(prensa@arzolap/InfoCatólica) El arzobispo indicói que «en Argentina, en nuestra sociedad farandulizada de la modernidad líquida nos farandulizan, también a nosotros, los católicos... El Señor nos advirtió que todas las naciones nos odiarían a causa de su nombre. Pero en esta Argentina líquida ni siquiera eso... ¡nos toman en solfa!».
El prelado añadió que «no podría jamás la farándula representar los dramas, las luchas y las muertes del amor verdadero y del pecado. La obra es un éxito de taquilla y de pantalla, y para completar el fenómeno de economía de mercado el disfraz de monja es reclamado por las niñas, y por supuesto las mamás se lo compran; hay medidas para las chicas entre tres y trece años, y se venden a un precio triple al de cualquier otro disfraz. He leído que un sociólogo califica así este boom de la moda: hay una reapropiación sarcástica del traje de monja».
El mundo no puede entender el verdadero sentido de ser monja
El arzobispo agregó que «lo que ocurre hoy aquí (la profesión solemne de la religiosa) es algo extraño, misterioso, incomprensible para la inmensa mayoría de la gente. Una mujer joven elige encerrarse aquí para siempre, elige la soledad y el silencio, promete dedicarse -subrayemos otra vez: para siempre- a la oración asidua, a una generosa penitencia, al trabajo humilde, a las obras santas. El mundo no puede entender esto; me refiero a la noción bíblica, evangélica, de mundo, que habría que recuperar sin falsos pudores».
Mons. Aguer remarcó que «este monasterio es hoy, notoriamente, un rincón ínfimo, una periferia social y existencial. No cabe en el mundo de la 'modernidad líquida', que describió el sociólogo Zygmunt Bauman. La decisión de la Hermana María de los Ángeles de Jesús Sacramentado, más allá del ensayo previo, del estadio provisorio de su consagración, la hace ser radicalmente ella misma, ser definitivamente lo que Dios pensó de ella. Su elección es un acto por excelencia de la fe, que la conecta singularmente con la eternidad... Nuestra Hermana elige la eternidad y empieza a vivir en ella... Se me ocurre que lo dicho ilustra qué significa votos perpetuos, los que ella profesa solemnemente; la perpetuidad de una promesa, de una elección, que en el acto mismo de profesarlos, como una flecha atgraviesa el tiempo y se clava en la eternidad. Abandona la indiferencia de lo universal y recala en lo singularísimo de lo personal, se hurta a la fluidez de lo relativo y se somete a lo absoluto de la Verdad».
Seguidamente, para reafirmar el don que es para la Iglesia la consagración, Mons. Aguer tuvo emotivas palabras para la religiosa que hizo sus votos perpetuos; correntina, de 25 años, y formada durante cinco años para este acontecimiento. «Es perfectamente compatible -enfatizó- la seriedad de lo que estamos haciendo aquí, la sencilla y tremenda seriedad, con la verdadera alegría, con el gozo en el Espíritu Santo. Como corresponde a la vocación cristiana y, después de todo, a la aventura de la vida humana. No solo es compatible, sino complementario, inseparable, necesario lo uno y lo otro. Por eso estamos tan contentos, porque nos damos cuenta de lo que esta consagración significa para el monasterio, para la Arquidiócesis, para la Iglesia entera, para el mundo que sin saberlo tiene sed de redención. Es la grandeza de la pequeñez».
«Hermana María de los Ángeles de Jesús Sacramentado -concluyó-: quedás colgada de la gracia de Dios, sobre el abismo; que no hay sin coraje consagración verdadera. Pero la Virgen Santa desde el cielo, donde está corporalmente glorificada, te mira y te sonríe. Amén».
Veinte carmelitas, en el pulmón orante platense
Veinte son las carmelitas del monasterio Regina Martyrum y San José, de la calle 7 y 35, de La Plata. La menor de ellas tiene 18 años, y la mayor, 90.
La priora, Madre María Amada de Jesús, OCD, agradeció las oraciones de todos los fieles, por este nuevo acontecimiento. E invitó a la Santa Misa que tendrá lugar el próximo sábado 12 de Septiembre (fiesta del Santo Nombre de María), a las 17, en acción de gracias por los sesenta años de vida religiosa, de la octogenaria Hna. Miriam de San José, OCD.