(InfoCatólica) Este medio de comunicación ha podido saber que la presión del gobierno ecuatoriano fue fundamental para que el Nuncio de Su Santidad en el país pidiera a los Heraldos que se trasladaran a Quito la semana pasada, de cara a buscar una salida al conflicto creado por el sector rebelde del vicariato.
Aunque el Papa Benedicto XVI ordenó al Superior General de la Orden de los Carmelitas Descalzos que decretara la salida de los frailes carmelitas presentes en el Vicariato, estos decidieron quedarse en la zona hasta que sus superiores eligieran a otros frailes para sustituirles.
Además, se da la circunstancia de que algunos sacerdotes diocesanos del Vicariato fueron ordenados por el obispo saliente, Mons. López Marañón, tras recibir una insuficiente y muy deficiente formación teológica, doctrinal y pastoral, lo cual ha llevado a algunos sectores de la Iglesia en Ecuador a dudar sobre la validez de dichas ordenaciones.
A todo ello hay que añadir el enfretamiento abierto por el control de la emisora de radio propiedad del Vicariato, que tenía una plantilla excesiva y sufría unas pérdidas difícilmente asumibles por una iglesia local tan pobre.
Simpatizantes de los carmelitas ocuparon durante meses la catedral de Nueva Loja, la capital de Sucumbíos, hasta que el domingo un grupo de fieles acudieron a expulsarlos, lo cual derivó en un enfrentamiento que pudo acabar de forma violenta.
El gobierno de Ecuador intervino desde un primer momento en el conflicto, pidiendo a la Iglesia que retirara a los Heraldos del Evangelio del Vicariato. Aunque el presidente Correa se retrajo de hacer declaraciones tras las críticas recibidas por las primeras que hizo, en las que amenazó con vetar los nombramientos episcopales en su país, lo cierto es que algunos de sus ministros han seguido ejerciendo la presión de forma "discreta" pero eficaz.
Los Heraldos del Evangelio han recordado en todo momento que ellos no pidieron ser enviados a Sucumbíos y por eso ahora se muestran dispuestos a acatar aquello que se les pide.
Reproducimos por su interés el comunicado de la Conferencia Episcopal de Ecuador:
Desde el cambio de administración pastoral en el Vicariato Apostólico de San Miguel de Sucumbíos a fines del año pasado, ha causado preocupación en las instancias eclesiásticas responsables la serie de actitudes y tomas de posición que han dificultado una transición conveniente.
Conforme a las disposiciones emanadas por el Superior General de la Orden de Carmelitas Descalzos, el equipo de frailes carmelitas que servía en San Miguel de Sucumbíos ha salido de la zona y ha entregado formalmente a Monseñor Angel Polivio Sánchez Loaiza, Delegado Pontificio, los espacios y tareas que corrían a su cargo.
Los misioneros Heraldos del Evangelio, luego de una serena revisión de todas las circunstancias, han considerado oportuno, como un gesto de delicadeza y disponibilidad con el Santo Padre, poner en sus manos la comisión recibida.
Según las peticiones cursadas hace algunos meses, las Arquidiócesis de Quito y Guayaquil, con las Diócesis de Ibarra, Ambato, Loja y San Jacinto de Yaguachi, se disponen a enviar algunos sacerdotes diocesanos que colaboren en la labor pastoral al servicio del Vicariato.
Todas estas medidas, según ha declarado Monseñor Sánchez Loaiza, tienden a ‘robustecer el espíritu de comunión, para que la unidad de las comunidades cristianas sea testimonio de fidelidad a Jesucristo y a su Iglesia'.
El obispo emérito se declara en huelga de hambre
Por su parte, Mons. Gonzalo López Marañón, obispo emérito de Sucumbíos, inició ayer martes a las 17:00 hora local un ayuno y oración permanentes por la reconciliación y la paz en Sucumbíos. En la capilla del Belén, parque Alameda, Quito.
Con el lema “Para curar heridas y reconciliar Sucumbíos”, Mons. López Marañón, de 77 años de edad, se instalará en el patio de la Capilla del Belén, en la ciudad de Quito, de forma indefinida hasta que haya señales claras de reconciliación entre la población.