(EWTN/InfoCatólica) El 23 de septiembre del año pasado el TC sentenció que los hijos de inmigrantes indocumentados que nacieron en República Dominicana a partir de 1929 y que estén registrados como ciudadanos dominicanos perderán ese estatus al considerarse que sus padres estaban en el país «en tránsito».
El cardenal envió una carta al embajador dominicano en Estados Unidos, Aníbal de Castro, en la que también recordó las relaciones «extraordinarias» que tuvo con República Dominicana y con su pueblo «en la diáspora por más de 40 años».
«Hace más de cuatro décadas comencé a celebrar una Misa para la comunidad hispana en Washington DC que de hecho creció a la sombra de la devoción a Nuestra Señora de la Alta Gracia. Serví durante 20 años a la comunidad dominicana en Washington DC, en las Indias Occidentales durante 10 años y ahora en Massachusetts. El Presidente Joaquín Balaguer me honró con la distinción de la Orden de Cristóbal Colón, por mi trabajo pastoral con los dominicanos. Es por eso que siento un gran afecto por la República Dominicana y su gente», expresó.
Dijo que ese mismo espíritu lo impulsa a «expresar mi dolor» por la sentencia del TC «que ha generado grandes penalidades para tantas personas de origen haitiano que viven en la República Dominicana, muchos de los cuales han nacido en su país y que, con su arduo trabajo y dedicación, contribuyen de una manera importante al bienestar del país».
«El ser una persona sin Estado, un apátrida, hace que sea casi imposible estudiar, conseguir un trabajo digno, adquirir un seguro, contribuir a un fondo de pensiones, casarse legalmente, abrir cuentas bancarias e incluso viajar dentro o fuera de su país de origen», indicó.
El purpurado señaló que el destino común de ambos países «es compartir una isla», y aunque «acontecimientos históricos han dejado sus cicatrices», los dominicanos y haitianos de buena voluntad «desean un futuro de mayor solidaridad y amistad». En ese sentido, recordó la ayuda que muchos dominicanos prestaron a los damnificados del terremoto en Haití.
Ni divisiones ni discriminaciones
«Cuando yo era un joven sacerdote en Washington celebré Misa con los inmigrantes de la República Dominicana y Haití en la misma parroquia. Nunca percibí divisiones ni discriminaciones. La fe de la gente y su lucha común para mantener a sus familias los unió en comunidad», afirmó.
«En Navidad hacemos presente los acontecimientos de la vida de Cristo, comenzando por la Sagrada Familia, que buscó alojamiento en Belén sin encontrar lugar en la posada. Tengo la esperanza de que en este tiempo de Navidad, el gobierno y el pueblo de la República Dominicana rechacen estas sentencias injustas que causan tanto dolor y sufrimiento», expresó.
Derecho a regular las fronteras sin menoscabo de la dignidad humana
El cardenal reconoció el derecho de cada país a controlar sus propias fronteras, pero sin «pasar por encima de la dignidad de las personas y mermar su humanidad».
Por ello, dijo que reza y confía «en que el gobierno y el pueblo de la República Dominicana se sientan inspirados por los ideales del Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo que aparecen en su hermosa bandera nacional».
«En Navidad los coros de los ángeles nos llaman a dar gloria a Dios y trabajar por la paz en la tierra y espero que nuestros Quisqueyos valientes puedan lograr ambas cosas rompiendo las cadenas que esclavizan a sus hermanos y hermanas de La Española».
Por ello, pidió al embajador comunicar a su gobierno «la preocupación y decepción de un sacerdote que se considera amigo del pueblo de la República Dominicana. Pido a Dios que sus líderes tengan la sabiduría y el valor de corregir estas injusticias que se están cometiendo contra su propio pueblo. Cuente con mis oraciones».
Por otro lado, se informó que una delegación de los gobiernos haitiano y dominicano se reunirán el 7 de enero para retomar el tema migratorio, luego que en noviembre República Dominicana interrumpiera las negociaciones con Haití mediadas por Venezuela.
Se conoció además que como observadores participarán representantes de Venezuela, la ONU, la Unión Europea y la Comunidad del Caribe.