(Televisa/InfoCatólica) El miércoles, el alcalde Gianni Alemanno y el obispo vicario de Roma Agostino Vallini inauguraron la obra del escultor Oliviero Rainaldi, que fue donada a la ciudad por la fundación Silvana Paolini Angelucci. La imagen, que no tuvo costo para el erario público, fue ubicada en la Plaza del Cinquecento, a unos metros de la entrada a la estación Termini.
Se trata de un cilindro de hierro de cinco metros de altura que muestra la cabeza del Papa sobre un único pedazo de acero en forma de túnica que concluye con la reproducción de un pliegue de tela del lado derecho y tiene un espacio vacío en el centro.
La obra se inspira en una foto de 2003 en la cual el Beato Juan Pablo II, durante una audiencia, cubrió con su capa a un niño que estaba sentado en un escalón de la sala de audiencias, en un gesto bromista. Al momento de la inauguración Vallini aseguró que “el autor quiso expresar en manera originalísima el símbolo de la acogida recíproca”, mientras el alcalde Alemanno la calificó de “bella y sugestiva”, aunque apuntó: “cada uno tendrá su visión justa de la obra”.
Lo cierto es que L'Osservatore Romano apreció la idea de una escultura del beato Juan Pablo II, pero no mostró entusiasmo por su calidad artística. “La sugerencia de la obra consiste en el abrazo que el pontífice estaba acostumbrado a dar a los fieles de su diócesis y a ofrecer a muchos peregrinos y visitantes”, publicó.
“Pero su rostro –agregó– situado en la cima de la escultura, tiene sólo un lejano parecido con el Papa. Y, en su conjunto, el resultado no parece a la altura del intento, tanto que sobre el particular ya se levantaron voces críticas”.