(Agencias/InfoCatólica) El mayor número de abusos fue cometido por 12 de un total de 46 denunciados como agresores, 6 de ellos ya fallecidos, entre sacerdotes, religiosos y laicos profesores o formadores. Y las víctimas que han declarado son 205, según el informe encargado por la propia Compañía de Jesús a una comisión, presidida por Ursula Raue, abogada berlinesa, que publicó ayer las conclusiones de la investigación. Ninguno de los presuntos abusadores puede ya ser perseguido porque según las leyes penales los delitos han prescrito.
Según el padre Klaus Mertes, rector del Colegio Canisius –quien envió cartas a los ex alumnos del colegio que podían haber sido víctimas–, "el informe no es el final de esta historia pero sí un paso importante". Mertes causó un efecto dominó que animó a ex alumnos de otras escuelas católicas y laicas a denunciar casos similares. Cuatro meses después, y pasado el peor momento del escándalo, concluye: "Por cada víctima que tuvo el coraje de confesar, mereció la pena".
"En total, hemos recibido 205 denuncias que se refieren a los jesuitas y otras 50 de casos que afectan a otras órdenes, la mayoría católicas", escribe Raue. Las agresiones denunciadas involucran a cuatro escuelas: el Canisius, la escuela St. Ansgar de Hamburgo, el colegio St. Blasien (suroeste), el colegio Inmaculada de Büren (que hoy ya no pertenece a la orden), además de asociaciones juveniles en Hannover y Gotinga.
El fracaso de la "política" seguida con los agresores
Los casos más llamativos son los de dos religiosos, cada uno de los cuales fue acusado por unas 40 personas distintas. El primero, del colegio Canisius, en 1981 fue trasladado a otro centro en Gotinga, donde volvió a cometer abusos, por lo que tras las protestas de algunos padres, su superior, decidió alejarlo del trabajo con jóvenes. En 1988 fue enviado a México. En ninguno de los dos traslados se mencionó la razón. Finalmente el acusado, que siempre ha rechazado las acusaciones, dejó la orden en 1995.
El otro acusado actuó justo a la inversa tras cometer las agresiones. Ya en 1991 admitió que a causa de sus problemas psicológicos y emocionales, había sometido a castigos violentos y humillantes a los alumnos durante décadas. A pesar de que sus superiores estuvieran al tanto de sus tendencias suicidas y su desequilibrio mental, fue trasladado desde el centro de Berlín a Hamburgo y de ahí a Sankt Blasien. En todas las ocasiones fue acusado de nuevo. Finalmente, fue trasladado a Santiago de Chile, donde en 1990 abandonó también la Compañía de Jesús..
Hay acusaciones que se remontan a los años 50, pero la mayor parte de ellas refieren casos ocurridos en las décadas de los 70 y 80. Hay hombres "de más de 70 años", como escribe Ursula Raue que ha dirigido la comisión de investigación, "que han relatado los malos tratos y las agresiones sexuales que sufrieron entonces y que han condicionado su vida". La abogada habla de "depresión, pánico y problemas sexuales".
El padre Dartmann, en su declaración, apeló a sus antecesores en el cargo de provincial a que tomen posición ante los hechos que ahora han sido revelados y agregó que él está dispuesto a pedir perdón personalmente a cada una de las víctimas. No obstante, no quiere plantear el tema de las indemnizaciones mientras la comisión nombrada por el Gobierno alemán para tratar ese asunto no haga una recomendación al respecto.