(Aica/InfoCatólica) Mons. Aguer dijo, en referencia a la reclamación de la jueza del Tribunal Supremo, que “en nombre de la laicidad del Estado, de su neutralidad religiosa, no habría que exhibir ningún signo del catolicismo”. A modo de ejemplo “característico”, el arzobispo citó el funcionamiento del “Estado soviético que mantuvo siempre en su Constitución escrita la afirmación de la libertad de culto pero fue un monstruo perseguidor de la Iglesia durante 70 años, y de toda religión”. Y se preguntó: “¿Y quién puede negar el hecho religioso en la cultura argentina, en la vida de la sociedad argentina?”
Tras destacar que las múltiples manifestaciones de fe en el país significan “que en el pueblo argentino existe una profunda religiosidad enraizada en la tradición católica”, Mons. Aguer consideró que “la fe tiende a hacerse cultura e impregna de sentido religioso todo lo que el hombre hace”.
En el signo de la Cruz se reconoce el misterio de una justicia superior
También señaló que “no se puede pensar que en la Argentina, donde reina pacíficamente la libertad de cultos, alguien pueda sentirse traumatizado porque haya crucifijos en los despachos de los jueces. Ni los procesados, resulten inocentes o culpables, ni los mismos jueces. Unos y otros pueden reconocer en el signo de la cruz el misterio de una justicia superior”.
Mons. Aguer explicó que la Cruz “más allá del valor que tiene para los cristianos” es “un signo universal que exalta el amor entre los hombres y el triunfo del bien sobre el mal”. El arzobispo advirtió de que “lo que se busca al proponer la supresión del crucifijo de los lugares públicos es recluir la expresión religiosa al ámbito de lo privado y por lo tanto dejar el ámbito público huérfano de valores trascendentes, a merced del agnosticismo y del relativismo ético”.
“No hay que olvidar que la iniciativa ha sido planteada esta vez por una persona que ha hecho pública manifestación de ateísmo. ¿Se pretende instaurar acaso el ateísmo del Estado? Existen en nuestro país minorías autodenominadas ‘progresistas’ que van a contrapelo de la vida de la sociedad e ignoran o desprecian los sentimientos de la mayoría de nuestro pueblo. La expresión religiosa es para nuestro pueblo signo de un auténtico humanismo”, insistió.