(SIC/RV) El Pontífice dijo que eligió un tema para este mensaje que retoma las palabras de la Carta a los Colosenses del apóstol Pablo: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe”. Un tema, –afirma–, que va contra corriente, porque hoy en el mundo son pocos los que proponen a los jóvenes el estar “arraigados” y “edificados”, mientras que se exaltan la incertidumbre, la movilidad, la versatilidad, es decir, aspectos que reflejan una cultura indecisa con respecto a los valores de fondo, a los principios de base con los cuales orientar y regular la propia vida.
Benedicto XVI dijo que él mismo, por su experiencia y por el contacto que ha tenido con los jóvenes, sabe bien que cada generación, cada persona, está llamada a realizar nuevamente el recorrido de descubrimiento del sentido de la vida, por eso habla de él en el mensaje para la Jornada Mundial de la Juventud.
“Es precisamente por esto”, explicó el Papa, “que he querido proponer un mensaje que, según el estilo bíblico, evoca las imágenes del árbol y de la casa. El joven, en efecto, es como un árbol en crecimiento: para desarrollarse bien necesita de raíces profundas, que en el caso de las tempestades, lo sujeten bien plantado al suelo. Y lo mismo la imagen del edificio en construcción hace referencia a la exigencia de válidos fundamentos, para que la casa sea sólida y segura”.
Amistad con Jesús
En la continuación de su meditación antes de la oración del angelus, Benedicto XVI indicó que el centro del mensaje para los jóvenes está en las expresiones “en Cristo” y “en la fe”. La plena madurez de la persona, su estabilidad interior, tienen el fundamento en la relación con Dios, relación que pasa a través del encuentro con Jesucristo.
Una relación de profunda confianza, de auténtica amistad con Jesús y en grado de dar a un joven aquello que necesita para afrontar bien la vida: serenidad y luz interior, actitud para pensar positivamente, amplitud de ánimo hacia los otros, disponibilidad a pagar en persona por el bien, la justicia y la verdad.
Cristianos sustentados por la Iglesia
Por último, el Santo Padre hizo referencia a un aspecto que considera de vital importancia, y es el hecho que, para convertirse en creyente, el joven es sustentado por la fe de la Iglesia, y así como ningún hombre es una isla, mucho menos lo es el cristiano, que descubre en la Iglesia la belleza de la fe compartida y testimoniada junto a otros en la fraternidad y en el servicio de la caridad.
Finalizada la oración mariana, y en su saludo en español, el Papa Benedicto XVI invitó a los jóvenes a leer y profundizar el mensaje para la próxima Jornada Mundial de la Juventud de Madrid 2011.