostro, impidiéndole reflejar plenamente la imagen de su Señor crucificado, testigo insuperable de amor paciente y de humilde mansedumbre. De estos trazos dolorosos del pasado emerge una lección para el futuro, que debe llevar a todo cristiano a tener buena cuenta del principio de oro dictado por el Concilio: « La verdad no se impone sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra, con suavidad y firmeza a la vez, en las almas »"
El Concilio Vaticano II enseña que la verdad "no se impone de otra manera sino por la fuerza de la misma verdad" (Dignitatis humanae, 1), de allí que Juan Pablo II haya pedido perdón por los "errores de exceso" que han cometido los hijos de la Iglesia en el pasado, en defensa de la verdad.
Yo respecto a esto le recomiendo leer la Carta de Juan Pablo II sobre la Inquisición, donde nuestro antiguo Papa lo expresa mejor de lo que yo podría.
Por último, tampoco comparto su exégesis de Mat 18,6 para afirmar que es parte de la enseñanza de Jesús en el evangelio la aplicación de la pena de muerte. Tampoco veo el episodio de Ananías y Safira como una aplicación de la pena de muerte por parte de Pedro, pues eso no fue lo que allí ocurrió
Incluso en éste.
Y luego hay mucho católico meapilas que compra sus libros.
Vidal es, hasta cierto punto, un producto mediático del catolicismo meapilas, del católico que antes que católico es liberal, o conservador, o anti-zp...
Calvino seguramente es que estaba libre de pecado, pues lo de la "predestinación" no es que fuera una piedra, sino un auténtico pedrusco. El puritanismo incorporó en el sino de sus seguidores la idea de pueblo elegido, del judaismo. De ahí la repulsión, que por ejemplo vemos en las colonias británicas en norteamérica hacia el mestizaje. De ahí que la pobreza sea vista como un castigo divino, y, seguramente, de ahí una explicación sociológica, cuando no, "teológica" al movimiento eugenésico desarrollado en países como Suecia, Inglaterra, Alemania y...¡Suiza! Con destacados apologistas como Winston Churchill. Dice Don Cesar que le debemos a Calvino el capitalismo, y se "felicita" que en el mundo católico empieza a ver ciertos sectores que lo incorporan a su “ideario”. Hombre, si partimos de que el capitalismo es bueno en sí mismo, resulta una ironía que el marxismo naciera en esa sociedad “capitalista” y protestante, y que su padre, Marx (nada sospechoso de católico) fuera obligado a abandonar el judaísmo y abrazar el protestantismo, que como ejemplo de libertad de conciencia pregonado por los protestantes es todo un paradigma.
En fin, el asunto se puede alargar tanto como se quiera, pero en cualquier caso, desde el protestantismo, clases de ética y moral, las justas.
Por algo aquel "pedido de perdón" de marzo del 2000 fue tan criticado por el card. Ratzinger, y hasta por el mismo Vittorio Messori, en su famosa, "Carta al Papa penitente".
Comentario del blogger: Hombre Mariano, tienes razón, como he podido ponerme a escuchar a Juan Pablo II y creerme lo que dice una simple carta apostólica, cuando tu posición y la de Fray Eusebio es más digna de crédito. Oremos porque el Papa corrija los dislates progresistas de su predecesor y vuelva a constituir el tribunal de la inquisición para que así volvamos a aplicar la pena de muerte a los herejes.
Por cierto, Juan Pablo II no ha considerado los "errores de exceso" que se cometieron como un "error sin más", eso es una falacia de muñeco de paja similar a aquella de la que echa mano el doctor Cesar Vidal.
Comentarios como el tuyo son los que me confirman en mi opinión sobre lo nocivo del filo-lefebvrismo
Ya el tema lo he tratado en muchas ocasiones en el pasado y seguramente volveré a él en el futuro, de momento quienes no pueden aceptar la doctrina del Magisterio de la Iglesia tal cual la expone el Concilio Vaticano II, absténganse de comenzar como en ocasiones anteriores, a acudir en manada a introducir sus apologías filo-lefebvristas, pues este tema no trata de eso.
Y no es cosa solo de Juan Pablo II el reconocer que se han cometido "errores de exceso" al defender la verdad por medio de la fuerza. Que la verdad no se impone sino por la fuerza de la misma verdad ha sido parte de la enseñanza de los pontífices desde el CVII incluyendo el Papa Benedicto XVI en su carta a los obispos de la curia romana, cosa que ha explicado en detalle el Cardenal Bertone, Secretario de Estado del Vaticano AQUI. A arreglárselas con ellos.
[...] una porción de páginas de relleno que envuelve la inanidad total a la hora de tratar el tema que es presunto objeto de análisis [...]; un aparato «crítico» repleto de notas improcedentes o de relleno, con siglas que quizá pertenezcan a fuentes ignotas, con una bibliografía contextual que se exhibe pero que no se emplea, trufada de títulos deliberadamente poco accesibles al lector español, que se citan de forma incompleta o que no aparecen en la relación final (Eduardo González Calleja).
"Lo menos que se puede pedir a un investigador es que compruebe sus fuentes y las cite correctamente".[14] [18] El juicio de Viñas es más duro: "Vidal se ha basado en la tergiversación y distorsión de documentos a sabiendas que muy pocos de sus lectores estarán en condiciones de comprobar sus afirmaciones. Si falsifica datos que cualquiera puede encontrar fácilmente en hemerotecas, ¿qué no hará cuando alega basarse en archivos menos asequibles?" (Lan Gibson)
En Protestante Digital ya ha escrito una serie de artículos en éste mismo sentido, todos cargados de tergiversaciones y manipulaciones. Hasta se podría decir que comete groseros errores en su intención de querer aparecer como un apologista calificado.
Es como usar a Chávez para criticar a Rajoy...
Comentario del blogger: No tengo problema en aumentar la precisión para especificar explíctamente a que tipo de errores me refiero (aunque en mi opinión era evidente).
El punto es que la represión violenta de la herejía es un error de gravísimas consecuencias, por lo que te animo a no querer tapar el sol con un dedo negando los errores que pudieron cometer nuestros antepasados.
(Ya sobre esto haré un post completo)
Saludos.
Comentario del blogger: La Iglesia tiene todo el derecho de reprimir la herejía por medio de la exposición de la verdad, y rechaza de forma tajante para este fin el uso de la fuerza. Eso es lo que enseña el Magisterio y explica de forma diáfana la Dignitatis Humanae, a la cual se le debe obsequio religioso tal como te he explicado N veces. Que tu no lo aceptes y justifiques el uso de la fuerza para combatir la herejía, es un disparate que ya corre a tu cuenta.
Gracias por seguir reiterándome en mi opinión del filo-lefebvrismo, ¿Violencia en el combate de la herejía?, ¡madre mía!.
Ya abrí el post, puedes comentar allá.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.