(Agencias/InfoCatólica) La operación, realizada ayer por orden de la Fiscalía de Bruselas, incluyó un registro en las dependencias de la catedral de Sint-Rombouts (Malinas) situada al lado de la sede del arzobispado, adonde la policía llevó dos camiones para trasladar documentos a la capital belga.
En la nota, la Santa Sede denuncia que durante los registros se produjo “la profanación de las tumbas de los cardenales Josef-Ernest Van Roey y Léon-Joseph Suennes, difuntos arzobispos de Malinas-Bruselas”.
La Fiscalía reconoce la profanación
Un potavoz de la Fiscalía de Bruselas ha reconocido este viernes que los investigadores abrieron parcialmente una tumba, situada dentro de la catedral, pero que no sabían quién estaba enterrado en ella. En la tumba investigada se habían hecho obras recientemente –según había informado a la policía alguien que vio cómo se llevaban a cabo los trabajos–, y fueron precisamente esas obras las que llevaron a la policía a proceder a su registro.
Sin embargo, diversos medios belgas han informado de que los investigadores tenían sospechas de que dentro de uno de los sarcófagos se había escondido un supuesto dossier sobre pederastia.
Registro de nueve horas
Un portavoz de la Iglesia en Bélgica ha explicado que el registro duró nueve horas, tiempo durante el que no se permitió a nadie ni abandonar el recinto ni llamar por teléfono.
La Santa Sede ha transmitido personalmente su “indignación” sobre los hechos al embajador de Bélgica ante el Vaticano, Charles Ghislain, a través del secretario de Relaciones con los Estados, Dominique Mamberti. “A la consternación por tales acciones, se añade el lamento por algunas infracciones de la confidencialidad, a las que tienen derecho propio esas víctimas por las que se han llevado a cabo los registros”, reza el comunicado.
Declaración del portavoz de la Conferencia Episcopal belga
Junto al comunicado, el Vaticano ha divulgado la traducción de la declaración hecha ayer por el portavoz de la Conferencia Episcopal belga, Eric de Beukelaer, en la que expresa su “firme condena a todo tipo de acto pecaminoso y criminal de abuso a menores por parte de la Iglesia”.
De Beukelaer precisó que las tumbas de los cardenales fueron forzadas y se introdujo una cámara con el fin de comprobar si se ocultaban algunos documentos dentro”. La Fiscalía de Bruselas no quiso confirmar estas informaciones.
La Santa Sede insiste además en la “necesidad de reparar y de afrontar tales actos de modo conforme a las exigencias de la Justicia y a las enseñanzas del Evangelio”.