Fiducia Supplicans y el sensus fidei
Fr. Emmanuel Perrier, OP

Fiducia Supplicans y el sensus fidei

Fray Emmanuel Perrier, OP, dominico del Convento de Santo Tomás de Aquino de Toulouse, Francia, ha publicado un artículo en «La Revue Thomiste» sobre Fiducia Supplicans. El teólogo desmonta las tesis principales del documento del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, así como la aclaración posterior del cardenal Victor Manuel Fernández. Fr. Perrier muestra que dicho documento atenta conta el sensus fidei y contra la fe católica.

Como hijos de la Iglesia fundada sobre los apóstoles, no podemos sino alarmarnos ante el revuelo que ha causado entre el pueblo cristiano un texto procedente del entorno del Santo Padre [1]. Es insoportable ver a los fieles de Cristo perder la confianza en la palabra del pastor universal, ver a los sacerdotes desgarrados entre su apego filial y las consecuencias prácticas que este texto les obligará a afrontar, ver a los obispos divididos.

Este fenómeno de gran alcance que estamos presenciando es indicativo de una reacción en el sensus fidei. El «sentido de la fe (sensus fidei)» es la adhesión del pueblo cristiano a las verdades de fe y de moral [2]. Esta adhesión común, «universal» e «indefectible» deriva del hecho de que todo creyente es movido por el único Espíritu de Dios a abrazar las mismas verdades. Por eso, cuando las afirmaciones sobre la fe y la moral ofenden al sensus fidei, se produce un movimiento instintivo de desconfianza que se manifiesta colectivamente. Es necesario, sin embargo, examinar la legitimidad de este desafío y las razones que lo justifican. Nos limitaremos aquí a las seis razones que nos parecen más sobresalientes.

1. La bendición sólo sirve para la salvación

«Bendecir es una acción divina que da la vida y cuya fuente es el Padre. Su bendición es a la vez palabra y don» (CIC 1078). Este origen divino indica también su fin, como lo expresa con fuerza san Pablo: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda bendición espiritual en el cielo por medio de Cristo. Así nos eligió en él desde antes de la fundación del mundo para que fuésemos santos e irreprochables en su presencia en el amor» (Ef 1,3).

Recordando el origen y el fin de toda bendición, queda claro qué gracia pedimos cuando bendecimos: debe aportar vida divina para ser «santos e irreprensibles en su presencia». La bendición, pues, sólo tiene por objeto la santificación y la liberación del pecado, y sirve así para alabar a Aquel que hizo todas las cosas (Ef 1,12).

Es imposible que la Iglesia se aparte de esta orden divina de bendecir para la salvación. Por tanto, cualquier propuesta de bendecir sin que esta bendición esté explícitamente ordenada a ser «santa e inmaculada», incluso por motivos por lo demás loables, ofende inmediatamente el sensus fidei.

2. La Iglesia no sabe bendecir más que en una liturgia

Todo el mundo está llamado a bendecir a Dios e invocar sus bendiciones. La Iglesia hace lo mismo e intercede por sus hijos. Pero entre un creyente individual y la Iglesia, el sujeto que actúa no es de la misma naturaleza, y esta diferencia tiene consecuencias importantes cuando consideramos la acción de bendecir. En su raíz, las bendiciones eclesiales –y con esto nos referimos a las bendiciones de la Iglesia misma– emanan de la unidad misteriosa e indefectible que constituye su mismo ser [3]. De esta unidad que la une a su Esposo Jesucristo, se sigue que las peticiones que ella hace son siempre agradables a Dios; son como las peticiones del mismo Cristo a su Padre. Por eso, desde el principio, la Iglesia nunca ha dejado de bendecir, con la seguridad de obtener muchos efectos espirituales de santificación y liberación del pecado [4]. La bendición es, pues, una actividad vital de la Iglesia. Podríamos hablar de la actividad vital de su corazón: está hecho para asegurar la circulación de las bendiciones, de Dios al hombre y del hombre a Dios (cf. Ef 1,3, más arriba), según una sístole que difunde las bendiciones divinas y una diástole que acoge las súplicas humanas. El resultado es que las bendiciones eclesiales son en sí mismas una obra sagrada. Incluso podría decirse que constituyen la esencia de la liturgia cristiana, como atestiguan las fuentes históricas [5]. Para la Iglesia, bendecir según alguna forma litúrgica no es una opción; no puede hacer otra cosa por lo que es, por la actividad vital del corazón eclesial. Lo que sí puede hacer es establecer las modalidades y las condiciones de las bendiciones, su ritual, como sucede con los sacramentos [6].

Por tanto, una bendición no es litúrgica porque se haya instituido un rito, como si «liturgia» significara «oficial», o «obligatoria», o «institucional», o «pública», o «grado de solemnidad»; o como si «liturgia» fuera una etiqueta puesta desde fuera a una actividad eclesial. Una bendición es litúrgica cuando es eclesial, porque implica el misterio de la Iglesia en su ser y en su actuar. Aquí es donde entra en juego el sacerdote [7]. Cuando los fieles acuden a un sacerdote para pedir la bendición de la Iglesia, y el sacerdote los bendice en nombre de la Iglesia, está actuando en la persona de la Iglesia. Por eso, esta bendición sólo puede ser litúrgica, porque es la intercesión de la Iglesia la que proporciona este apoyo y no la intercesión de un fiel individual.

Por tanto, no es de extrañar que se perturbe el sensus fidei cuando se enseña que un sacerdote, requerido como ministro de Cristo, podría bendecir sin que esta bendición sea una acción sagrada de la Iglesia, simplemente porque no se ha establecido ningún ritual. Esto equivale a decir o que la Iglesia no siempre actúa como Esposa de Cristo, o que no siempre asume actuar como Esposa de Cristo.

3. Toda bendición tiene un propósito moral

Una bendición se aplica a personas o cosas a las que Dios concede gratuitamente un beneficio. El don concedido por una bendición cumple, por tanto, tres conjuntos de condiciones.

  • Por parte de Dios, el don es efecto de la liberalidad divina; tiene siempre su fuente en la misericordia divina con vistas a la salvación. Por eso Dios bendice según lo que ha dispuesto como camino de salvación, Jesucristo Verbo encarnado, muerto y resucitado para redimirnos, pero también según lo que es útil para la salvación. De ello se sigue, por una parte, que el don no puede ser contrario al orden creado, en particular a la diferencia primordial entre el bien y el mal, entre la luz y las tinieblas (cf. 1Jn 1,5), entre la perfección y la privación de la perfección (cf. Mt 5,48). El don divino tampoco puede ser contrario al orden de la gracia, sobre todo porque nos hace justos ante Dios (cf. Rm 5,1ss.). Por otra parte, Dios da según lo que considera oportuno dar a cada uno llegado el momento. Dios ve más allá que nosotros y quiere dar más de lo que esperamos. Por eso, entre otras cosas, permite tribulaciones, pruebas y sufrimientos (cf. 1 Pe 1,3ss; 4,1ss) para podar lo que está muerto y hacer que lo que está vivo dé más fruto (Jn 15,2).
  • Por parte del destinatario, el don de una bendición no presupone que sea ya perfecto, lo que haría inútil el don, pero sí que tenga la fe y la humildad de reconocer su imperfección ante Dios. Además, para que el don produzca su efecto, el corazón debe estar dispuesto a la conversión y al arrepentimiento. Las bendiciones no son para el estancamiento moral, sino para el progreso hacia la vida eterna y el alejamiento del pecado.
  • Finalmente, por el lado de la bendición misma, hay un orden: las bendiciones temporales están en vista de los bienes espirituales; las virtudes naturales están apoyadas y ordenadas por las virtudes teologales; los bienes para uno mismo están en vista del amor a Dios y al prójimo; la liberación de los males corporales está en vista de las libertades espirituales; la fuerza para superar las penas está en vista de la fuerza para repeler las faltas.

Todo esto demuestra que las bendiciones tienen siempre una finalidad moral, en el sentido de que la moral es el modo humano de actuar para el bien y apartarse del mal: Dios da sus dones para que el hombre practique la justicia obedeciendo los mandamientos y avance por el camino de la santidad siguiendo el ejemplo de Cristo; el hombre recibe estos dones como agente racional que recibe la ayuda de la gracia para llegar a ser bueno; los dones son beneficios para el crecimiento espiritual.

Por tanto, es comprensible que el sensus fidei se vea perturbado cuando las bendiciones se presentan de tal modo que se confunde su significado moral. En efecto, el instinto de fe no sólo se vincula a las verdades reveladas, sino que se extiende a la puesta en práctica de estas verdades conforme a la moral del Evangelio y de la Ley divina (cf., por ejemplo, St 2,14ss.). Por eso el sensus fidei se resiste a ver neutralizada o distorsionada la brújula moral de las bendiciones. Tal es el caso cuando se enfatiza una condición de la bendición en detrimento de otras. Por ejemplo, la misericordia y el amor incondicional de Dios por el pecador no excluyen la finalidad de esta misericordia y amor incondicional, ni anulan las condiciones por parte del beneficiario o el orden de las bendiciones. Del mismo modo, cuando se habla de los efectos agradables (consuelo, fuerza, ternura) se callan los efectos desagradables, aunque sean los caminos necesarios para la liberación (conversión, rechazo del pecado, lucha contra los vicios, guerra espiritual). Por último, cuando nos limitamos a términos generales (caridad, vida) sin indicar las consecuencias concretas que son la razón misma de una bendición particular.

4. Dios no bendice el mal, a diferencia del hombre

¿Es necesario recordar que, desde las primeras palabras de la Sagrada Escritura hasta las últimas, la Revelación afirma la bondad de Dios y de sus obras? Dios no sólo está vivo, sino que es la Vida (Jn 14,6). Dios no sólo es bueno, es bueno en esencia (cf. Lc 18,19). Por eso «no hay un solo aspecto del mensaje cristiano que no sea en parte una respuesta a la cuestión del mal» (CIC, 309), no sólo porque el hombre se plantea esta pregunta, sino ante todo porque Dios es Dios. A diferencia de Dios, el hombre se divide ante el mal. Desde la caída original, nos hemos alejado del bien divino en favor de otros fines. La Sagrada Escritura llama pecado a este modo de extraviarse, de perder de vista el verdadero bien y apuntar a un bien aparente, como una flecha que no da en el blanco. El pecado es imputable al hombre por su culpa. Y en su culpa, el hombre se compromete con el mal.

Esta es la diferencia entre Dios y el hombre: Dios nunca bendice el mal, sino que bendice siempre para librarnos del mal (una de las peticiones del Padrenuestro, cf. Mt 6,13), para que seamos perdonados de nuestros pecados y dejemos de comprometernos en el mal, para que no seamos aplastados por nuestros pecados, sino redimidos de ellos. Por su parte, la tendencia del hombre pecador es ciertamente negarse a bendecir el mal, pero sólo hasta cierto punto, es decir, hasta que su compromiso con el mal prevalece. Llegado a este punto, prefiere «comprometer o distorsionar la medida del bien y del mal para adaptarla a las circunstancias», «hace de su debilidad el criterio de verdad sobre el bien, para sentirse justificado sólo por ella» [8]. En otras palabras, la característica de las bendiciones humanas es que manipulan regularmente el termómetro moral para acomodar un desorden en relación con el verdadero bien. Juan Pablo II presentaba la parábola del fariseo y el publicano (cf. Lc 18, 9-14) como una ilustración siempre actual de esta tentación: el fariseo bendice a Dios, pero no tiene nada que pedirle más que que lo mantenga tal como es; el publicano confiesa su pecado y suplica a Dios una bendición de justificación. El primero ha manipulado el termómetro, el segundo se cura confiando en el termómetro.

La impresión de que se manipula el termómetro moral para bendecir actos desordenados sólo puede hacer sospechar al sensus fidei. Es cierto que esta sospecha debe purificarse de cualquier proyección en una moral ideal o en una rigidez moral que sólo sea válida para los demás. Pero no es menos cierto que el sensus fidei da en el clavo cuando expresa su alarma ante el hecho de que pueda decirse que Dios bendice el mal. ¿Qué pecador no se escandalizaría si una voz autorizada le dijera que, al final, la misericordia de Dios bendice sin entregar, y que a partir de ahora estará acompañado en su miseria pero también abandonado a su miseria?

5. Magisterio: la innovación implica responsabilidad

«A Dios que revela debemos llevar la obediencia de la fe» [9]. En concreto, puesto que el intelecto conoce por medio de proposiciones, la obediencia de la fe es un asentimiento voluntario a proposiciones verdaderas. Por ejemplo, por la fe tenemos por verdadera la proposición: «Dios Padre todopoderoso es el creador del cielo y de la tierra». Todas las verdades a las que está vinculada la fe se encuentran en «el único y sagrado depósito de la Palabra de Dios», constituido por la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura. Este depósito sagrado tiene un único intérprete auténtico, el Magisterio. El Magisterio «no está por encima de la Palabra de Dios escrita o transmitida». Tiene la responsabilidad, con la asistencia del Espíritu Santo, de «escuchar con piedad, guardar santamente y exponer fielmente» la Palabra de Dios cuando enseña las verdades contenidas en ella [10]. La enseñanza del Magisterio se divide en dos categorías [11]. El Magisterio llamado «solemne» es una enseñanza sin error posible. Las verdades enseñadas de modo solemne exigen la obediencia de la fe en un «completo homenaje de la inteligencia y de la voluntad» [12]: es el caso de todo lo que se acaba de decir sobre el depósito sagrado de la Palabra de Dios y sobre la función y responsabilidad del Magisterio. Por otra parte, el Magisterio llamado «ordinario» es enseñanza asistida por el Espíritu Santo, y como tal debe ser recibida con un «homenaje religioso de inteligencia y voluntad» [13], aunque sólo es infalible si es universal.

Estos recordatorios son importantes cuando un texto, que tiene toda la apariencia externa de un texto del Magisterio llamado «ordinario», pretende enseñar una propuesta calificada de «aportación específica e innovadora» que implica un «verdadero desarrollo» [14]. En este caso, la propuesta es la siguiente:

«Es posible bendecir a las parejas en situación irregular y a las parejas del mismo sexo, en una forma que no debe ser fijada ritualmente por las autoridades eclesiales, para no crear confusión con la bendición propia del sacramento del matrimonio» (FS, n. 31).

En cuanto a la conclusión, contradice un Responsum del mismo Dicasterio, publicado tres años antes, cuya proposición principal es la siguiente:

«No es lícito dar la bendición a relaciones o parejas, incluso estables, que impliquen una práctica sexual fuera del matrimonio. La presencia en estas relaciones de elementos positivos [no es suficiente...] ya que estos elementos están al servicio de una unión no ordenada al designio del Creador» [15].

Nos encontramos, pues, ante dos proposiciones, ambas pretendidamente verdaderas por emanar del «único intérprete auténtico» del depósito revelado, y al mismo tiempo contradictorias. Para resolver esta contradicción, debemos recurrir a las razones que se dan en cada uno de los textos.

La declaración Fiducia supplicans tiene el privilegio de ser más reciente [16]. En sus razones afirma no contradecir el Responsum anterior: las dos proposiciones serían verdaderas, cada una según una relación diferente, de modo que serían complementarias. La bendición de las parejas del mismo sexo a) sería de hecho ilícita si tuviera lugar litúrgicamente en una forma ritualmente fijada (solución del Responsum), pero b) se haría posible si tuviera lugar sin rito litúrgico y «evitando que se convierta en un acto litúrgico o semilitúrgico semejante a un sacramento» (FS, n. 36).

Leyendo ahora el Responsum, vemos que, a pesar de las aclaraciones aportadas, la contradicción persiste. Es cierto que plantea el peligro de confusión con la bendición nupcial, a lo que responde Fiducia supplicans. Pero éste no es su argumento principal. Como explica el texto anterior, la bendición de una pareja es la bendición de las relaciones que la componen, y esas relaciones mismas nacen y se sostienen por actos humanos. Por consiguiente, si los actos humanos son desordenados (es decir, como hemos dicho, pierden de vista el verdadero bien y se apegan a un bien aparente), si son por tanto pecados, la bendición de la pareja sería automáticamente la bendición de un mal, cualesquiera que fuesen los actos moralmente buenos realizados en otros lugares (como el apoyo mutuo). El argumento del Responsum se aplica por tanto a cualquier bendición que se dé, sea ritual o no, vinculada a un sacramento o no, pública o privada, preparada o espontánea. Precisamente por lo que hace de esta pareja una pareja, su bendición es imposible.

Lo que se desprende de esta comparación es la extrema ligereza con la que Fiducia supplicans asume la responsabilidad magisterial, a pesar de que el tema era controvertido y, al contener una propuesta «innovadora», se requería una mayor atención a las condiciones establecidas por el Concilio Vaticano II. En efecto, el texto acumula argumentos a favor de una mayor solicitud pastoral en las bendiciones, pero esta solicitud puede cumplirse perfectamente mediante bendiciones a individuos, y ninguno de los argumentos aportados justifica que estas bendiciones se realicen a parejas. Más lamentable aún, el documento elude la objeción central de un Responsum y diluye los problemas planteados por su propia propuesta en lugar de construir un caso sólido, mostrando mediante el recurso a la Escritura y la Tradición: a) en qué condiciones sería posible bendecir una realidad sin bendecir el pecado vinculado a ella,; b) cómo esta solución armonizaría con el Magisterio anterior.

La incoherencia y la falta de responsabilidad del Magisterio son, sin duda, una causa de gran perturbación para el sensus fidei. En primer lugar, porque introducen incertidumbre sobre las verdades efectivamente enseñadas por el Magisterio ordinario. Más grave aún, minan la confianza en la asistencia divina del Magisterio y en la autoridad del sucesor de Pedro, que pertenecen al depósito sagrado de la Palabra de Dios.

6. La pastoral en tiempos de desresponsabilización jerárquica

Dios es la fuente de toda bendición y el hombre solo puede bendecir en el Nombre de Dios de manera ministerial. El poder de bendición concedido a Aarón y sus hijos (Nm 6, 22-27), luego a los apóstoles (Mt 10, 12-13; Lc 10, 5-6) y a los ministros ordenados es, por lo tanto, una concesión acompañada de una exigencia: bendecir en el Nombre de Dios solo lo que Dios puede bendecir. La historia de la Iglesia está ahí para recordarnos que la usurpación por parte de los sacerdotes de su poder de bendición tiene como consecuencia desfigurar duraderamente el rostro de Dios ante los hombres. Esta gravedad obliga, por lo tanto, a ser prudentes en la pastoral de las bendiciones. Desde este punto de vista, la declaración Fiducia supplicans ha puesto tanto al Magisterio como a los pastores en una situación insostenible, por tres motivos.

Primero, al afirmar que las bendiciones de parejas irregulares y del mismo sexo son posibles siempre que no haya ritual ni liturgia, el documento promueve una pastoral mientras niega a los pastores recibir indicaciones sobre las palabras y gestos propios para significar las gracias dispensadas por la Iglesia [17]. El Dicasterio también se ha prohibido explícitamente regular los excesos o errores que inevitablemente surgirán, especialmente en este campo tan delicado, en detrimento de los fieles a quienes se supone que estas bendiciones deben ayudar [18]. Esta renuncia de la autoridad eclesial tiene la coherencia con la solución promovida. Pero el simple hecho de que conduzca, en esta materia particular, a liberar al Pontífice romano y con él a todos los obispos de su responsabilidad con respecto a la santificación de los fieles (munus sanctificandi), a la cual están obligados por la constitución divina de la Iglesia, no deja de plantear preguntas [19]. La libertad dada a los pastores no está en tela de juicio aquí, sino la instauración de una «clandestinidad institucionalizada» para una parte de la actividad eclesial.

En segundo lugar, el principio introducido por Fiducia supplicans no conoce límites por sí mismo. Si bien la declaración se refiere especialmente a «parejas en situación irregular y parejas del mismo sexo», dejaremos a cada uno imaginar la variedad de situaciones que entran en este marco, desde las más escabrosas hasta las más objetivamente escandalosas, que aún podrían ser bendecidas, así como parejas de buena voluntad y personas heridas buscando sinceramente la ayuda divina. De hecho, al renunciar a los ritos de bendición, también renunciamos a su preparación, durante la cual los pastores evalúan la oportunidad, disciernen las intenciones y ayudan a orientarlas correctamente. Del mismo modo, al hacer incontrolable la práctica de estas bendiciones, se aceptan de antemano todas las desviaciones que ocurrirán. Además, el título de la declaración («sobre el significado pastoral de las bendiciones») y su contenido abren la puerta a una aplicación mucho más amplia, ya que no hay razón para reservarla solo a los casos de parejas. De hecho, siguiendo el principio en el centro del documento, se podría bendecir cualquier situación objetiva de pecado como tal, o cualquier situación establecida objetivamente por el pecado como tal, incluso la más contraria al Evangelio y la más abominable a los ojos de Dios. Todo podría ser bendecido... siempre y cuando no haya ritual ni liturgia.

En tercer lugar, cuando los superiores se desentienden de su responsabilidad hacia los inferiores, estos últimos se encuentran solos llevando todo el peso. En este caso, Fiducia supplicans invita a los pastores a una mayor solicitud pastoral y las indicaciones que el texto proporciona son valiosas para ellos. Desde este punto de vista, el Magisterio ayuda a los ministros ordenados a ejercer su cargo. Sin embargo, al institucionalizar la clandestinidad en los casos más espinosos, suscitará nuevas solicitudes de bendición al tiempo que deja a estos mismos ministros completamente desprotegidos. Los sacerdotes que ahora serán solicitados ya no podrán depender del respaldo de las normas litúrgicas y episcopales para decidir lo que deben hacer o lo que pueden hacer. Frente a presiones o chantajes, ya no podrán refugiarse en la autoridad de la Iglesia respondiendo: «esto no es posible, la Iglesia no lo permite». Ya no podrán depender de criterios de juicio cuidadosamente reflexionados sobre la oportunidad o las orientaciones a seguir. En cada caso difícil, deberán cargar en su conciencia el peso de la decisión que se les habrá obligado a tomar solos, preguntándose si han sido siervos fieles o corruptores del rostro de Dios ante los hombres.

Este triple abandono solo puede ser dolorosamente sentido por el sentido de la fe, tanto en los pastores como en los fieles, como la impresión de que el rebaño queda a su suerte, sin guías. Ciertamente, esta carencia se equilibra con el estímulo a mostrar más caridad, atención a los más débiles y acogida a aquellos que más necesitan la ayuda divina. Pero, ¿era necesario oponer y sacrificar una cosa a la otra? ¿No deberían más bien apoyarse mutuamente?

Fiducia supplicans es un hecho. Incluso retrocediendo varios siglos atrás, este documento no tiene equivalente. La inquietud en el pueblo de Dios es un hecho y no se puede deshacer. Ahora es necesario trabajar para reparar los daños y para que sus causas, incluidas aquellas que hemos señalado, se resuelvan antes de que la explosión se extienda. Esto solo será posible permaneciendo unidos en torno al Santo Padre y rezando por la unidad de la Iglesia.

Fr. Emmanuel Perrier, o.p.

Publicado originalmente en La Revue Thomiste.
Traducido por InfoCatólica


1. Declaración Fiducia supplicans sobre el significado pastoral de las bendiciones, del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, aprobada el 18 de diciembre de 2023 [en adelante FS]. Utilizamos dos abreviaturas adicionales: [CEC] para el Catecismo de la Iglesia Católica; [CIC] para el Código de Derecho Canónico. ↩

2. Cf. Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 12. ↩

3. Cf. Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 8: la Iglesia es una comunidad constituida por Cristo y sostenida por él, «una sola realidad compleja que reúne un elemento humano y un elemento divino» con el fin de brindar la salvación. ↩

4. Cf. Concilio Vaticano II, Sacrosanctum concilium, n. 60; n. 7. ↩

5. La Didachè es un testigo notable de esto. De manera más amplia, al estudiar las oraciones eucarísticas más antiguas, Louis Bouyer había demostrado que todas tenían la forma de bendiciones, inspiradas en el esquema heredado del judaísmo (cf. L. Bouyer, Eucharistie, París, 1990). Del mismo modo, las primeras defensas de las bendiciones eclesiásticas las presentan como litúrgicas. Cf. San Ambrosio, De patr., II, 7 (CSEL 32,2, p. 128): «benedictio [es] sanctificationis et gratiarum votiva conlatio». San Agustín, Ep. 179, 4. Sínodales de los concilios de Cartago y Milev de 416 (cf. Agustín, Ep 175 y 176). ↩

6. Aquí hay un paralelo entre los sacramentos y las bendiciones: la Iglesia solo tiene poder para regular la disciplina de los sacramentos instituidos por Cristo; de manera similar, la Iglesia, al estar constituida por Cristo, solo tiene poder para regular la disciplina de las bendiciones que da en prolongación de esta constitución. Comúnmente hoy en día, las bendiciones se incluyen en la categoría de los «sacramentales», lo que dice bastante sobre su proximidad con los sacramentos. ↩

7. Cf. Concilio Vaticano II, Presbyterorum ordinis, n. 2. ↩

8. Juan Pablo II, Veritatis splendor, n. 104. ↩

9. Concilio Vaticano II, Dei verbum, n. 5. ↩

10. Concilio Vaticano II, Dei verbum, n. 10. ↩

11. Se agregó una tercera categoría por Juan Pablo II, Ad tuendam fidem (1998), pero no se tiene en cuenta aquí. ↩

12. Cf. Concilio Vaticano I, De fide cath., c. 3, retomado por Concilio Vaticano II, Dei verbum, n. 5. ↩

13. Cf. Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 25 §1. ↩

14. «Presentación» de Fiducia supplicans. Se podría argumentar que al proponer solo una «contribución», en un área calificada como «pastoral», este texto no pretende comprometerse con las verdades de la fe. O que, a pesar de las apariencias, las condiciones del Magisterio ordinario (cf. CIC 750) no se cumplen. Si fuera así, el texto no pertenecería al Magisterio y podría ser ignorado. Sin embargo, seguiría siendo evidente que la reacción del sentido de la fe muestra que toca, al menos indirectamente, las verdades sobre la fe y las costumbres. ↩

15. Responsum de la Congregación para la Doctrina de la Fe del 22 de febrero de 2021. ↩

16. También está revestida de un grado de autoridad superior, pero esto no tiene consecuencias ya que pretende complementar y no reemplazar el Responsum. ↩

17. FS, n. 38-40, proporciona algunos puntos de referencia, solo de manera indicativa y en términos muy generales. ↩

18. FS, n. 41: «Lo que se dice en la presente Declaración sobre la bendición de parejas del mismo sexo es suficiente para guiar el discernimiento prudente y paternal de los ministros ordenados al respecto. Además de las indicaciones anteriores, no se deben esperar otras respuestas sobre posibles disposiciones para regular los detalles o aspectos prácticos en cuanto a bendiciones de este tipo». ↩

19. Cf. Concilio Vaticano II, Lumen gentium, n. 26; Christus dominus, n. 15.

20. La «Déclaration Fiducia supplicans» trata sobre el significado pastoral de las bendiciones y fue aprobada por el Dicasterio para la Doctrina de la Fe el 18 de diciembre de 2023. El documento hace referencia a varias enseñanzas del Concilio Vaticano II, especialmente en relación con la naturaleza de la Iglesia como una comunidad formada por Cristo. También menciona la importancia de las bendiciones en la liturgia, señalando paralelos entre los sacramentos y las bendiciones. Además, hace alusión a figuras como San Ambrosio y San Agustín, así como a documentos como «Veritatis splendor» de Juan Pablo II y otros textos conciliares.

21. La «Fiducia supplicans» aborda la cuestión de las bendiciones a parejas del mismo sexo, proporcionando pautas para el discernimiento prudente de los ministros ordenados en este asunto. El documento destaca que las indicaciones presentadas son suficientes para guiar dicho discernimiento, y no se espera que haya respuestas adicionales sobre disposiciones específicas para regular detalles prácticos en relación con estas bendiciones.

 

54 comentarios

Javidaba
Irrebatible y clarificador este escrito de Fray Enmanuel Perrier.

Durante su lectura, me ha surgido una pregunta:

- ¿Atenta Fiducia Supplicans contra el Sacramento del Orden Sacerdotal?

Si la persona del sacerdote que ha recibido legítimamente el Sacramento del Orden Sacerdotal, ha sido «apartada», «elegida» por Dios para «in æternum» otorgarle el poder de «sacralizar», el sacerdote es «quién sacraliza» y actúa «sacralizando», «sacramentando» «ex opere operato», por su propia personal intervención (asumida indudablemente por Cristo: «in persona Christi»).

Si toda función sacerdotal que realiza, es función sagrada, sacralizadora, ¿cómo no va a ser función litúrgica una bendición, si por el Orden Sacerdotal ha recibido con «carácter impreso» el «carácter» de «liturgo», del que aún con dispensa clerical, sigue investido para ejercer funciones sacerdotales en momentos graves.

¿Con «Fiducia supplicans», se proponen momentos de bendiciones, en los cuales el «carácter» sacerdotal del sacerdote, ya no es «in æternum»?.

¿No pretende «Fiducia supplicans» suspender el «in æternum», y el «ex opere operato» del sacerdote que imparte «bendiciones pastorales» alitútrgicas, bendiciones «sin rito», a parejas contumaces en el pecado, suspendiendo la «sacerdoticidad» en una bendición impartida por quien ha sido consagrado, y ha recibido el «carácter» sacramental del Orden Sacerdotal?

¿Pretende «Fiducia supplicans» inventar un Orden Sacerdotal in
26/01/24 11:26 AM
Percival
Con santo Tomás de fondo, tomado en serio, es muy difícil equivocarse en teología. Finalmente llega también la luz de los dominicos fieles.
26/01/24 11:26 AM
Mn. Jaime Mercant Simó
Sólo quiero manifestar mi orgullo por haber tenido al padre Perrier de profesor, gran tomista, por cierto. Me llena de satisfacción haber estudiado en Toulouse la licencia en teología y ahora el doctorado.
Por otro lado, es muy preocupante que una gran parte del "mundo tomista" esté tan calladito, en unos momentos en los que se podría arrojar mucha luz con la doctrina tomasiana acerca del derecho y ley naturales.
Gracias, padre Perrier, y enhorabuena por su valentía!
26/01/24 11:32 AM
Berenguer Ramón
Sin duda es un excelente artículo. También se han publicado otros excelentes artículos, que ya casi han establecido un "corpus" de razonamientos impecables. Con todos estos "drones" que se han escrito, más otros que irán surgiendo, a la FS no le queda otro recurso que autoliquidarse por sus errores y sus innegables contradicciones.
26/01/24 12:21 PM
Maximiliano
Antes el PADRE de Familia bendecía, pues era reconocido el valor inmenso de dicha bendición, y a los alimentos antes de comer. Al bendecir demuestras tu confianza en Dios. Es un acto de FE con el que pides a Dios su protección Divina sobre una persona o cosa ( tu casa, el auto) sabiendo que lo hará - no lo dudes -. De joven no le das mucha importancia a este maravilloso gesto, una tradición que hoy día se está perdiendo, y casi no lo ves en los hogares.

Tener agua bendecida en casa ( esa costumbre también se perdió), y no importando que seas laico, bendiciendo con la misma lugares de la casa o personas, o a los HIJOS, la protección es también inmensa. No olvides jamás que el agua bendita hace huir al diablo. En los exorcismos no hay duda que bendecir con agua a la persona poseída la hace retorcerse, no es la persona sino el demonio que la habita. Hay que recordar un hecho cierto, que dudando de si la Hija estaba poseída o no, en un caso conocido, la Madre puso en la sopa un poco de agua bendita y al momento la hija desplazo el plato. El decirle a una persona " que DIOS te bendiga " son siempre bien recibidas ", y suelen responder " y a ti también ". Cuanta tradición y bien olvidado por falta de EVANGELIZACIÓN. Magnifico artículo.
26/01/24 12:26 PM
Caballero Jorge
Tomismo del bueno. Requetebueno.
26/01/24 12:28 PM
Giacomo Arlecchi
DE VERDAD IMPECABLE ESTE FRAILE... NO CUESTA TANTO SER FIEL A JESUCRISTO... EL ESFUERZO ES REALMENTE QUERER ACOMODARSE AL MUNDO COMO LO HACEN ESTOS HEREJES MODERNOS.
26/01/24 1:12 PM
Roberto Ibarra V
Excelente exposición. Que Dios le Bendiga. Ahora bien, lo triste es que na la autoridad le importa un bledo lo que piensen los demás. El cree que puede hacer lo que le venga en gana, y actuá en consecuencia. Tiene un plan y está empecinado con cumplirlo. Solo Dios arregla este entuerto, y creo que no estaremos aquí cuando ello ocurra. Mientras, por favor Señor cuéntanos entre tus elegidos. La Paz.
26/01/24 2:04 PM
Milton
Doctrinalmente es correcto pero el mal ya está hecho. Dios ve más de lo que nosotros vemos, tenemos que esperar y orar para ver qué fruto saca Dios de este gran mal que se le hace a la iglesia.
Por eso, entre otras cosas, permite tribulaciones, pruebas y sufrimientos (cf. 1 Pe 1,3ss; 4,1ss) para podar lo que está muerto y hacer que lo que está vivo dé más fruto (Jn 15,2).
26/01/24 3:10 PM
Pedro de Torrejón
Mucha gracias fray Emmanuel Perrier ,OP, domínico del convento de Santo Tomás de Aquino de Toulouse,( Francia ).



Muchas gracias , porque con frailes cómo usted podemos seguir creyendo en la Iglesia : Cuerpo Místico de Cristo . La Iglesia es Una, Santa , Católica y Apostólica. Y todo lo que podemos hacer es seguir sus sabias y santas instrucciones : " estar unidos al Santo Padre ,y rezar por la unidad de la Iglesia ".



" Padre nuestro que estás en el cielo , santificado sea tú nombre ,venga a nosotros tú reino ,y hágase tú voluntad, así en la tierra cómo en el cielo. El pan nuestro de cada día danosle hoy, y perdona nuestras ofendas de la misma manera que nosotros perdonamos a los que nos ofenden. Y no nos dejes caer en la tentación . Amén."
26/01/24 3:22 PM
Mariano (Argentina)
"Clandestinidad institucionalizada", genial.
26/01/24 3:24 PM
Vladimir
Ver la firma de Francisco I, en Fiducia Supplicans, ha ahondado la desconfianza que muchos tenemos en él. Yo, por mi parte, no dudo, para nada, de la legitimidad de nuestro Papa actual y rezo mucho por él, pero, prácticamente, ya no me gusta leer nada de lo que dice: siento que sus constantes contradicciones y ambiguedades, están bien calculadas para ir avanzando en su agenda demoledora de la Tradición.
26/01/24 4:08 PM
maru
Desde luego, los planteamientos, razonamientos y aclaraciones de Fray Emmanuel, son de matricula de honor. La falta de formación en la Iglesia, a todos los niveles, es alarmante.
26/01/24 4:52 PM
M. Angels
Magistral.
Habiendo en la Iglesia teólogos de esta categoría, ¿qué hace monseñor Fernandez al frente de Doctrina de la Fe?
26/01/24 5:04 PM
Marc Benoît
Me hace pensar en este episodio donde Jesus dijo que un reino dividido entre si mismo no survivirá. Cuando le acusan de echar diábolos en nombre del diábolo. Temo por la unidad de nuestra Iglesia.
26/01/24 5:09 PM
Nèstor
Excelente artículo, muchas gracias.

Saludos cordiales.
26/01/24 5:10 PM
Pedro de Madrid
Lo comprendo
26/01/24 5:35 PM
Rigidus Contentus
Clarísimo.
26/01/24 6:00 PM
Lucía Victoria
Javidava, aunque sólo sea porque he visto que esas preguntas no han obtenido respuesta desde el otro día, permíteme, aun sin formación teológica, recordar tres ideas clave, por si sirven para despejar tus dudas:

1. El orden sacerdotal es un Sacramento; las bendiciones (litúrgicas o no litúrgicas, aunque el autor del artículo sostiene que todas lo son) sólo tienen la categoría de "sacramental" (cfr. FS), en la medida en que disponen y preparan al alma para obtener la gracia sacramental. Tendría naturaleza de sacramento ("sacramentalizaría", como dices, violando, ahí sí, la ley de Dios y la esencia del propio orden sacerdotal) aquella bendición que trate de homologar (equiparar) la unión pecaminosa entre dos personas con el sacramento del matrimonio. Pero tal clase de bendición sería nula e inoperante, por motivos obvios.

2. Si el sacramento del orden sacerdotal es "in aeternum", lo que también es cierto, resulta forzoso concluir que nada ni nadie puede suspenderlo ni desnaturalizarlo. No hay sacerdotes mediopensionistas o con contrato a término: el poder y la autoridad que les han sido conferidos son irrevocables (Rom. 11, 29). Son trabajadores de la viña 24/7.
26/01/24 6:46 PM
Lucía Victoria
3. Es cuestión de perspectiva. Pero la única perspectiva segura es la de Jesús, el Sumo Sacerdote, el que hace todas las cosas nuevas. Y desde el punto de vista de Jesús -que es desde donde debe trabajar cualquier discípulo suyo-, veo claro que FS ni inventa ni innova el orden sacerdotal, ni mucho menos deja a los pies de los caballos o abandona a su suerte a ningún sacerdote, como concluye Fray E. Perrier. Apunta, si acaso, a algo más elevado, aunque también más arriesgado; como arriesgado fue lo que hicieron esos amigos que descolgaron a un fulanito en camilla abriendo un boquete en el tejado, para "colarlo" y ponerlo ante las mismísimas narices de Jesús. Es decir, poner a quienes están espiritualmente enfermos -y permanecen postrados (y unidos) por un mismo pecado- delante del único que puede sanar sus vidas de raíz, Jesús; o para que se entienda, delante de esos "alter Iesus", que él mismo escogió y dotó de una serie de poderes, entre los que está "sanar enfermos" (aunque alguno parece desconocerlo). Así a las bravas y sin miedo.

Cuánto nos quejamos de que cada vez menos gente viene a la Iglesia...o de esos sacerdotes "funcionarizados" que no salen a predicar el Evangelio ¡Pues FS te pone la red y el pescado delante para que lo atrapes, con el increíble poder y autoridad que te ha sido conferido -nunca lo olvides- para que "administres los misterios de DIos" (2Cor. 4, 1). Lo único que "se le pide al sacerdote es que sea fiel
26/01/24 6:54 PM
Observador
"Dios nunca bendice el mal".

El problema es que para los modernistas una unión homosexual no es un mal.
26/01/24 7:34 PM
Andrés
El Fr. Perrier OP señala que la declaración Fiducia supplicans «mina la confianza en la asistencia divina del Magisterio y en la autoridad del sucesor de Pedro, que pertenecen al depósito sagrado de la Palabra de Dios». Es así y es muy valiente. La verdad no tiene sustituto útil.
Ocurre lo mismo otros en documentos previos de mayor peso. Son significativos, al menos:
• encíclicas: Laudato si y Fratelli tutti.
• exhortaciones apostólicas: Amoris laetitia y Laudate Deum.
En esta tormenta debemos pedir la Gracia a Cristo para obtener luces y poder entender las particularidades y singularidades de los tiempos que vivimos. Dios se hace el dormido, pero no duerme. Son tiempos previstos por Dios en su divina sabiduría y que potencialmente pueden servir para que estemos velando (oración, sacramentos, vida de fe) y seamos santificados mediante una purificación de Su Iglesia.
26/01/24 8:24 PM
Vicente Jara, OP
En torno a estas fechas del 28 de enero, fiesta de santo Tomás de Aquino, los dominicos en todo el mundo y las universidades católicas de todo el orbe organizan todos los años diversas conferencias y lecciones académicas relacionadas con el Doctor Angélico.

Mi más cálida y agradecida enhorabuena al hermano Emmanuel Perrier OP, que desde el convento de Santo Tomás de Aquino de Toulouse, de quien además seguimos celebrando su triple jubileo (2023-2024-2025; canonización-muerte-nacimiento), nos ha ofrecido esta clase magistral tan necesaria. Posiblemente la mejor conferencia que se dará en estas fechas y la más imperiosa e ineludible en la situación eclesial.

Santo Tomás de Aquino, OP, ora pro nobis.
26/01/24 8:28 PM
Javidaba
Lucía Victoria:
Muchas gracias. Personalmente y desde mi deficiente formación, yo lo veo así, y tú lo has dicho mejor : «tal clase de bendición sería nula e inoperante»
Para impartir esa clase de bendiciones, no hace falta ser sacerdote... ni sacerdocio universal como tenemos los simples bautizados, ni sacerdocio ministerial, por lo tanto ¿para qué "Fiducia Supplicans"?. ¿Para qué complicar la vida a un sacerdote acosándolo con parejas en emparejamientos imbendecibles que quieren ser bendecidas?
Y es que "Fiducia Supplicans" intenta infiltrar en los «Sacramentales» una funcion sacerdotal, que por un momento no tenga origen en el Sacramento del Orden Sacerdotal, vamos, que el cura deje de ser cura por quince o veinte segundos, cuando le venga bien a una pareja.


26/01/24 9:08 PM
Anacoreta
El artículo del dominico es teológicamente intachable y clarificador. Muy oportuno en todos los sentidos y una gran ayuda para evitar confusiones, como por ejemplo: bendecir al ladrón pero no a sus manos que se apropian de lo ajeno. O, una pareja en convivencia contraria a la gracia, se bendicen juntas no unidas. Así que, el ladrón tiene dos manos ajenas a sí mismo; y la pareja no está unida en convivencia, sino juntas la una a la otra o en el montón, que queda más disimulado. En algunos aspectos generales, doctrinales, vitales, estamos guiados por personas no capacitadas para la función que corresponde al cargo que ocupan, y son un peligro para la vida espiritual y social de aquellos a los que quieren guiar. Dios nos asista y acabe con este desorden estructural de pensamiento y doctrina.
26/01/24 9:23 PM
José Carlos
Yo también quiero darle las gracias a Fray Emmanuel Perrier por este magnífico estudio. Me uno completamente a sus intenciones para reparar tanto daño causado en la Iglesia por FS.Que Dios, que es todopoderoso, tenga misericordia por cada uno de nosotros.
26/01/24 11:09 PM
Fernando
"La Iglesia es Santa, no porque no haya pecados dentro de sus miembros, sino porque conserva una médula que la hace revolverse ante el pecado."
Amado FRANCISCO, ..."SANTO PADRE"...PEDRO LO NEGÓ TRES VECES y sobre el se fundó la iblesia....!!! Usted también es humano y puede equivocarse. La iglesia no tiene necesidad de "SER POPULAR" necesariamente Si debe ser SANTA !!!!
26/01/24 11:18 PM
Cos
"Pero tal clase de bendición sería nula e inoperante, por motivos obvios"

Tan obvio como que este documento contradictorio es y será responsable de muchas malas praxis.

"veo claro que FS ni inventa ni innova el orden sacerdotal, ni mucho menos deja a los pies de los caballos o abandona a su suerte a ningún sacerdote, como concluye Fray E. Perrier"

Lo que se inventa son las bendiciones no litúrgicas y las parejas no unidas. Algo inexistente, esto sí por motivos obvios.

" poner a quienes están espiritualmente enfermos -y permanecen postrados (y unidos) por un mismo pecado- delante del único que puede sanar sus vidas de raíz, Jesús; o para que se entienda, delante de esos "alter Iesus", que él mismo escogió y dotó de una serie de poderes, entre los que está "sanar enfermos" (aunque alguno parece desconocerlo). Así a las bravas y sin miedo"

Si fuera una cuestión de sanar no se hubiese generado todo este embrollo contradictorio, se desarrollaría una buena pastoral. Nada de una bendición que no es bendición, o bendición no litúrgica que sí lo es, rapidito, una cosa de 15 segundos, sino que se conminaría al sacerdote a sentarse con la pareja y a explicarles que deben de dejar de convivir juntos y el camino sacramental que deben de seguir. Al final de la pastoral, se les puede bendecir individualmente, sin ningún atisbo de ambigüedad acerca de lo que se está bendiciendo.
26/01/24 11:50 PM
Urbel
Pero el papa Francisco ha aclarado que se bendice a las personas juntas, no se bendice su unión. Cuestión resuelta.

Como en Asís no se rezó juntos, se estuvo juntos para rezar. Cuestión resuelta.
27/01/24 8:23 AM
carlos saez Argentina
" la cosecha es abundante ..." Por Dios respetemos a Jesucristo, el vino a salvar almas, dejemos los claustros cerrados para los consagrados que diariamente deben enfrentar a cultos, muchos de ellos muy irregulares y financiados por el demonio. El narcotraficante no tiene piedad ante el daño que hace, y muchos consumidores primarios, recurren al consagrado, no solo para salvar su alma sino su vida y los lazos de familia. Dejemos de ser un rebaño de Cristianos mundanos, y participemos de nuestras comunidades Recemos de rodillas ante nuestra Madre pidiendo que asista a salvar almas
27/01/24 10:44 AM
Josep
Se trata de un sacramental, no de un Sacramento.
27/01/24 3:30 PM
Percival
Josep: precisamente porque son sacramentales están más sujetos a la fe de los que los reciben, y no a una eficacia propia y automática. Se asemejan a los sacramentos en cuanto que son ritos que ofrecen de algún modo salvación, pero en que la fe es casi el todo. Imposible una bendición que no sea un rito. Y en el caso, realizado por un sacerdote.
Por eso mismo, una bendición que se dé con objeto de cohonestar una realidad mala, o a quien busca otra cosa, puede convertirse en una blasfemia (ya lo dijo Müller, con toda razón) y, así, en una maldición.
27/01/24 4:01 PM
José María Valderas
Echaba a faltar, y lo comenté aquí mismo, el comentario de revistas teológicas de primera fila sobre un tema que se diría menor pero que, por la potencia tóxica que encierra, constituye una auténtica arma de destrucción masiva. Echaba a faltar, decía, artículos serios de La Ciencia Tomista o Teología Espiritual por parte de los dominicos o Estudios Eclesiásticos, por el lado jesuita.

Pero, ay, vana esperanza. Abre uno el portal dominicos y encuentra un par de glosas deprimentes por su vacuidad teológica, que intentan paliar su precaria exposición con apelaciones a la bendición y no a la maldición y al lema de la Orden (bendecir, alabar, predicar). En un alarde de sorprendente adamismo intentan desacreditar a quienes ven un auténtico dislate en la Declaración con la famosa reconvención paulina como si éstos no subrayaran por activa y por pasiva la necesidad de bendecir a todos, sin excepción, pero no a las sociedades en estructura de pecado, como son las parejas homosexuales o las adúlteras (ahora llamadas con el eufemismo de irregulares). De eso no dicen nada. No pueden decir nada los dominicos.

En la misma dirección militan los jesuitas, aunque éstos culpan de la crítica a unas defensas del sistema capitalista. Si allí eran Gelabert y Osuna, en el segundo caso es González Faus o Lamet, por ceñirnos a religiosos españoles.

Ha sido, por fín, Révue Thomiste la que acaba de poner los puntos sobre las íes. La Révue de los grandes teólogos, Labourdette, Gagnebet, Nicholas, 
27/01/24 4:11 PM
Pedro de México
Estamos dentro de la tormenta que ha generado el multicitado documento.
Sin embargo, la calma llegará tarde o temprano para poner todas las ideas en su lugar y proseguir con la doctrina milenaria que nos dejó el Señor. Gracias Fray Emmanuel!
27/01/24 4:41 PM
Enrique Betancourt
Es un escrito muy profundo, aclarador de el tema, y sobre todo. indiscutible, extraordinaria. disertación, me encantaría que el Papa asesores de esta altura, ya que el Obispo Fernandez , carece de todo sentido del respeto por la Fe. Dios. nos ampare, pero en lugar de juzgar , actuemos como. Católicos y hagamos un ejercito contra la mclidicencia y luchemos por Cristo, es una obligación
27/01/24 4:55 PM
Lucía Victoria
‘Para impartir esa clase de bendiciones, no hace falta ser sacerdote... ni sacerdocio universal como tenemos los simples bautizados, ni sacerdocio ministerial, por lo tanto ¿para qué "Fiducia Supplicans"?. ¿Para qué complicar la vida a un sacerdote acosándolo con parejas en emparejamientos imbendecibles que quieren ser bendecidas?

Efectivamente, cualquiera puede dar una bendición, que es, además, hasta una obligación de todo cristiano. Pero ninguna, absolutamente ninguna bendición puede compararse con la fuerza de la bendición que imparte un sacerdote. Porque es el mismo Cristo quien la da, a través de esas manos ungidas.

A todos nos falta fe. Y a los sacerdotes, también: pero “si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible” (Mt. 17, 20).

Una promesa del Maestro que daría para una tesis doctoral: “el que a vosotros escucha, A MI me escucha” (Lc. 16, 10).

27/01/24 9:26 PM
gustavo perez
Resulta complicado y contra toda transparencia ver al Papa haciendo esguinces por aclarar, explicar y esforzarse en una hermenéutica forzada sobre lo que significa "bendecir", como acertadamente lo desmenuza el dominico Perrier en este artículo. ¿Por qué en la Iglesia se ha llegado a estos extremos oscuros y escandalosos para lo que el llama el fraile el "sensus fidei" cuando debiera ser transparente, en una exposición "clara y distinta" en términos cartesianos aplicados al kerigma cristiano que es de tanta sencillez y que no requiere de malabarismos casi circenses contradiciéndose, no sólo en los más elementales principios lógicos sino en el propio sentido común?
28/01/24 12:09 AM
Ricardo Luis Luciani
Excelente! Gracias!
Ay Josep ! Si querés defender con lo de los sacramentales, entonces , o no leiste el texto comprensivamente o no entendiste nada . Lo que está mal está mal aunque lo diga Francisco, Fernández o Frumencio.
28/01/24 3:14 AM
otro Pepe
" poner a quienes están espiritualmente enfermos -y permanecen postrados (y unidos) por un mismo pecado- delante del único que puede sanar sus vidas de raíz, Jesús; o para que se entienda, delante de esos "alter Iesus", que él mismo escogió y dotó de una serie de poderes, entre los que está "sanar enfermos" (aunque alguno parece desconocerlo). Así a las bravas y sin miedo"

A esto responde el artículo;

"Además, el título de la declaración («sobre el significado pastoral de las bendiciones») y su contenido abren la puerta a una aplicación mucho más amplia, ya que no hay razón para reservarla solo a los casos de parejas. De hecho, siguiendo el principio en el centro del documento, se podría bendecir cualquier situación objetiva de pecado como tal, o cualquier situación establecida objetivamente por el pecado como tal, incluso la más contraria al Evangelio y la más abominable a los ojos de Dios. Todo podría ser bendecido... siempre y cuando no haya ritual ni liturgia."
28/01/24 12:07 PM
otro Pepe
En mi opinión es contradictorio bendecir a unas personas para que en teoría salgan de una situación de pecado al mismo tiempo que están realizando la situación de pecado. Se supone que si se quiere salir de una situación se ponga algo de voluntad, sino uno se deja llevar y que actúe otro...?

Estos días el Papa ha hablado sobre la codicia y la lujuria, ¿imaginamos a personas que mientras realizan actos de este tipos van a pedir una bendición para superarlo?
28/01/24 12:36 PM
gustavo perez
Por fin una voz clara y distinta de este gran dominico, verdadero émulo del gran doctor común, del doctor angélico que hoy celebramos y cuya triple jubileo (2023-2024-2025; canonización-muerte-nacimiento), nos ha ofrecido esta clase magistral tan necesaria hoy en las oscuras tinieblas que surcan el horizonte de la Iglesia, mal dirigida pero sobre todo que quieren lanzarla al abismo del error, la herejía, la heterodoxia como nunca lo habríamos calculado...¿quien lo creyera?. Pero por fin uno de los "Domini canes", de los perros del Señor ha ladrado duro advirtiendo en la tinieblas de la noche eclesiástica para advertir del peligro inminente que amenaza, ahora sí, claramente y sin mimetismos. Lo habíamos echado en falta y creíamos que estos dominicos se habían coaligado con los cobardes e ignorantes que dirigen desde arriba. Han pelado el cobre los enemigos de la Iglesia, ahora desde dentro, pero el gran santo cuyo pecho ostenta el sol de la luz y de la verdad ha hecho saber con PERRIER que el Señor es poderoso y que su diestra es excelsa...
28/01/24 1:46 PM
Ricardo de Argentina
El artículo del dominico es excelente, pero quizás es demasiado para lo que es FS.

FS simplemente trata de aumentar la aceptación de la sodomía y la fornicación dentro de la Iglesia, por la vía de un sacramental.
Aceptación que ya es bastante alta, pero que no obstante desde el Vaticano se trata de aumentar.

Tirarle semejante cañonazo teológico a eso me parece exagerado.
28/01/24 2:44 PM
Lucía Victoria
‘Para impartir esa clase de bendiciones, no hace falta ser sacerdote... ni sacerdocio universal como tenemos los simples bautizados, ni sacerdocio ministerial, por lo tanto ¿para qué "Fiducia Supplicans"?. ¿Para qué complicar la vida a un sacerdote acosándolo con parejas en emparejamientos imbendecibles que quieren ser bendecidas?

Efectivamente, cualquiera puede dar una bendición, que es, además, hasta una obligación de todo cristiano. Pero ninguna, absolutamente ninguna bendición puede compararse con la fuerza de la bendición que imparte un sacerdote. Porque es el mismo Cristo quien la da, a través de esas manos ungidas.

A todos nos falta fe. Y a los sacerdotes, también: pero “si fuera vuestra fe como un grano de mostaza, le diríais a aquella montaña que viniera aquí, y vendría. Nada os sería imposible” (Mt. 17, 20).

Una promesa del Maestro que daría para una tesis doctoral: “el que a vosotros escucha, A MI me escucha” (Lc. 16, 10).

28/01/24 3:01 PM
Lucía Victoria
Otro Pepe,

esa conclusión del fraile dominico (que es además un argumento que ya se ha objetado antes por respetados comentaristas y blogueros de esta casa) sería válida, si no fuese porque sigue partiendo de la premisa incorrecta (y no porque lo diga yo, sino porque lo han aclarado los propios responsables del documento, incluido el Papa Francisco) de que se bendice la unión irregular, la relación pecaminosa. Cuando la bendición que se invoca está destinada, única y exclusivamente, a las personas.

No puede ser y además es imposible: el pecado jamás podrá ser bendecido. Eso sí que sería una contradicción en sus propios términos. Ni aunque lo intente James Martin o Pepito de los Palotes, por más parafernalia y argumentos de amor con que pretendan venderlo. Una unión pecaminosa jamás podrá ser bendecida ni "blanqueada" (legitimada). Lo que significa que el único vínculo que Dios puede bendecir y sellar de forma indeleble es el santo matrimonio contraído canónicamente entre un hombre y una mujer.
28/01/24 7:13 PM
Juan
No es para desprestigiar al sacerdote, pero otros teólogos dominicos (como Fray Nelson) aunque sí están preocupados por el documento, no piensan que se contradiga con la declaración de hace tres años. A diferencia de P. Emmanuel, Fray Nelson si dice que hay una distinción entre los tipos de bendición, solo que las pastorales no existen. Además en la parte de la perfección moral, se estaría ignorando la bendición que hace el sacerdote al final de la misa sobre la asamblea, ya que está se da indistintamente si se comulgó (perfección moral para estar en estado de gracia) o no
28/01/24 8:42 PM
Cos
Lucía Victoria
"sigue partiendo de la premisa incorrecta (y no porque lo diga yo, sino porque lo han aclarado los propios responsables del documento, incluido el Papa Francisco) de que se bendice la unión irregular, la relación pecaminosa. Cuando la bendición que se invoca está destinada, única y exclusivamente, a las personas"

Los responsables del documento lo que han hecho ha sido mantener la confusión, no aclarar la situación. Si no, muestre donde hayan dicho que no se bendice a las parejas. Lo que se hace es mantener la postura de que se bendice a la vez a una pareja y a los individuos. Eso es contradictorio. La prueba es que el Santo Padre en la última aclaración que no aclara insistió que se bendecía a las personas, no a las uniones. Y esto es por utilizar la misma terminología confusa del cardenal Fernández. Lo que acabaría con la contradicción sería aclarar que no se bendice a las parejas.


"No puede ser y además es imposible: el pecado jamás podrá ser bendecido".

Esto es como decir que si un curandero le dice a su paciente que para curarse de una enfermedad lo que tiene que hacer es beber lejía y cortarse un dedo, pues no nos preocupemos. Total, el tratamiento no va a funcionar.
Que haya sacerdotes que hagan estas bendiciones es escandaloso y blasfemo. Y cuando se habla de blanquear, se habla de blanquear de cara al mundo. ¡Vaya argumentos!
29/01/24 1:18 AM
otro Pepe
Lucía Victoria,

La conclusión del fraile dominico es válida.

No lo digo para hacer comparaciones despectivas sino como ejemplo, hace poco ponían en una tv un documental sobre el Ku Kus klan, ahora está en horas bajas pero hace unos años tenía millones de miembros y estaban implicados algunos pastores protestantes. Imaginemos que en una asociación de la supremacía blanca hay católicos y quieren que un cura bendiga a los miembros de la asociación. Aunque se bendiga a las personas, a esta les une que pertenecer a esa asociación y no otra cosa. Si unos miembros de una asociación de supremacía aria pidieran una bendición de su grupo para dejar de ser supremacistas... creo que un cura les diría, si como parece, y vosotros decís que reconocéis, lo que propone vuestra asociación está mal, disolverla y se soluciona el tema. Pero al bendecirla lo más fácil es que parezca que se aprueba esa asociación y lo que defiende. Además de el riesgo de que se bendiga algo que está mal en sí mismo en la confusión (en mi opinión, de quien pueda dar la bendición, quien la recibe, quien lo ve desde fuera...) de que se bendice sólo a las persona ó a la asociación.

Esas personas van a pedir una bendición porque forman una pareja en una relación irregular, sino irían por separado, en un grupo más ámplio, ó la recibirían al final de la misa como los demás, etc.
29/01/24 4:10 AM
Lucía Victoria
Otro Pepe y Cos (discúlpame, porque te contesté ayer y por lo que sea dupliqué el mensaje a Javidaba):

No tengo problema en probar que el Dicasterio para la doctrina de la fe está "regulando" y autorizando OTRA CLASE de bendición distinta a las que, sólo dos años antes, se había dado categóricamente un NO por respuesta (Responsum-2021). Si tengo tiempo a lo largo de hoy, lo haré. O más bien, lo volveré a hacer. Cuestión distinta es que se desechen esas conclusiones.

Hablamos de una clase de bendición, por cierto, que yo misma he recibido -además de las recibidas diariamente de forma individual (confesión) o colectiva (misa)- hasta en cuatro ocasiones: tres, "en pareja" y otra "en familia". Tengo el orgullo de que esas dos bendiciones "en pareja" las recibí de las manos de Benedicto XVI. En las dos, ya estaba casada, pero sólo en una de ellas bendijo la unión (nuestro matrimonio). O eso creo, porque musitó en voz baja unas palabras que no alcancé a entender. La otra fue en un contexto muy distinto y con mi esposo a kilómetros de distancia: estaba embarazada de seis meses de mi segundo hijo y la bendición la recibió mi hijo y, con él, yo misma. El vínculo físico entre los dos era inobjetable, y sin embargo parece claro que no estaba bendiciendo nuestra unión, sino a las dos personas, aunque una de ellas estuviese todavía por nacer. Lo doy por hecho, pues, también en esta ocasión apenas movió los labios en un susurro imperceptible, mientras
29/01/24 12:03 PM
Lucía Victoria
Es verdad que el riesgo de escándalo, cuando se trata de parejas unidas en relación de pecado, existe. Como también es cierto que FS es un documento que tenía que haber hilado mucho más fino, para evitar toda la confusión que se está creando. Pero que no está autorizando ni regulando bendiciones de uniones pecaminosas, que puedan crear la falsa idea de que la Iglesia -mucho menos Dios- da por buena la situación objetiva de pecado o confirma en el pecado a las personas que viven en situación irregular, también es verdad.
29/01/24 12:04 PM
Cos
"La otra fue en un contexto muy distinto y con mi esposo a kilómetros de distancia: estaba embarazada de seis meses de mi segundo hijo y la bendición la recibió mi hijo y, con él, yo misma. El vínculo físico entre los dos era inobjetable, y sin embargo parece claro que no estaba bendiciendo nuestra unión, sino a las dos personas, aunque una de ellas estuviese todavía por nacer".

También se puede bendecir a dos personas a la vez sin que ni si quiera se conozcan. En su caso, ambas bendiciones recibidas se dieron, aunque no el vínculo, sí a través del vínculo. Incluso, incluyendo el vínculo, probablemente. Pues ese es el mismo caso que sucede cuando a una pareja en relación pecaminosa se le ofrece una bendición, que se les bendice a la vez en función de su relación pecaminosa. Pero es que el documento tampoco se queda ahí, el documento pretende que se bendiga a la pareja, no a las personas individualmente por medio de una bendición general, puesto que eso ya se podía hacer antes. Se trata de bendecir a una pareja y a esa pareja. Para evitar confusiones y ambigüedades lo mejor entiendo que sería bendecir a uno por una lado y, al cabo de un rato, a otro por otro.
29/01/24 4:54 PM
Lucía Victoria
Se les bendice "a pesar de su unión pecaminosa", y no en función de ella. Cuando se trate de dos hombres o dos mujeres, pocas dudas cabrán. Pero cuando la pareja la conformen un hombre-mujer, el cura dificilmente puede saber, sin preguntar antes, si están casados o no (y si lo están, si su matrimonio se celebró por la IC o con un actor de Las Vegas).

Cos, yo te hablaba de algo mucho más sencillo: una oración de intercesión, sencilla, espontánea y breve, que termina con la señal de la cruz. Y que no puede tener más pretensión ni contenido que impetrar una ayuda especial del Cielo para que las personas que acuden "juntas" a pedirla (y que si lo hacen humilde y sinceramente es porque Alguien ha movido su corazón) puedan alcanzar el auxilio y la fortaleza necesaria para reconducir sus vidas (casi siempre, increíblemente enredadas) por el camino y las exigencias evangélicas.

La pretensión del documento la aclara el propio legislador: "Mostrar concretamente la cercanía del Señor y de la Iglesia a todos aquellos que, encontrándose en situaciones diversas, piden ayuda para continuar -a veces para comenzar- un camino de fe" (Francisco).
29/01/24 7:07 PM
otro Pepe
Lucía Victoria,

Lo que dices en teoría suena bien, pero creo como ya se ha comentado que se puede hacer igual si van las dos personas por separado a pedir la bendición y se salva la confusión de si se bendice sólo a personas ó a la unión de éstas, lo que pueda pensar quien lo ve desde fuera y no conoce ese matiz, etc. Y libra de averiguar si esas personas quieren reconducir su vida ó lo que quieren es confirmarse en lo que hacen, porque también se dará...
29/01/24 9:34 PM
Federico Ma.
Muchas gracias. Muy buen artículo, en general, salvo por esto: "[Dios] permite tribulaciones, pruebas y sufrimientos". En realidad, como explica santo Tomás, Dios quiere y causa, indirectamente, las tribulaciones, pruebas y sufrimientos, como todos los males físicos o de naturaleza. El mal que sólo permite es el mal moral o pecado.
5/02/24 8:26 PM
Federico Ma.
Y el problema es más grave de lo que parece. Porque si Dios tan sólo permitiera el mal físico (así como sí sólo permite el mal moral o pecado), eso implicaría que el ejercicio causal de las creaturas que producen tal mal físico, toda vez que el mismo es positivo, estaría sustraído al influjo causal de Dios, El cual ya no sería por ello Causa primera de todo cuanto es. No sería, por tanto, Dios. De modo que la implicancia lógica de sostener que Dios tan sólo permite el mal físico o de naturaleza parece ser el mismo ateísmo.
7/02/24 9:55 PM

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