(EP) El ministro aseguró que “algunos de ellos ocultaban su proselitismo y su activismo religioso bajo la apariencia de otras actividades”. La última expulsión fue la del español Francisco Patón Millán, director de una pequeña compañía energética a quien la semana pasada se le ordenó abandonar el país por intentar convertir al cristianismo a los musulmanes, según informaron fuentes eclesiásticas y diplomáticas europeas.
Según Tufiq, Marruecos tiene interés en fomentar el respeto y la coexistencia entre las religiones, pero también desea “proteger su unidad religiosa”. “Marruecos quiere impedir un enfrentamiento o un conflicto entre religiones”, aseguró. “No hay necesidad de que los creyentes de una religión conviertan a los creyentes de otra”, agregó.
“La guerra entre religiones es muy peligrosa y el mundo no tiene necesidad de eso”, prosiguió. “¿Qué prefieren los cristianos? ¿Un puñado de marroquíes convertidos o el orden y la calma entre los marroquíes, impermeables a la intromisión foránea en su fe?”, se preguntó.
Fuentes humanitarias y diplomáticas occidentales han asegurado que hasta 70 cooperantes extranjeros fueron expulsados a principios de marzo por intentar convertir a los musulmanes, pero el Gobierno sólo ha reconocido oficialmente 16 expulsiones. El diario de inclinaciones islamistas 'Attajdid' informó ayer jueves de que las autoridades habían ordenado la semana pasada la expulsión de 23 extranjeros en el marco de una más amplia oleada de deportaciones.
La evangelización, penada con cárcel
Los musulmanes constituyen el 99 por ciento de la población de Marruecos, pero hay libertad de culto para los seguidores del cristianismo -en su mayoría extranjeros- y del judaísmo -unos pocos miles de habitantes autóctonos-.
No obstante, el intento de convertir a los musulmanes a otras religiones constituye un crimen en Marruecos que se castiga con penas de hasta seis meses de cárcel, pero en el caso de los extranjeros las autoridades prefieren optar por la expatriación para impedir escándalos internacionales.
Antes de este año, Marruecos había expulsado ocasionalmente a algunos misioneros, en su mayoría pertenecientes a iglesias evangélicas de Estados Unidos. El Rey de Marruecos tiene la consideración de Comendador de los Creyentes ('Amir al Muminine') y, por ello, la última palabra en materia espiritual.