(Agencias/InfoCatólica) Unos 20.000 jóvenes, incluidos 6.000 scouts, estaban presentes en este evento organizado en una de las principales plazas de la capital de Sicilia, según los organizadores.
Benedicto XVI completó sus palabras sobre la mafia con un gesto fuera de programa: justo antes de partir de la isla, en el camino al aeropuerto, se detuvo para depositar una ofrenda en el monumento erigido en memoria del juez Giovanni Falcone, asesinado por la Cosa Nostra, la mafia siciliana, en mayo de 1992.
El padre Toni Dell'Olio, uno de los responsables de la mayor asociación italiana de lucha contra la mafia, Libera, celebró las declaraciones del Papa. “Es exactamente lo que esperábamos, una afirmación clara de que la mafia y el cristianismo son incompatibles”, dijo.
Vergüenza del mal
Durante la mañana, en una misa celebrada al aire libre al aire libre en una gran explanada frente al mar, el Papa aseguró que “Hay que tener vergüenza del mal, de lo que ofende a Dios y al hombre, hay que tener vergüenza del mal que hiere a la comunidad civil y religiosa con acciones que no soportan la luz del día”.
A la misa asistieron unas 200.000 personas según el Vaticano y fuentes policiales.
Ante todas las dificultades que debe enfrentar la población, “falta de trabajo”, “incertidumbre con respecto al futuro”, “sufrimiento físico y moral” y “crimen organizado” (la expresión utilizada para referirse a la mafia en Italia), Benedicto XVI llamó a conservar la fe, que “hace posibles las cosas humanamente imposibles”.
También les pidió que “no tengan miedo de dar testimonio con claridad de los valores humanos y cristianos”.
En sus intervenciones, Benedicto XVI también citó varias veces al padre Pino Puglisi, que trabajaba en un barrio con dificultades de Palermo y fue asesinado por la mafia en 1993.