León XIV encomienda a la Virgen de Guadalupe a los jóvenes, las familias y los alejados de la Iglesia
Santísima Virgen María de Guadalupe Santa Misa - 12 diciembre de 2025 | © VaticanNews

«Madre, ¿qué debemos hacer para ser los hijos que tu corazón desea?»

León XIV encomienda a la Virgen de Guadalupe a los jóvenes, las familias y los alejados de la Iglesia

Pide a la Virgen que enseñe a las naciones a no dividir el mundo en bandos irreconciliables

(InfoCatólica) El Papa León XIV celebró esta tarde en la Basílica de San Pedro la Santa Misa con ocasión de la Fiesta de la Bienaventurada Virgen María de Guadalupe, donde elevó una emotiva súplica a la Virgen encomendándole las naciones, los gobernantes, los jóvenes, quienes se han alejado de la Iglesia y las familias.

El mensaje central de Guadalupe

En su homilía, el Pontífice destacó que «en medio de conflictos que no cesan, injusticias y dolores que buscan alivio, María de Guadalupe proclama el núcleo de su mensaje: «¿Acaso no estoy yo aquí que soy tu madre?». El Papa subrayó que esta es «la voz que hace resonar la promesa de la fidelidad divina, la presencia que sostiene cuando la vida se vuelve insoportable».

El Santo Padre recordó las apariciones de 1531 en el Tepeyac, donde María despertó en los habitantes de América «la alegría de saberse amados por Dios», hablándole a san Juan Diego en su lengua materna y declarando que «mucho desea» que se levante allí una «casita sagrada» desde la cual ensalzará a Dios.

La maternidad que nos descubre como hijos

León XIV explicó que la maternidad que María declara nos hace descubrirnos hijos, pues quien escucha «yo soy tu madre» recuerda que, desde la cruz, al «aquí tienes a tu madre» corresponde el «aquí tienes a tu hijo». Como hijos, el Papa propuso dirigirse a ella preguntándole: «Madre, ¿qué debemos hacer para ser los hijos que tu corazón desea?», recordando que ella, fiel a su misión, con ternura responderá: «Hagan lo que Él les diga».

Súplicas por las naciones y sus gobernantes

«Sí, Madre, queremos ser auténticos hijos tuyos: dinos cómo avanzar en la fe cuando las fuerzas decaen y crecen las sombras. Haznos comprender que contigo, incluso el invierno se convierte en tiempo de rosas», pidió el Pontífice.

El Papa rogó a la Virgen que enseñe a las naciones «que quieren ser hijas tuyas a no dividir el mundo en bandos irreconciliables, a no permitir que el odio marque su historia ni que la mentira escriba su memoria». Le pidió que les muestre que la autoridad «ha de ser ejercida como servicio y no como dominio», que instruya a sus gobernantes en su «deber de custodiar la dignidad de cada persona en todas las fases de su vida» y que haga de esos pueblos «lugares donde cada persona pueda sentirse bienvenida».

Intercesión por los jóvenes

El Santo Padre también encomendó a María que acompañe a los más jóvenes, para que obtengan de Cristo la fuerza para elegir el bien y el valor para mantenerse firmes en la fe, «aunque el mundo los empuje en otra dirección». Le pidió que les muestre que su Hijo camina a su lado, para que nada aflija su corazón y «puedan acoger sin miedo los planes de Dios», rogándole que aparte de ellos «las amenazas del crimen, de las adicciones y del peligro de una vida sin sentido».

Oración por los alejados de la Iglesia

Elevando oraciones por quienes se han alejado de la Iglesia, el Pontífice le pidió a la Virgen que su mirada «los alcance donde no llega la nuestra», que derribe «los muros que nos separan» y los traiga «de vuelta a casa» con la fuerza de su amor. También le suplicó que incline el corazón de «quienes siembran discordia» hacia el deseo de su Hijo de que «todos sean uno» y los restaure en la caridad que hace posible la comunión: «Dentro de la Iglesia, Madre, tus hijos no podemos estar divididos».

Fortalecimiento de las familias y el clero

El Papa rogó a María que fortalezca a las familias para que, siguiendo su ejemplo, los padres «eduquen con ternura y firmeza, de modo que cada hogar sea escuela de fe». Le pidió que inspire a quienes forman mentes y corazones para que «transmitan la verdad con la dulzura, precisión, y claridad que nace del Evangelio».

Asimismo, solicitó que aliente a quienes su Hijo «ha llamado a seguirlo más de cerca: «Sostén al clero y a la vida consagrada en la fidelidad diaria y renueva su amor primero. Guarda su interioridad en la oración, protégelos en la tentación, anímalos en el cansancio y socorre a los abatidos».

Acoger la Palabra de Dios

En su homilía, el Papa también reflexionó sobre la lectura del Sirácide, presentando una descripción poética de la Sabiduría que halla su plena identidad en Cristo, «sabiduría de Dios», quien «llegada la plenitud de los tiempos, se hizo carne, naciendo de una mujer». La tradición cristiana ha leído este pasaje en clave mariana, reconociendo en María a «la madre del amor».

El Pontífice destacó cómo María vive «la dinámica propia de quien permite que la Palabra de Dios entre en su vida y la transforme», recordando su visita a Isabel y el Magníficat, donde María reconoce que su dicha proviene del Dios fiel.

Encomienda a la Virgen el ministerio papal

«Virgen Santa, que, como tú, conservemos el Evangelio en nuestro corazón. Ayúdanos a comprender que, aunque destinatarios, no somos dueños de este mensaje, sino que, como san Juan Diego, somos sus simples servidores», pidió León XIV.

El Papa concluyó su homilía encomendándole su ministerio, para que «confirme en el único camino que conduce al Fruto bendito» de su vientre, a cuantos le fueron confiados: «Recuerda a este hijo tuyo, «a quien Cristo confió las llaves del Reino de los cielos para el bien de todos», que esas llaves sirvan para atar y desatar y para redimir toda miseria humana».

 

1 comentario

Jordi
Tal como dijo Joseph Seifert, seguimos irradiados por las dos bombas atómicas contra la moral católica, Amoris laetitia y Fiducia supplicans...
13/12/25 12:37 AM

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