(KathPress/InfoCatólica) En el Künstlerhaus de Viena se expone actualmente un «Jesús digital» dentro de la muestra titulada «Du sollst dir ein Bild machen» («No te harás imagen alguna»). La instalación, ubicada en un confesionario de madera transitable, forma parte del proyecto interactivo «Deus in Machina». Esta obra, que ya se presentó el año pasado en la capilla de San Pedro de Lucerna y despertó gran expectación, ofrece a los visitantes la posibilidad de dialogar con un avatar de Jesús y realizar una confesión virtual.
El obispo de Innsbruck, Hermann Glettler, se pronunció sobre la iniciativa artística en declaraciones al diario «Krone». «Naturalmente, un Jesús con inteligencia artificial está sobrepasado por esta tarea», afirmó. Sin embargo, el prelado destacó que resulta significativo el interés de una sociedad secular por la confesión y la necesidad de expresarse y recibir perdón.
Glettler observó que algunas personas pueden sentirse más cómodas al hablar con un confesor virtual y reconocer sus faltas. No obstante, subrayó que para una «auténtica labor pastoral» son necesarios «seres humanos de carne y hueso». Añadió que «ninguna máquina puede otorgar el perdón en nombre de Dios», recordando que, según la doctrina católica, solo un sacerdote puede absolver los pecados mediante el sacramento de la Penitencia.
Aunque reconoció que la inteligencia artificial aporta avances en campos técnicos o médicos, el obispo insistió en que «en la pastoral no puede ofrecer una verdadera mejora». Calificó de «muy problemático» el intento de algunas máquinas de simular cercanía personal, como sucede con los llamados «robots bendecidores». «La bendición es siempre una expresión y comunicación del amor de Dios», afirmó Glettler.
Respecto al uso de programas informáticos para redactar homilías, el obispo manifestó su preocupación. «ChatGPT se emplea, por lo que oigo, con demasiada frecuencia como base para preparar sermones. El riesgo de producir textos inteligentes pero sin alma ni corazón es muy grande», advirtió. Recordó además que la predicación «siempre está unida al testimonio personal de quien anuncia la Buena Noticia de Jesucristo» y constituye «una forma de comunicación atenta en el seno de una comunidad que celebra la fe».
Finalmente, Glettler señaló que la inteligencia artificial «no atraerá más fieles a la Iglesia». Por el contrario, consideró que los templos pueden percibirse cada vez más como «espacios de sanación y recogimiento» en un mundo dominado por la tecnología y la digitalización. «Las iglesias son lugares sagrados donde las personas pueden simplemente ser, sin tener que rendir ni ser registradas tecnológicamente», subrayó.
«La inteligencia artificial no puede sustituir el silencio, la contemplación ni las preguntas humanas», concluyó el obispo. «Dios quiere siempre personas vivas, no máquinas programadas para imitar la fe».







