(InfoCatho/InfoCatólica) Por primera vez en su historia, Estados Unidos ha organizado un evento oficial en la sede de la Organización de las Naciones Unidas con el objetivo de denunciar abiertamente la ideología de género. La iniciativa fue impulsada por la misión diplomática estadounidense en colaboración con el Center for Family and Human Rights (C-Fam) y la Fundación Heritage, dos organizaciones reconocidas por su defensa de la familia y los derechos humanos desde una perspectiva basada en la ley natural.
El acto tuvo lugar en el contexto de la Comisión de las Naciones Unidas sobre la Condición Jurídica y Social de la Mujer, una instancia que tradicionalmente ha sido empleada para promover políticas en favor de la equidad, pero también, en los últimos años, para difundir enfoques ideológicos contrarios a la visión cristiana de la persona.
Durante el evento, Jonathan Shrier, representante interino de Estados Unidos ante el Consejo Económico y Social de la ONU, tomó la palabra para reafirmar el compromiso de la administración Trump con los valores fundamentales que sustentan la vida social: la familia, la verdad y la libertad. En su intervención, condenó de manera categórica las políticas que buscan borrar la noción de sexo biológico y sustituirla por construcciones ideológicas que niegan las diferencias naturales entre el hombre y la mujer.
Shrier subrayó que la protección de los espacios específicamente destinados a mujeres —tanto en el ámbito educativo como en el deportivo— es una prioridad esencial para Estados Unidos. Alertó además sobre el peligro que representa la imposición de la ideología de género en los sistemas educativos a nivel global, lo cual constituye, según sus palabras, una amenaza directa a la integridad de los menores y a los derechos de los padres a educar a sus hijos conforme a sus principios y creencias.
Este evento marca una etapa significativa en la política exterior de Estados Unidos, que en ese momento dio un giro claro hacia la defensa decidida de la realidad biológica del sexo, la complementariedad entre varón y mujer, y los derechos parentales frente a los intentos de adoctrinamiento promovidos por ciertas agendas globales. La postura asumida por Washington refleja una resistencia creciente frente a las corrientes que, bajo el nombre de «progreso», buscan redefinir la antropología humana y desarraigar a las nuevas generaciones de la verdad sobre su propia identidad.
En un clima internacional donde frecuentemente se censuran o ridiculizan las voces que se oponen a la ideología de género, este acto constituye un testimonio valiente que merece ser conocido y valorado. Para muchos creyentes y defensores de la familia natural, representa una señal de esperanza y una invitación a no callar ante las imposiciones ideológicas, confiando en que la verdad, cuando se proclama con firmeza y caridad, tiene la fuerza para iluminar incluso los escenarios más oscuros.