(EP/InfoCatólica) Se trata de una investigación sobre el botellón, realizada en 6.000 jóvenes de las ciudades de Valencia, Alicante y Castellón por Socidrogalcohol y financiada por el Plan Nacional sobre Drogas. Se consideraron adolescentes a los menores de 14 a 18 años, y jóvenes universitarios a quienes tenían entre 19 y 26 años.
Según este trabajo, el 31,9 por ciento de las adolescentes de 14 a 18 años practican el consumo intensivo de alcohol o binge drinking, que consiste en tomar cinco o más bebidas en dos horas, lo que supone 60 gramos de alcohol en hombres y 40 en mujeres. En sólo unos dos años celebrando botellones, alcanzaron un consumo medio de 88 gramos de alcohol en dos horas. El porcentaje de universitarias que practican ese tipo de consumo es similar (31,7%), y también la cantidad de alcohol ingerida (97,9 gramos). Sin embargo, las mayores de edad han tardado seis años en alcanzar estos niveles de consumo, el triple del tiempo que llevó a las adolescentes llegar a estas tasas.
Una situación similar se da en los chicos adolescentes, el 24 por ciento de los cuales practican el consumo intensivo de alcohol, alcanzando un consumo de 125 gramos de alcohol cada dos horas en poco más de dos años celebrando botellones. Son menos los universitarios que practican el 'binge drinking' (12%), y además han tardado casi seis años en alcanzar un consumo de 130 gramos de alcohol en dos horas, el triple que los adolescentes.
Las ingestas abusivas de alcohol en los botellones se realizan entre 9 y 10 meses al año y entre 1 y 2 veces por semana, sobre todo los sábados, jueves y viernes, sobre todo coincidiendo con las vacaciones y fechas señaladas. Aunque al botellón acuden tanto adolescentes (69%) como jóvenes mayores de edad (89%), sin diferencias significativas entre sexos, el estudio destaca que los adolescentes comienzan a beber cada vez antes. En concreto, los que tienen 14 años comenzaron a los 13 y los que tienen 18 años, a los 15.
La mitad consume cerveza o vino
Aunque predomina el consumo de alcohol destilado –74% de los adolescentes y 64% de los universitarios– y de las bebidas de graduación media –74% de los adolescentes y el 45% de los universitarios–, llama la atención el elevado consumo que se realiza de bebidas fermentadas, como la cerveza o el vino, consumidas por casi la mitad tanto de los adolescentes (46,5%) como de los universitarios (46,7%).
Según la doctora Maite Cortés Tomás, profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad de Valencia, que presentó hoy los resultados de la encuesta en Madrid, éstos parecen confirmar que se está produciendo
“una radicalización del consumo de alcohol entre los más jóvenes, quienes han alcanzado niveles de consumo similares a los de los universitarios en menos tiempo y se exponen, por ello, a tener antes problemas de memoria, aprendizaje o planificación y un mayor riesgo de desarrollar una adicción al alcohol”.
La experta ha recordado que diversos estudios realizados en adolescentes entre 13 y 17 años que consumían alcohol en exceso han demostrado que tenían un 10% menos de capacidad para recordar lo aprendido, mayor lentitud para procesar la información, problemas de atención y dificultades para organizarse, controlar los sentimientos o tomar decisiones con criterio. Aunque los adolescentes son conscientes de las consecuencias sociales del botellón, como el ruido, las peleas o la suciedad, tienen escaso conocimiento de las consecuencias bio-psicológicas del consumo de alcohol desde temprana edad, .
“Es evidente la necesidad de incrementar el nivel de conciencia de los más jóvenes sobre la consecuencias personales de su conducta con el alcohol, no sólo mostrándolas a través de los medios de comunicación, sino cambiando la mentalidad de las familias”, concluyó.