(RV/InfoCatólica) Respondiendo a la pregunta que los jóvenes le han dirigido sobre cómo reconocer la llamada de Dios, Benedicto XVI ha recordado que es necesario aprender a vivir momentos de silencio interior, siguiendo la voz del Señor. “Dicho en una sola palabra: el secreto de las vocaciones está en la relación con Dios, en la oración”.
En este sentido el Papa ha señalado que la verdadera oración no es una cosa lejana de la realidad. “Al contrario, el diálogo con Dios es garantía de verdad y de libertad”, ha dicho Benedicto XVI, recordando que ese diálogo “defiende del orgullo, de las modas, y de los conformismos, y da la fuerza de ser realmente libres”.
Precisamente así vivió san Celestino V, ha explicado el Papa: “él supo actuar según consciencia y obediencia a Dios”. “¡Queridos amigos! La fe y la oración no resuelven los problemas, pero permiten afrontarlos con una luz y una fuerza nueva, de manera digna para el hombre, y también en modo más sereno y eficaz”. El Papa reconoció las sombras que acechan a los jóvenes.
“La cultura consumista actual tiende en cambio a aplastar al hombre contra el presente, a hacerle perder el sentido del pasado, de la historia; pero de este modo lo priva también de la capacidad de comprenderse a sí mismo, de percibir los problemas, y de construir el mañana. Entonces, queridos jóvenes, quiero deciros: el cristiano es uno que tiene buena memoria, que ama la historia e intenta conocerla”.
Dejarse conquistar por Cristo
Por este motivo el Papa ha invitado a los jóvenes a dejarse conquistar totalmente por Cristo.
“Poneos también vosotros, con determinación, en el camino de la santidad que está abierto a todos, porque esto os hará ser más creativos a la hora de buscar soluciones a los problemas que encontraréis, y a buscarlas juntos. Éste es otro signo distintivo del cristiano: no es individualista”.
Benedicto XVI ha concluido su discurso invitando a los jóvenes a no tener miedo y a amar a sus comunidades cristianas. “Dios –ha recordado el Papa– no os quita nada”, porque Él “es Amor infinito: el único que sacia nuestro corazón.
“Queridos jóvenes. Conservad vuestro entusiasmo y vuestra felicidad, que nacen tras haber encontrado al Señor, y sabed comunicarlos también a vuestros coetáneos. Ahora me tengo que marchar, y tengo que decir que me da pena dejaros. Con vosotros siento que la Iglesia es joven. Pero me voy contento, como un padre que está sereno porque ha visto que los hijos están creciendo y están creciendo bien. ¡Caminad, queridos jóvenes! Caminad por el camino del Evangelio; amad a la Iglesia, nuestra madre; sed sencillos y puros de corazón; sed mansos y fuertes en la verdad; sed humildes y generosos. Os confío a todos a vuestros santos patronos, a san Pedro Celestino y sobre todo a la Virgen María, y con gran afecto os bendigo”.