(P. Ginés/La Razón/InfoCatólica) Desde el Congreso Universitario sobre Juan Pablo II que se celebra en la Universidad Católica de Murcia (UCAM), y después de glosar la personalidad del Papa polaco y su visión del sacerdocio, tan influida por su experiencia como pastor en Cracovia bajo la opresión comunista, el cardenal Castrillón afirmó textualmente: "Se presentó un problema con un sacerdote en Francia y su obispo no lo denunció porque su obispo había recibido la confidencia en tanto que pastor y obispo. Este obispo fue llevado a la cárcel, y yo, después de consultar al Papa [Juan Pablo II], y mostrársela, escribí una carta al obispo felicitándolo como modelo de un padre que no entrega a sus hijos. Me autorizó el Santo Padre para que esta carta la enviara a todos los obispos del mundo", afirmó.
Estas palabras de Castrillón fueron recibidas con aplausos por parte del público que asiste al congreso en el antiguo convento de los Jerónimos, donde tiene su campus la UCAM.
Lombardi dice que la Iglesia no actúa así ahora
Tras la publicación de la carta de Castrillón (que nunca fue secreta) el director de la sala de prensa del Vaticano, Federico Lombardi, emitió un comunicado para remarcar que "este documento es la prueba de lo oportuna que era" la reforma que el Vaticano impuso en 2001 y afirma que la línea de aquél texto y época no es la que la Iglesia ha está siguiendo.
El caso Pican-Bissey
Pierre Pican, obispo emérito de Lisieux, Francia, fue condenado a 3 meses de cárcel en 2001 por no haber denunciado al sacerdote René Bissey. En el juicio, explicó que este sacerdote le había admitido en 1997 un caso de "actos inapropiados", que él pensó que era un caso aislado de "tocamientos" y que le asignó a dos años de terapia. Luego resultó que Bissey había violado a un niño y abusado de otros diez entre 1989 y 1996, y fue condenado a 18 años. El obispo pensaba que con la terapia se solucionaría el problema.
En el juicio, además, declaró que se consideraba "como un padre para los sacerdotes" y que "un padre no denuncia a sus hijos", aunque, si hubiera sabido la gravedad de los hechos, "le habría pedido que se entregara", afirmó durante el juicio. Esta visión de "obispo como padre para sus sacerdotes" es lo que alabó Castrillón en la carta que ahora se difunde.