(ACIPrensa/InfoCatólica) Durante una etapa difícil de su vida, Luisa Lomelí creyó encontrar en las prácticas de la llamada «Nueva Era» un camino hacia la sanación interior. No obstante, años después confiesa que llegó a «consagrar a Satanás» a familias que acudían a ella buscando ayuda.
En declaraciones a ACI Prensa, relata que su incursión en el ocultismo coincidió con un periodo de profunda vulnerabilidad emocional. «Yo estaba buscando a Dios, buscaba sanarme. Por eso, aun siendo católica, me adentré en esto. (…) Me sentía muy mal, estaba con muchos problemas emocionales y yo buscaba ayuda». Su primer contacto fue con el feng shui, una técnica de origen chino que afirma armonizar los espacios a través de flujos energéticos. Esta práctica le proporcionó, en un primer momento, una sensación de equilibrio.
Durante una década, Lomelí ofreció cursos e incorporó otras prácticas esotéricas como yoga, constelaciones familiares, reiki, sanación pránica, lectura de cartas, numerología y angelología. «Yo no sabía que era algo malo, porque yo sanaba: yo sanaba casas, sanaba personas; según yo, les hacía el bien. A mí me contrataban para hacer el bien y yo nunca me imaginé que hacer el feng shui o hacer una sanación los estaba consagrando a Satanás», explicó.
Aunque al principio experimentó cierto alivio, con el tiempo su vida se volvió inquietante. «Nunca pensé que en lugar de sanarme me fuera a dar más y más problemas», lamentó.
La Nueva Era, según la Iglesia
El documento «Jesucristo, portador del agua de la vida. Una reflexión cristiana sobre la Nueva Era», publicado en 2003 por el entonces Pontificio Consejo para la Cultura y el Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso del Vaticano, ofrece una valoración crítica sobre este tipo de prácticas.
Según el texto, algunas de ellas buscan controlar «las fuerzas de la naturaleza y buscan comunicarse con otros mundos para descubrir el destino de los individuos, para ayudarles a sintonizar con la frecuencia adecuada y sacar el máximo partido de sí mismos y de sus circunstancias». El mismo documento advierte que «en la mayor parte de los casos, resulta completamente fatalista».
Por otro lado, un estudio del Pew Research Center publicado en 2025, sobre tradiciones religiosas en 35 países, reveló que más de la mitad de los encuestados en América Latina considera que hechizos, maldiciones y otras prácticas mágicas tienen algún efecto en sus vidas. En cuanto al uso de horóscopos o consulta con videntes, Perú encabeza la lista con un 16 %, seguido de Argentina y Chile con un 14 % cada uno, y México con un 12 %.
Un camino hacia la conversión
Tras varios años inmersa en el ocultismo, Luisa comenzó a sufrir síntomas físicos y espirituales. «Tenía yo un año que me hormigueaba todo el cuerpo y me hacían vudú», afirma, añadiendo que aquello le impedía conciliar el sueño.
«Muy preocupada, fui a buscar ayuda. Entonces fui con brujos y chamanes. Fui con todo el mundo y nadie me quitaba este hormigueo y estos ataques por la noche», recuerda.
«Yo no sabía qué me estaba pasando. Sabía que era algo espiritual (…) pero no sabía de dónde venía o por qué. Me imaginaba que era por algo de la ‘Nueva Era’, pero yo realmente no sabía que eso era pecado, que eso estaba mal», confiesa.
Una conocida le sugirió una «receta espiritual»: asistir a Misa, confesarse, comulgar y escuchar el Evangelio en latín, pero advirtiéndole que debía hacerlo «con fe, pidiéndole a Dios y Dios te va a ayudar».
Siguiendo ese consejo, acudió a la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, donde pronunció esta súplica: «Dios mío, por favor, libérame». En ese momento, experimentó lo que describe como una experiencia espiritual intensa que atribuye a la acción del Espíritu Santo: «el Espíritu Santo me estaba esperando y fue una liberación, una sanación impresionante».
«Sentí yo caliente, sentí yo una paz y lloraba y lloraba», rememora. «Paró el hormigueo totalmente, me sentí nueva», tanto que permaneció cinco horas más dentro del templo.
Aunque posteriormente sufrió nuevos ataques, asegura que «gracias al Santo Rosario, salí adelante». Según narra, rezaba el Rosario hasta siete veces al día, asistía a Misa y pasaba largos ratos ante el Santísimo, repitiendo una súplica constante: «Sáname Señor», y concluye: «me sané para la gloria de Dios».
Una advertencia ante el ocultismo
Hoy, Luisa advierte con contundencia sobre las prácticas vinculadas a la «Nueva Era»: «No te metas por ahí, por ahí no es».
Insiste en que se trata de «puertas que le abres a Satanás, y cuando tú le abres esa puerta, no nada más entra en tu vida, entra en la vida de tus hijos porque es un demonio que circula por toda tu casa».
Actualmente reside en Medjugorje (Bosnia y Herzegovina), desde donde dirige un canal de YouTube. Cada día transmite en directo el rezo del Santo Rosario a las cinco de la mañana (nueve de la noche en México).
Asegura que en Medjugorje ha encontrado una profunda paz y está convencida de que fue la Virgen quien la llamó a vivir allí y a consagrar su vida al servicio de Dios.
En septiembre de 2024, el Vaticano, con la aprobación del Papa Francisco, autorizó oficialmente el culto público y las peregrinaciones a Medjugorje, reconociendo sus frutos espirituales —como conversiones, vocaciones y retorno a los sacramentos—, sin pronunciarse sobre la autenticidad de las supuestas apariciones de la Virgen.
