(InfoCatólica) En su última catequesis del miércoles 26 de noviembre, León XIV advirtió sobre la creciente pérdida de confianza en la vida y llamó a recuperar la esperanza como fuerza esencial de la existencia humana, destacando que la Pascua ofrece la luz necesaria para enfrentar un mundo marcado por el cansancio, la incertidumbre y la desilusión.
La vida como don extraordinario
Durante su audiencia general ante los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Pontífice ofreció una reflexión sobre el valor de la vida humana y la crisis contemporánea de esperanza. «Muchas vidas, en todas las partes del mundo, aparecen como fatigadas, dolorosas, llenas de problemas y de obstáculos por superar. Sin embargo, el ser humano recibe la vida como un don: no la pide, no la elige, la experimenta en su misterio desde el primer día hasta el último», afirmó.
El Papa destacó que la vida posee una especificidad extraordinaria: «nos es ofrecida, no podemos dárnoslas nosotros mismos, y tiene que ser alimentada constantemente: es necesario un cuidado que la mantenga, la haga dinámica, la custodie, la relance».
Las preguntas fundamentales de la existencia
León XIV subrayó que de esta evidencia brotan las preguntas de todos los tiempos: quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Estas cuestiones expresan la necesidad profunda de sentido que acompaña a cada persona. «Vivir invoca un sentido, una dirección, una esperanza», explicó el Pontífice.
En este contexto, la esperanza se convierte en elemento indispensable: «Sin esperanza la vida corre peligro de aparecer como un paréntesis entre dos noches eternas, una breve pausa entre el antes y el después de nuestro paso por la tierra».
Una enfermedad difundida: la falta de confianza
El Papa dedicó parte de su catequesis a analizar lo que considera una de las problemáticas más extendidas de la sociedad actual. «Queridos, en el mundo hay una enfermedad difundida: la falta de confianza en la vida. Como si nos hubiésemos resignado a una fatalidad negativa, de renuncia», lamentó.
Según León XIV, muchos viven como si la vida fuera una amenaza de la cual protegerse, y el mundo parece haberse resignado a una especie de fatalismo. «La vida corre el riesgo de no representar más una posibilidad recibida como don, sino una incógnita, casi una amenaza de la cual preservarse para no desilusionarnos», advirtió.
Cristo como modelo de vida entregada
El Pontífice repasó diversos momentos del Evangelio en los que Jesús muestra su cercanía con los enfermos, los excluidos y los desesperados. «Generado del Padre, Cristo es la vida y ha generado vida sin ahorrarse hasta donarnos la suya, y nos invita a donar nuestra vida», afirmó.
Esta misión, según explicó, no se limita a la maternidad y la paternidad, sino que implica «comprometerse con una economía solidaria, buscar el bien común igualmente usufructuado por todos, respetar y cuidar a la creación, ofrecer consuelo con la escucha, la presencia, la ayuda concreta y desinteresada».
Entre el drama humano y la fidelidad divina
León XIV también se refirió a los relatos bíblicos que muestran cómo la libertad humana convierte la existencia en un drama marcado por tensiones y contradicciones. Citó el episodio de Caín y Abel para ilustrar cómo la rivalidad y la violencia han acompañado a la humanidad desde sus orígenes.
Sin embargo, subrayó que «Dios permanece fiel por siempre a su diseño de amor y de vida; no se cansa de sostener a la humanidad también, cuando tras los rastros de Caín, obedece al instinto ciego de la violencia en las guerras, en las discriminaciones, en el racismo, en las múltiples formas de esclavitud».
La Resurrección como fuerza transformadora
Hacia el final de su catequesis, León XIV centró su mensaje en la Pascua de Cristo, a la que definió como «la fuerza que nos sostiene en este desafío, también allí donde las tinieblas del mal oscurecen el corazón y la mente».
«Cuando la vida parece haberse apagado, bloqueado, he aquí que el Señor Resucitado pasa de nuevo, hasta el fin de los tiempos, y camina con nosotros y por nosotros. Él es nuestra esperanza», concluyó, enviando un mensaje de consuelo a quienes se sienten desanimados o atrapados en situaciones sin salida.







