(InfoCatólica) A diferencia de otras antiguas naciones católicas, Polonia todavía muestra la presencia de la fe en la mayoría de los ámbitos de la vida. La progresía ha encontrado «el culpable»: san Juan Pablo II. Cada vez es más evidente que también en el plano geopolítico, haber sido uno de los artífices de la «caída del comunismo» se ha convertido en algo imperdonable.
Los obispos polacos han expresado su «tristeza» por los «continuos intentos de desacreditar la autoridad de san Juan Pablo II» que se repiten en el país, y han calificado estas acciones como «injustas y dañinas». Así lo han manifestado en un documento aprobado durante la 403ª Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Polaco, celebrada el 22 de noviembre en Jasna Góra.
Un legado de enseñanza y transformación social
En el documento, los obispos destacan que san Juan Pablo II pertenece «sin duda» al grupo de figuras importantes y excepcionales que han contribuido a formar la historia polaca e influido en su desarrollo en las dimensiones social, política, cultural y religiosa.
Los prelados subrayan el «significado especial» de su enseñanza, que «de manera clara y consecuente acerca la riqueza espiritual y la luz de la Buena Nueva, defiende la verdadera libertad, la dignidad y el derecho a la vida de cada persona, muestra el valor incalculable del matrimonio y la familia, y permite comprender los problemas contemporáneos para resolverlos eficazmente».
Defensor de los más vulnerables
El episcopado polaco recuerda que el pontífice fue «una voz expresiva de los pobres, perseguidos, discriminados, heridos y esclavizados». Según el texto, «gracias a su servicio, numerosos pueblos recuperaron la libertad, y muchas personas creyeron en Cristo, recuperaron el sentido de la existencia, fortalecieron la esperanza y transformaron sus vidas».
Contribución decisiva a la caída del comunismo
Los obispos destacan que «su pontificado contribuyó enormemente a la caída del comunismo y al restablecimiento de la unidad en Europa». Además, recuerdan que el Papa les recordaba que «para que esta unidad perdure en el tiempo, debe basarse en valores cristianos» y enseñaba que «para su conservación es especialmente necesaria la solidaridad entre las personas», que definió como «uno y otro, y no uno contra otro».
Llamamiento al respeto y reconocimiento
En su mensaje, los obispos afirman que «se necesita mucha mala voluntad para no percibir la enorme riqueza del bien que es fruto de su servicio extraordinariamente laborioso y creativo en la Sede de Pedro, así como la contribución que aportó a las transformaciones positivas en Polonia».
Por ello, manifiestan que les «llena de tristeza» que se repitan continuamente en Polonia intentos de desacreditar su autoridad, especialmente porque están «dirigidos contra una persona a la que no solo la Iglesia y nuestra Nación, sino también el mundo entero debe tanto».
Los prelados establecen un paralelismo con las palabras de Jesús sobre los habitantes de Nazaret: «Solo en su patria, entre sus parientes y en su casa puede ser un profeta tan menospreciado» (Mc 6, 4).
Finalmente, agradecen «a todos los que velan por el respeto de la enseñanza y el legado, así como por la honra del buen nombre de san Juan Pablo II, uno de los más grandes polacos en la historia de nuestra Patria».
El documento ha sido firmado por los pastores de la Iglesia católica en Polonia presentes en la 403ª Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Polaco.







