(Efe/InfoCatólica) Al frente de un grupo de voluntarios y de empresarios, el padre Ángel visitó esta semana Puerto Príncipe, donde su organización ha instalado 50 viviendas de madera en un campamento en el que están alojadas 1.070 personas, además de un centro de día para personas mayores.
"Las cumbres –aseguró el padre Ángel– hay que celebrarlas en el lugar de la catástrofe" para tomar conciencia de las dimensiones del desastre que, en el caso de Puerto Príncipe, causó 300.000 muertos, otros tantos heridos y dejó a cerca de un millón de personas en la calle. El religioso reconoció que, sin embargo, no será posible celebrar esa cumbre en Puerto Príncipe, una ciudad a la que "casi no se puede llegar, porque todavía no se ha hecho nada".
Los políticos y la comunidad internacional, con todo, "son los únicos que pueden resolver los problemas", pero "tomándolo como cosa suya, como si allí hubiera petróleo, porque las vidas de los niños y los ancianos son algo mucho más preciado que el petróleo", dijo.
Calificó de "estremecedor" el hecho de que todavía "un millón de personas viva en tiendas" de campaña y reconoció que, cuatro meses después del terremoto, "esperaba que al menos hubiesen retirado los escombros de las calles".
También expresó su temor por la eventual llegada de lluvias que podrían complicar aún más la situación. Según explicó, algunos técnicos afirman que "con las lluvias (Haití) volverá a ser noticia, porque habrá unos 30.000 o 40.000 muertos más".
Y citó los cientos de campamentos donde la gente convive entre aguas fecales y suciedad, con "el peligro de malaria y cólera" que ello supone debido al abandono en que se encuentran muchas de esas instalaciones.
"Los que hemos estado allí, los que van a hacer algo (para ayudar al país) regresan aterrorizados de lo que han visto. Nada más hay pobreza y miseria", apostilló, y abogó por "pasar de las palabras a los hechos" pues, en su opinión "es mejor hacer mal las cosas que no hacer nada".
Demoras en las ayudas
Lamentó las demoras que sufren los proyectos de ayuda para el país y citó como ejemplo el hecho de que "en la aduana se sigue parando a los camiones con alimentos por miedo a que la comida se vaya a revender", lo cual intensifica los controles aduaneros y demora los envíos.
"Hay que seguir siendo el altavoz que diga que el pueblo de Haití necesita ayuda", declaró el sacerdote, quien señaló que el objetivo del viaje era "seguir concienciando, llevar a empresarios y concienciarles de que Haití sigue necesitando riqueza, empleo".
Con el viaje se ha logrado "el compromiso de muchos (de los cerca de 60 empresarios que han viajado) de colaborar en cosas muy concretas". Destacó el interés de algunos constructores de casas de madera por fabricar viviendas allí, sin tener que llevarlas desde fuera del país, lo que supondría crear puestos de trabajo, así como un proyecto para poner en marcha una fábrica de harina.
Afirmó que regresa de Haití "gozoso y contento de lo hecho allí", donde la ONG trabaja con un grupo de religiosas españolas que están satisfechas de lo que se ha conseguido, "pero con el corazón encogido" porque lo logrado no es más que "una gota de agua", subrayó.