(ACI/InfoCatólica) Según ha informado a la agencia vaticana Fides el abogado cristiano Sardar Mushtaq Gill, la mujer, que en el pasado era cristiana, se convirtió al Islam hace unos 20 años para casarse con un hombre musulmán con quien tiene tres hijos.
La mujer ha dicho a la policía que el pastor Karamat Masih y otros 50 cristianos habían allanado su casa, amenazándola y blasfemando contra el Islam y el Corán. Cuatro de los acusados han sido arrestados y están bajo custodia policial.
El abogado Sardar Mushtaq Gill dice a Fides que «cada vez son más frecuentes los casos en que la ley sobre la blasfemia es utilizada para dañar a las minorías religiosas o para resolver los casos de disputas y rivalidades privadas, o simplemente como un instrumento de chantaje».
Por ello, explicó, «urge que el estado detenga y condene a los que formula acusaciones falsas. Esta es una nueva tendencia, muy peligrosa: en una disputa que estaba abierta un nivel penal, se manipulan los hechos utilizando la blasfemia para debilitar la contra parte».
La ley de blasfemia agrupa varias normas contenidas en el Código Penal inspiradas directamente en la Shariah –ley religiosa musulmana– para sancionar cualquier ofensa de palabra u obra contra Alá, Mahoma o el Corán.
La ofensa puede ser denunciada por un musulmán sin necesidad de testigos o pruebas adicionales y el castigo suponer el juicio inmediato y la posterior condena a prisión o muerte del acusado.
La ley es usada con frecuencia para perseguir a la minoría cristiana, que suele ser explotada laboralmente y discriminada en el acceso a la educación y los puestos de función pública.
El caso más emblemático relacionado con esta ley es el de Asia Bibi, una madre católica de cinco hijos que acaba de cumplir dos mil días de encierro mientras la Corte Suprema decide si la condena a muerte contra ella procede o no.
En junio de 2009, Asia trabajaba como obrera en Sheikhupura, cerca de Lahore, Pakistán. En una ocasión le pidieron que buscara agua potable para sus compañeras. Algunas de las trabajadoras –todas musulmanas– se negaron a beber el agua por considerarla «impura» debido a que fue provista por una cristiana.
Un día más tarde, Asia fue atacada por una turba y llevada a una comisaría «por su seguridad», donde fue acusada de blasfemia contra Mahoma. Desde su detención denunció ser perseguida en razón de su fe y negó haber proferido insulto alguno contra el Islam.