(RV/InfoCatólica) Desde el balcón del patio Clemente XIV del Palacio apostólico de esta pequeña ciudad al sur de Roma, el Santo Padre en su breve alocución previa al Ángelus ha reflexionado sobre los textos de la liturgia del domingo.
En el Evangelio encontramos a Jesús como comensal en la casa de un jefe de los fariseos. Advirtiendo que los invitados elegían los primeros sitios en la mesa, Él les contó una parábola, ambientada en un banquete nupcial en el que advierte que no se debe buscar el primer puesto porque puede llegar alguien más digno y tenga que cederlo. A propósito de este relato evangélico Benedicto XVI ha manifestado:
El Señor no quiere dar lecciones de protocolo, ni sobre la jerarquía entre las diversas autoridades. Insiste más bien sobre un punto decisivo, el de la humildad: “el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido” (Lc 14,11). En efecto puede representar la condición de la humanidad degradada por el pecado, condición que sólo la encarnación del Hijo Unigénito puede volver a levantar. Por esto el mismo Cristo “ocupó el último puesto en el mundo -la cruz-, y precisamente con esta humildad radical nos ha redimido y nos ayuda constantemente” (Enc. Deus caritas est, 35)
Benedicto XVI siguiendo con el relato de la parábola ha explicado que al final de la misma Jesús sugiere al Jefe de los fariseos que invite a la mesa no a los amigos o personas que pueden devolverle esta deferencia sino a aquellos que no podrán devolverle lo que les ha dado:
La verdadera recompensa, en efecto, al final la dará Dios, “que gobierna el mundo (...) Nosotros le ofrecemos nuestro servicio sólo en lo que podemos y hasta que Él nos dé fuerzas”. Una vez más pues, miramos a Cristo como modelo de humildad y gratuidad: de Él aprendemos la paciencia en las tentaciones, la mansedumbre en las ofensas, la obediencia a Dios en el dolor, a la espera que Él que nos ha enviado nos diga: “Amigo sube más arriba”; el verdadero bien, en efecto, es estar cerca de Él
San Luis, rey de Francia y el martirio de san Juan Bautista
Seguidamente el Santo Padre ha aludido a San Luis IX, rey de Francia – cuya memoria celebramos el pasado miércoles – que puso en práctica aquello que está escrito en el libro del Eclesiástico: “cuando más grande seas, más debes humillarte y ante el Señor hallarás gracia”. (3,18”). Benedicto XVI ha finalizado su alocución previa al rezo mariano del Ángelus recordando el martirio de san Juan Bautista:
Queridos amigos, hoy recordamos también el martirio de san Juan Bautista, el más grande entre los profetas de Cristo, que ha sabido negarse a si mismo para dar espacio al Salvador, y ha sufrido y muerto por la verdad. Pidamos a Él y a la Virgen María que nos guíen en el camino de la humildad, para ser en dignos de la recompensa divina.
Saludo a los mineros chilenos y sus familias
Tras el rezo mariano del Ángelus y del responso por los fieles difuntos Benedicto XVI ha saludado en varias lenguas. En lengua española ha dirigido un especial saludo a los mineros chilenos y sus familias
Al saludar cordialmente a los peregrinos de lengua española que participan en esta oración mariana, quisiera recordar con particular afecto a los mineros que se encuentran atrapados en el yacimiento de san José, en la región chilena de Atacama. A ellos y a sus familiares los encomiendo a la intercesión de San Lorenzo, asegurándoles mi cercanía espiritual y mis continuas oraciones, para que mantengan la serenidad en la espera de una feliz conclusión de los trabajos que se están llevando a cabo para su rescate. Y a todos os invito a acoger hoy la Palabra de Cristo, para crecer en fe, humildad y generosidad. Feliz domingo
La algarabía que generalmente despierta en los peregrinos el saludo del Santo Padre, con frecuentes interrupciones y vivas esta vez fue más contenida por las palabras dirigidas a estos mineros atrapados desde el 5 de agosto.