Se suceden una tras otra las decisiones importantes en el seno de los Legionarios de Cristo. Tras un inicio que desilusionó a más de uno, la reforma de la congregación ahora está llegando a concretarse en la realidad de la mano del delegado pontificio Velasio De Paolis. No sin pocas turbulencias. La última novedad ha sido un decreto por el cual se ordena la “damnatio memoriae” del fundador, el inmoral Marcial Maciel Degollado. Una determinación esperada, pero que parece quedarse a mitad.
Esto porque, si bien se ordena quitar de todas las casas de la Legión y del movimiento Regnum Christi las fotos del fundador (en las cuales esté sólo o con el Papa Juan Pablo II), no se impide que los miembros de la orden puedan tener imágenes como ellas en privado.
Algo similar ocurre con los escritos, cartas y conferencias de Maciel, palabras que en la intimidad y a manera de reflexión podrán ser escuchadas, pero no podrán ser vendidas en las editoriales de la congregación ni publicitadas en sus sitios de internet, revistas y boletines. Además si algún sacerdote legionario quiere echar mano de ellas para preparar un sermón, un retiro o una reflexión, podrá hacerlo.
En este punto todavía no es claro si documentos como “El salterio de mis horas” seguirán siendo considerados obras de Maciel, así como muchas de sus cartas, todos documentos plagiados. En el caso del Salterio se sabe que su verdadero autor fue el español Luis Lucía Lucía. ¿Y sus misivas? También es conocido que otros se las escribían.
Estas nuevas disposiciones sobre cómo actuar respecto a la memoria de Maciel fueron emitidas en un decreto del 6 de diciembre pasado por el director general, Álvaro Corcuera y bajo la supervisión del delegado apostólico Velasio De Paolis.
Según una nota de la misma Legión el documento “es fruto de numerosas consideraciones y sugerencias y del sucesivo intercambio entre los superiores mayores de la congregación”. Al parecer se trata de disposiciones que estaban vigentes de facto ya desde hace algún tiempo y que ahora fueron puestas por escrito. A continuación los puntos centrales del decreto de Corcuera:
- En los escritos institucionales, el modo de referirse al P. Maciel será “fundador de la Legión de Cristo y del Regnum Christi” o simplemente “P. Maciel”.
- Se confirma la disposición que en los centros legionarios y del Regnum Christi no pueden estar colocadas fotografías del fundador donde se encuentre solo o con el Santo Padre.
- Las fechas relativas a su persona (nacimiento, bautismo, onomástico y ordenación sacerdotal) no se festejan. El aniversario de su muerte, 30 de enero, será un día dedicado especialmente a la oración.
- Los escritos personales del fundador y sus conferencias no estarán a la venta en las editoriales o en los centros y obras de la Congregación.
- A la cripta del cementerio de Cotija donde descansan los restos mortales de la familia Maciel Degollado, del P. Maciel y de otros legionarios de Cristo y miembros consagrados del Movimiento, se le dará el valor que tiene toda sepultura cristiana como lugar de oración por el eterno descanso de los difuntos.
-Los centros de retiro en Cotija seguirán ofreciendo los mismos servicios que hasta el presente, pero se establecerá ahí un lugar para la oración, reparación y expiación.
La nota legionaria también aclaró que, con la introducción de estas disposiciones institucionales, los superiores, directores y directoras deben proceder “conforme a los criterios de este decreto también para todas las cuestiones que no se tratan explícitamente en él, teniendo en cuenta el sentir de su comunidad o equipo”.
Estableció también que “respetando la libertad personal de los legionarios de Cristo y miembros consagrados del Regnum Christi, las normas establecidas dejan espacio para que quien así lo desee pueda conservar de manera privada alguna fotografía del fundador, leer sus escritos o escuchar sus conferencias. Igualmente, nada obsta que el contenido de estos escritos pueda usarse en la predicación”.
Aunque con sus limitaciones se trata de un decreto que era urgente y necesario para asegurarse que la Legión deje ya, de una vez y para siempre, el pesadísimo lastre de su falso profeta, como lo calificó Benedicto XVI.