(NCRegister/InfoCatólica) Para los niños del vecindario al este de la autopista 290, en Worcester, Ruth Pakaluk era la madre que horneaba dulces para todos y cuya casa servía de punto de encuentro. «Era como la mamá del barrio», recuerda su esposo, Michael Pakaluk, profesor en la Universidad Católica de América.
El Vaticano ha reconocido oficialmente que su vida merece ser estudiada con vistas a una posible canonización. El cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, la ha declarado «Sierva de Dios» en una carta fechada el 29 de septiembre, autorizando la apertura de la causa. Este nihil obstat («nada se opone») confirma que existe «una reputación de santidad» y «la importancia de la causa para la Iglesia».
Ruth Pakaluk fue una reconocida activista provida, conversa al catolicismo, madre de siete hijos y graduada por Harvard. Falleció en 1998 tras varios años de enfermedad. El siguiente paso será la votación de los obispos estadounidenses sobre su causa, tras lo cual podría comenzar la investigación formal diocesana.
De atea a católica convencida
Nacida el 19 de marzo de 1957 en Nueva Jersey, Ruth Van Kooy creció en un entorno presbiteriano. En la Universidad de Harvard conoció a su futuro esposo, con quien compartía la búsqueda de la verdad. Ambos abrazaron la fe católica en 1980 y, más tarde, se incorporaron como supernumerarios al Opus Dei.
En 1982, Ruth fundó un grupo provida en Harvard y, dos años después, se unió a la asociación Massachusetts Citizens for Life, de la que fue presidenta entre 1987 y 1991. Era conocida por su claridad al exponer los argumentos en defensa de la vida y por su capacidad para persuadir con serenidad y respeto.
Una vida familiar y apostólica
En 1988, la familia se trasladó a Worcester, donde Ruth centró su vida en la familia y el apostolado. Su casa era un lugar acogedor para los niños del vecindario, a quienes animaba a leer y a formarse. Sus amigas la recuerdan como una mujer alegre, sencilla y firme en su fe.
Tras la muerte de su hijo Thomas en 1989, comenzó a asistir a misa diaria, convencida de que la Eucaristía era el modo más cercano de unirse a él. Como directora de educación religiosa en la catedral de San Pablo, renovó los programas catequéticos para que los niños conocieran a fondo la doctrina católica.
Fe y fortaleza ante el sufrimiento
Diagnosticada de cáncer de mama en 1991, vivió su enfermedad con serenidad y confianza en Dios. Su hijo Max recuerda: «Nunca quiso ser el centro de atención ni causar preocupación. Solo deseaba que tuviéramos una vida normal».
Incluso poco antes de morir, en 1998, animó a su esposo a rehacer su vida tras su partida. Murió el 23 de septiembre de ese año, dejando un testimonio de fe y entrega que sigue inspirando a muchos.
Camino hacia los altares
El obispo Richard Reidy, que presidió su funeral ante más de mil personas, la describió así: «Dar la vida y defenderla. Tener fe y difundirla. Ser dotada, y dar libremente esos dones».
Con la autorización del Vaticano, la Iglesia examinará ahora sus virtudes heroicas. Si se reconocen dos milagros atribuidos a su intercesión, Ruth Pakaluk podría ser declarada santa.







