(Noticias123/InfoCatólica) Durante su homilía en la Liturgia Ecuménica de Acción de Gracias por la vida de los 33 mineros que se realizó durante la tarde en el Santuario Nacional de Maipú, el obispo de Rancagua dio gracias a Dios por la vida de "estos hermanos nuestros que han sobrevivido a una tragedia gracias a su fe, a su esperanza, a su coraje y su comunión solidaria".
El prelado invitó a todas las personas e instituciones, de un modo especial a los líderes de opinión y a los medios de comunicación, a respetar a estos hermanos, a permitirles recuperarse dignamente, en el contexto de sus familias y seres queridos. "Ya han vivido una tiniebla horrorosa. No les violentemos con una luz encandilante que les pueda apartar de una vida sin ostentación y alegre. Con gran afecto decimos que los mineros de Atacama son simbólicamente 'nuestros mineros', pero no podemos arrogarnos la propiedad de sus vidas ni de este testimonio contundente de valor y de fe que nos han dado", argumentó.
Por otra parte, el obispo planteó que así como el sello Bicentenario fue matizando su identidad después del terremoto y maremoto, "también el derrumbe del 5 de agosto y luego la situación de los comuneros mapuche volvieron a remecer nuestras conciencias en la antesala de los festejos patrios".
"Nos preparábamos al Bicentenario soñando un Chile más justo, más fraterno y solidario, más cercano al querer de Dios; y estos acontecimientos imprevistos nos llevaron inexorablemente a mirar con mayor profundidad nuestros anhelos más sentidos", manifestó el presidente de la Conferencia Episcopal Chilena.
Mons. Goic aseguró que las condiciones de seguridad en las faenas mineras son apenas uno de tantos ejemplos de situaciones graves que nuestra sociedad debe abordar de modo urgente, como lo son a su juicio, "la miseria y la extrema pobreza, la vivienda precaria e indigna, las ofensivas desigualdades en el ingreso de las personas, en las oportunidades de educación, y en el acceso a la salud".