(Agencias/InfoCatólica) Francia anunció ayer su decisión de prohibir las plegarias de cualquier religión en las calles de las dos principales ciudades del país, París y Marsella, como ya sucede en Niza, dentro de una serie de medidas gubernamentales destinadas, según un comunicado del Ministerio del Interior, a “mejorar el conocimiento y la aplicación del laicismo, reafirmar el principio de neutralidad religiosa en los servicios públicos y garantizar el libre ejercicio de culto”.
Ese fue uno de los puntos que el ministro del Interior, Claude Guéant, transmitió a representantes en Francia de las comunidades católica, judía, musulmana, budista, ortodoxa y protestante, en una reunión para exponerles la nueva política dirigida a garantizar la aplicación del laicismo en el país. Entre ellas se incluye la creación de un grupo de trabajo interministerial encargado de aclarar, antes del verano, las condiciones del cumplimiento del principio de neutralidad en los servicios públicos y de proponer las medidas jurídicas apropiadas.
Para favorecer la libertad de culto se apuesta también por la creación de una "conferencia departamental" de la libertad religiosa, que estaría integrada por personas elegidas localmente y responsables de la Administración, o la garantía de que el sacrificio de los animales según los respectivos ritos religiosos se realiza respetando las reglas sanitarias. El Gobierno propone igualmente la elaboración de un código sobre el laicismo y la libertad religiosa, que estará disponible a finales de mayo, además del refuerzo de la enseñanza de ese principio en las escuelas públicas, o la formación "republicana" de los ministros de culto, particularmente los imanes.
Algunos de esos aspectos estaban incluidos en las conclusiones del controvertido debate sobre el laicismo en la sociedad, organizado a principios de abril en el seno de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), que le valió al partido gobernante numerosas críticas por considerar que tenía en su punto de mira al islám. En ese diálogo se acordó proponer, por ejemplo, la prohibición de menús específicos en las cantinas públicas o la erradicación de los signos religiosos de los servicios públicos, o que dejara de ser obligatorio para las empresas el respetar las exigencias religiosas de sus trabajadores.